Recibir un diagnóstico de cáncer de mama es uno de los momentos más angustiosos que pueda experimentar una mujer y también el inicio de un proceso largo, complicado y doloroso que, si no se maneja adecuadamente, traerá aparejados otros problemas, como ansiedad o depresión. Una característica específica de este tipo de cáncer es que afecta a un órgano que tiene una relación muy estrecha con la sexualidad, la feminidad y la propia identidad de la mujer, lo que hace que el daño o la pérdida de una o de ambas mamas tenga importantes secuelas psicológicas. Dependiendo de la gravedad del tumor, la personalidad de quien lo sufre, sus recursos personales y la disponibilidad y percepción de apoyo de su entorno, la mujer experimentará alteraciones más o menos significativas en su calidad de vida.
Perder un pecho conlleva mucho más que una mutilación física. Mientras que algunas mujeres atraviesan su duelo y siguen adelante con su proceso tras haber aceptado lo que les ha tocado vivir, otras ven tambalear su propia esencia: se siente menos mujeres, menos atractivas, menos personas… Y es que el cáncer de mama afecta a su autoestima global, amenazando no solo el concepto que tienen de sí mismas sino también los vínculos que las unen a personas significativas para ellas. Y todo ello sin olvidar la gran conmoción que supone padecer una enfermedad que, potencialmente, es una amenaza para la vida.
Impacto físico, emocional y social
Al no ser el cáncer algo puntual sino un proceso que se extiende a lo largo del tiempo, la mujer tiene que enfrentarse a numerosas situaciones estresantes. Estas situaciones van desde los primeros síntomas y el miedo a que el diagnóstico se confirme hasta la disminución de la calidad de vida que conlleva el tratamiento, pasando por el malestar añadido que conlleva la incapacidad para la comunicación y la falta de empatía de algunos médicos.
El impacto de la enfermedad afecta a distintos ámbitos:
- En lo somático, y debido a los diversos tratamientos, la mujer ve alterada su función reproductora y su simetría corporal, lo que le lleva a mantener un estado de alerta continuo acerca de su aspecto. También le afecta la caída temporal del cabello y la fatiga debido a la quimioterapia, así como las consecuencias de una menopausia prematura provocada (sofocos, irritabilidad, cambios de humor, ausencia de deseo, sequedad vaginal…).
- Emocionalmente, el cáncer genera ansiedad, tristeza y depresión, ira, temor y preocupación ante la posibilidad de una recaída o, incluso, de morir. En la montaña rusa de emociones, es habitual que la mujer que se somete a una mastectomía tenga la sensación de «haber perdido una parte de ella misma». También puede producirse una pérdida de la confianza en sí misma y en el propio cuerpo e incluso aparecer sentimientos de culpa.
- Socialmente, las relaciones personales, y especialmente las de pareja, pueden verse muy afectadas, sobre todo debido a la falta de comunicación. En ocasiones surgen sentimientos de vergüenza por padecer una enfermedad oncológica; en otras, esa vergüenza se siente por la ausencia de la mama; o por los cambios sufridos en el aspecto físico (cicatrices, cambios en el volumen).
Un proceso largo y complejo
El momento del diagnóstico es uno de los momentos de mayor tensión y más difícil emocionalmente. Las primeras reacciones de shock, confusión, negación e incredulidad pronto dejan paso a la incertidumbre, la tristeza, la rabia o el desamparo. En realidad, estas emociones son una reacción adaptativa normal, que ayudan a asimilar el diagnóstico, afrontar la situación, tomar conciencia de las propias necesidades, movilizar energía para el afrontamiento y comunicar a otros esas necesidades.
Incluso aunque el tratamiento haya concluido con éxito, las pacientes seguirán sintiéndose vulnerables ante el temor a una recaída y más cuando tienen que acudir a las revisiones.
La intensidad, la frecuencia o la duración de la respuesta emocional dependen en gran parte del grado de vulnerabilidad personal. En esta vulnerabilidad, a su vez, influyen varios factores: el deterioro de la condición física, la edad (a menor edad mayor malestar), una historia familiar o personal de morbilidad psiquiátrica, baja capacidad de afrontamiento ante problemas previos a la patología, experiencia previa indirecta con la enfermedad, escaso grado de asimilación de la información médica proporcionada, insatisfacción con el apoyo familiar, sanitario y social recibido; y menor percepción de control sobre los acontecimientos.
Vida afectiva y sexual: comunicación y mucho, mucho cariño
En la mayoría de los casos, la pareja suele estar dispuesta a ayudar. Es posible que, al principio, se encuentre un poco desorientado, reaccione de manera inesperada porque no sabe cómo actuar o, incluso, tenga miedo a tratar ciertos temas. La comunicación es esencial siempre, pero en esta situación lo es mucho más. Por ejemplo, puedes creer que tu pareja siente rechazo hacia la cicatriz que ha dejado la cirugía, cuando en realidad lo que le ocurre es que teme hacerte daño y no sabe cómo decírtelo. Una comunicación abierta, clara y cuidadosa evitará este y otros malentendidos.
La vida sexual es una de las esferas que va a verse seriamente afectada por la quimioterapia, el tratamiento hormonal o el propio estado de ánimo. De hecho, muchas mujeres con cáncer de mama rechazan el contacto físico. Sin embargo, el sexo no debe convertirse en otra preocupación añadida; sino en un tema más que abordar cuándo y cómo tú y tu pareja consideréis oportuno. Y si lo creéis conveniente, siempre podéis recurrir a la ayuda de un profesional.
Si bien es cierto que la preocupación por el cáncer y su tratamiento suele disminuir el interés por el sexo, es importante recordar que la intimidad va mucho más allá. Ver una película juntos, disfrutar de una cena romántica o de una sesión de abrazos, caricias y masajes suaves pueden ayudar a que la mujer se sienta amada y cuidada… Al fin y al cabo, el cerebro es el principal órgano sexual.
«Nunca voy a encontrar pareja»
El temor al rechazo cuando queremos encontrar pareja es normal, pero en el caso de una mujer que tiene o ha tenido cáncer de mama ese miedo puede suponer tal angustia que incluso renuncie a la posibilidad de iniciar una relación sentimental. No nos vamos a engañar. Es posible que haya hombres (y mujeres) que salgan corriendo. Pero posiblemente sean los mismos que huirían por miedo al compromiso o después de confesarles que tienes cuatro hijos o que cuidas de tus padres dependientes.
Conocer a un posible candidato o candidata a convertirse en tu pareja no va a ser mucho más difícil que encontrarla sin haber pasado por un cáncer. Hay un estudio en el que se comparó la disposición de 324 personas a tener una cita con gente con y sin historia de cáncer. Se concluyó que el interés por quedar con alguien que ha tenido esta enfermedad es el mismo que hacerlo con alguien que no la ha tenido.
«Entonces, ¿por dónde empiezo a buscar?», te preguntarás. Pues por los mismos sitios que antes de tener la enfermedad: aplicaciones de citas, cursos de baile, grupos de solteros, reuniones organizadas por amigos… Ahora bien, antes de iniciar la búsqueda de otra persona es esencial que pongas el foco en ti. ¿Cómo está tu autoestima? Asegúrate de que también está recuperada. Antes de buscar a alguien que nos acepte y nos quiera tenemos que aceptarnos y querernos nosotras, con cicatrices o sin ellas, con pechos o sin ellos.
Cuidarse y reordenar prioridades
Ya desde que la mujer experimenta los primeros síntomas del cáncer de mama, empieza una auténtica carrera de resistencia que requerirá de todas sus energías, físicas, emocionales y mentales. La realidad es la que es, pero aun así hay cosas que puedes hacer:
- Llora, grita, enfádate. Reaccionar ante el diagnóstico con incredulidad, miedo, ira o tristeza es totalmente normal. Es una forma adaptativa de adaptarse y encajar la noticia, así que no dudes en darte permiso para dar rienda suelta a tus emociones.
- Miradas curiosas, preguntas indiscretas… Te tocará hacer frente a preguntas que te hagan sentir incómoda o a las que, simplemente, no te apetece responder. Ten siempre presente que tú decides. Tienes todo el derecho a dar la información que quieras y a quien quieras y a comunicar tus emociones y pensamientos a quien elijas y cuando elijas.
- Participa de manera activa en el proceso médico y no tengas miedo a preguntar. Pedir a tu oncólogo la información que te interesa e intervenir en la toma de decisiones te ayudará a mantener la sensación de control y eso favorecerá tu recuperación. Y si crees que te vas a poner nerviosa, pide a alguien de confianza que te acompañe (si es necesario que tome notas). Cuatro oídos escuchan más que dos.
- Reconstrucción mamaria, sí: reconstrucción mamaria, no. Tú, y solo tú, tienes la última palabra. Haz lo que sientas que es mejor para ti. Infórmate, sopesa cada opción y elige sin presiones. Decidas ‘sacar pecho’ o lucir cicatriz, lo realmente importante es que aceptes y ames tu cuerpo tal y como es. Todos los cuerpos son únicos y maravillosamente perfectos en su imperfección.
- Mantén una comunicación fluida con tus seres queridos. Ellos también necesitarán un periodo de tiempo para aceptar la situación y agradecerán que compartas con ellos tus decisiones. Seguro que os haréis mucho bien mutuamente. Y del mismo modo que habrá momentos en que necesites apoyo y compañía, también habrá ratos en los que prefieras estar sola. Tómate la libertad de pedir en cada momento lo que necesites. En cuanto a los más pequeños de la casa, habla con ellos desde el principio, adaptando el lenguaje y la información a su edad.
- Déjate ayudar. Probablemente durante una larga temporada no podrás hacer muchas cosas que antes sí podías; acéptalo y no te agobies. Pide ayuda cuando la necesites. Contar con una red de apoyo socio-familiar te facilitará el proceso.
- El autocuidado es muy, muy importante. Aliméntate adecuadamente, presta mucha atención a los horarios de sueño y, siempre que sea posible, practica algún tipo de ejercicio físico de manera moderada.
- Recurre a grupos de ayuda mutua. Compartir dudas o temores e intercambiar experiencias con mujeres que estén pasando o hayan pasado por lo mismo que tú te ayudará a recuperar tu autoestima y, de paso, no te sentirás sola.
- Reordena tus prioridades. Este puede ser un momento para reflexionar sobre las cosas que realmente te importan. Muchas mujeres describen que el cáncer ha supuesto un cambio de prioridades en su vida y en cuanto a las relaciones interpersonales.
- Presta atención a la enfermedad, pero no dejes que se convierta en el centro de tu vida. Sigue adelante con tus proyectos vitales y con cualquier actividad que te resulte gratificante en la medida en que tu estado físico te lo permita.
- Busca ayuda psicológica. Entre los objetivos del acompañamiento terapéutico en el cáncer de mama están: reducir los síntomas de ansiedad, depresión y otras reacciones emocionales negativas; favorecer la sensación de control sobre la propia vida; desarrollar estrategias de afrontamiento efectivas; facilitar la comunicación con la pareja y la expresión de sentimientos; ayudar a manejar los miedos relacionados con la enfermedad (recaída, muerte, abandono, desfiguración, etc.); favorecer la expresión de emociones y sentimientos; potenciar la autoestima; y favorecer aceptación de la nueva imagen corporal. Si crees que necesitas este tipo de apoyo, puedes ponerte en contacto conmigo y te acompañaré en todo tu proceso.
Y, sobre todo, recuerda que por perder un pecho, o los dos, no eres menos mujer, menos femenina o menos sensual. Tu feminidad está dentro de ti, no en tus senos. La feminidad de una mujer está en su mirada, en su forma de caminar, en su sensibilidad, en esa risa que tiene encandilados a todos los que la conocen, en su energía, en sus palabras, en su carácter o en cualquiera de las señas que la hacen única.
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Cortometraje. La vuelta a la tortilla. Dirigido por Paco León 2013, este cortometraje refleja un tema que a preocupa a muchas mujeres: volver a enamorarse después de un cáncer de mama. Enfrentarse a sus propios miedos e inseguridades tiene premio para la protagonista, que recibe una bellísima declaración de amor: «A mí siempre me gustaron las rubias con el pelo largo, pero desde que te conocí me he dado cuenta de que me gustan castañas de media melena. Y anoche me di cuenta de que las que realmente me gustan son las calvas con peluca».
Película. Ma ma. Julio Medem dirigió esta película en 2015. Narra la vida de Marga (Penélope Cruz), una maestra en paro a quien diagnostican cáncer de mama. Al principio no sabrá cómo actuar ni de qué manera la enfermedad cambiará su vida, pero poco a poco sacará toda su energía vital para adaptarse a su nueva situación.
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