Archivos Mensuales :

enero 2023

Adicción a la adrenalina o la necesidad de vivir al límite

Adicción a la adrenalina o la necesidad de vivir al límite

Adicción a la adrenalina o la necesidad de vivir al límite 1170 704 BELÉN PICADO

Hay personas que necesitan el riesgo para sentirse vivas. Personas que buscan continuos chutes de adrenalina y experiencias que les lleven al límite, llegando a poner en riesgo su integridad física, sus relaciones y, en ocasiones, su vida. Pero, ¿sabíais que esta permanente búsqueda de emociones fuertes puede acabar derivando en una adicción a la adrenalina?

No solo me refiero a actividades abiertamente peligrosas y arriesgadas, sino también a otras mucho más «moderadas», al menos en apariencia. Seguro que alguno de vosotros tiene un amigo que se lo pasa en grande provocando continuamente discusiones, cuanto más acaloradas mejor. O quizás alguien de vuestro entorno es de quienes apuran hasta el último momento para entregar una tarea académica o un informe importante en el trabajo.

Cuando escuchamos el término «adicción», normalmente pensamos en drogas, alcohol, juego… Pero también podemos engancharnos al riesgo. Y es que la adrenalina, si bien es esencial para la supervivencia, también puede convertirse en una peligrosa enemiga. En este sentido y para ser más exactos, más que una adicción a la sustancia en sí, lo que se desarrolla es una búsqueda compulsiva de los efectos que la adrenalina proporciona.

Lamentablemente la confusión entre valentía y temeridad hace que este tipo de adicción sea difícil de identificar y de admitir. El hecho de que, socialmente, a estas personas se las vea como ejemplo de arrojo y valentía no hace más que reforzar su conducta e impedir que se den cuenta de que es posible que tengan un problema. Ya lo decía el mismísimo Cervantes en un pasaje de Don Quijote: «¿No sabes tú que no es valentía la temeridad?».

Pero, ¿qué es la adrenalina?

Hay una hormona que juega un papel esencial en esa euforia y en esa ‘descarga eléctrica’ que se experimenta al sentir cerca el aliento del peligro: la adrenalina. Esta sustancia química, también denominada epinefrina, se libera, sobre todo, en momentos de peligro, estrés y excitación. Es esencial para nuestra supervivencia porque nos ayuda a adaptarnos al medio y nos prepara para un mejor afrontamiento de situaciones excepcionales.

¿Cómo funciona? Cuando tu cerebro interpreta que estás en una situación de riesgo envía señales desde el hipotálamo hasta las glándulas suprarrenales, que están encima de cada riñón, para que estas liberen adrenalina en el torrente sanguíneo. Prácticamente de forma instantánea tu organismo se activará para ponerse en modo de lucha o huida. Aumentará tu frecuencia cardiaca y tu presión sanguínea, se dilatarán tus vías respiratorias, tu respiración se hará más rápida e incluso disminuirá tu percepción del dolor. Tendrás un «subidón de adrenalina» en toda regla.

A su vez, la adrenalina estimula la producción de dopamina, conocida como hormona del placer y asociada también con distintas adicciones. Precisamente, esta última es la que va a encargarse de que nos sintamos tan bien que queramos repetir.

Entonces, os preguntaréis, si estamos ante una respuesta normal y necesaria para nuestro organismo, ¿cómo es posible que llegue a desarrollarse una adicción?

La adrenalina es una hormona que se libera en momentos de peligro, estrés y excitación.

¿Cuándo empieza el ‘enganche’?

Como hemos dicho, que se libere cierta cantidad de adrenalina durante una situación estresante no solo es necesario sino también beneficioso porque agudiza los sentidos y prepara al cuerpo para hacer frente al peligro, ya sea este real o imaginado.

Sin embargo, cuando en esas circunstancias extremas esta hormona se segrega en exceso y se produce a la vez una mayor liberación de dopamina, puede suceder que la persona empiece a buscar estas sensaciones del mismo modo que un adicto busca el subidón de otro tipo de drogas. Incluso llegando a la participación compulsiva en actividades peligrosas o comprometedoras sin tener en cuenta las consecuencias físicas, mentales, legales o económicas que deriven de ellas.

Aunque se trata de una adicción de tipo conductual, denominada así porque no hay ninguna sustancia externa implicada, hay síntomas similares a los que se dan en las adicciones con sustancias:

  • Experimentar un fuerte impulso o ansia de llevar a cabo una actividad de alto riesgo.
  • Sufrir síntomas de abstinencia como frustración e inquietud cuando no se puede participar en dicha actividad. Un estudio realizado en 2016 analizó este tipo de síntomas en ocho escaladores de roca. Después de un período sin escalar, los participantes experimentaron estados negativos similares a los percibidos por personas con adicciones a sustancias durante un tiempo sin consumir.
  • Perder el interés por otras aficiones u ocupaciones con las que no se alcance ese grado de euforia.
  • Insistir en llevar a cabo esas conductas, pese a las consecuencias negativas, como lesiones, problemas en las relaciones, en el ámbito laboral, etc.
  • Volverse cada vez más adicto al deporte o a la actividad a medida que aumenta la exposición y la experiencia.

Cómo se manifiesta la adicción a la adrenalina

Esta búsqueda compulsiva de la euforia y la excitación que proporcionan las descargas de adrenalina toman diversas formas:

  • Práctica de deportes extremos o elección de profesiones que implican cierta dosis de riesgo (militar, bombero, altos ejecutivos que tienen que lidiar con niveles muy altos de presión…).
  • Comportamientos antisociales o participación en actividades ilícitas.
  • Conductas peligrosas que ponen en riesgo la integridad física y, a veces, la propia vida (conducción temeraria, actividades de riesgo sin las necesarias medidas de seguridad, consumo de alcohol y otras drogas).
  • Mantener relaciones sexuales de riesgo, sin protección o en lugares públicos donde exista la posibilidad de ser sorprendidos. Estas personas suelen ser más activas sexualmente y tienen una mayor tendencia a sentirse insatisfechos en relaciones estables.
  • Apurar al máximo y dejarlo todo para el último momento: desde tareas de clase a pagos de facturas, revisiones médicas o entregas de proyectos laborales importantes… Hay quienes aseguran rendir mucho más bajo presión y trabajar mejor con la energía y excitación provocadas por la frenética necesidad de completar una tarea.
  • Búsqueda permanente de conflictos. La búsqueda de emociones intensas también puede manifestarse a través de una necesidad constante de estar siempre en medio de todos los conflictos.
  • Tener la agenda repleta. La adicción a la adrenalina puede estar, incluso, detrás de la necesidad compulsiva de mantener un horario de trabajo o una vida social en los que no hay hueco para nada.

También en el ámbito laboral pueden producirse situaciones complicadas cuando hay un jefe o un compañero ansioso por conseguir una descarga de adrenalina. Algunos ejemplos:

  • Asumir riesgos excesivos. Un empresario puede comprar una empresa que no puede permitirse o un empleado aceptar más proyectos de los que puede llevar a cabo.
  • Crear un entorno de trabajo excesivamente competitivo. Las personas con adicción a la adrenalina pueden fomentar la competitividad con sus compañeros o volverse abusivas y déspotas.
  • Adicción al trabajo. Algunas profesiones facilitan más que otras que haya continuas descargas de adrenalina. Un cirujano, por ejemplo, puede sentir un subidón de esta hormona antes o después de una operación y renunciar a los descansos necesarios con tal de volver a experimentar ese alto nivel de euforia.

Los entornos laborales excesivamente competitivos favorecen la adicción a la adrenalina.

El alto precio de vivir al límite

Todas las adicciones tienen como propósito llenar un enorme vacío interior, escapar del dolor, la frustración o la ansiedad y mantener a raya pensamientos y sentimientos aterradores, desagradables o molestos. En el caso del adicto a la adrenalina ocurre que, por una parte, cuando se alcanza cierto umbral de activación o excitación uno se habitúa y cada vez será necesario ir arriesgando más para poder alcanzar el mismo efecto. Por otra, la percepción del riesgo es cada vez menor y uno tiende a ser cada vez más imprudente.

Sin embargo, ese bienestar, esa euforia y ese hormigueo en el estómago que provocan la adrenalina tienen también una cara oscura. Además de poner en riesgo la propia seguridad y la de otras personas, esta ansia por estar siempre en la cuerda floja conlleva otras consecuencias negativas, entre ellas:

  • Deterioro en las relaciones personales.
  • Alteraciones de salud. La adrenalina segregada en exceso puede provocar hipertensión, estrés crónico, cefaleas, ansiedad, náuseas, insomnio, mareos, irritabilidad, problemas cardiacos si se mantiene el nivel elevado mucho tiempo, etc.
  • Problemas en el ámbito laboral y/o académico.
  • Mayor propensión al abuso de sustancias o a caer en otras adicciones conductuales, como la ludopatía o la adicción al sexo.
  • La adicción a la adrenalina puede llegar a desembocar en el conocido como síndrome de Pontius. La percepción del peligro de quienes lo sufren está totalmente alterada y ven como normales situaciones y actividades que objetivamente son muy peligrosas.

Nuestra personalidad también influye: la búsqueda de sensaciones

Hay una dimensión de nuestra personalidad estrechamente relacionada con una mayor o menor susceptibilidad a las adicciones en general y a la adicción a la adrenalina en particular: la búsqueda de sensaciones. El psicólogo estadounidense Marvin Zuckerman entendía este rasgo como el deseo de tener «sensaciones y experiencias nuevas, variadas, complejas e intensas, así como la disposición a correr riesgos físicos, sociales, legales y financieros con tal de obtenerlas». E identificó cuatro componentes dentro de esta variable:

  • Búsqueda de emociones, aventuras y riesgo. Deseo de realizar actividades físicas que requieran velocidad, peligro, fuerza, novedad…
  • Búsqueda de experiencias. Necesidad de nuevas experiencias físicas, sensoriales o mentales a través de la música, los viajes o el arte, así como búsqueda de un estilo de vida no conformista con personas afines y no convencionales.
  • Desinhibición. Tendencia a participar en actividades sociales en ausencia de control o de cualquier tipo de inhibición: consumo de drogas y alcohol, fiestas o eventos en los que vale todo, conductas sexuales de riesgo…
  • Susceptibilidad al aburrimiento. Aversión a las experiencias repetitivas, al trabajo rutinario y a la gente predecible.

La búsqueda de sensaciones es un rasgo de personalidad que juega un papel importante en la adicción a la adrenalina.

Además, dentro de los «buscadores de sensaciones», Zuckerman diferenció dos subtipos.

  • Personas que llevan a cabo una búsqueda no impulsiva socializada de sensaciones. Sienten atracción por las emociones fuertes y las aventuras, buscan vivir con intensidad, huyen de la rutina, les gustan los cambios y las novedades y están abiertos a nuevas experiencias. Sin embargo, no asumen riesgos innecesarios y pueden inhibir su conducta sin mayor problema para una mejor adaptación social.
  • Quienes se distinguen por una búsqueda impulsiva y no socializada de sensaciones. Este subtipo muestra una mayor desinhibición, mayor búsqueda de experiencias y más predisposición a aburrirse fácilmente. También presentan una mayor tendencia a la agresividad y a caer en adicciones o conductas antisociales. No se detienen a medir las consecuencias a largo plazo de sus actos, sino que lo que más les mueve es alcanzar el mayor grado de placer inmediato, tanto a nivel biológico (descarga de dopamina), como psicológico (para eliminar el malestar emocional).

Adicción a la adrenalina como consecuencia de un trauma

A menudo, detrás de una conducta de riesgo que implique un subidón de adrenalina hay un trauma enquistado. Muchas personas traumatizadas están buscando continuamente experiencias que nos causarían rechazo o nos asustarían a la mayoría de los mortales. Algunas de ellas mencionan, además, una desagradable sensación de vacío y de aburrimiento cuando no están enfadados, bajo presión o realizando alguna actividad peligrosa.

Del mismo modo que hay personas traumatizadas que intentan anestesiar su dolor con drogas o alcohol, también las hay que necesitan experiencias y emociones fuertes para salir de la insensibilización que les provocó el trauma. Bessel Van Der Kolk, uno de los mayores expertos mundiales en trauma, explica en su libro El cuerpo lleva la cuenta: «Muchas personas se hacen cortes para que la insensibilización desaparezca, mientras que otras prueban con cosas como el puenting o realizan actividades de alto riesgo como la prostitución o el juego. Cualquiera de estos métodos puede aportarles una falsa y paradójica sensación de control». Llevar a cabo conductas de riesgo o mal vistas para muchos es el único modo que encuentran de salir de esa anestesia emocional y de experimentar sensaciones físicas que les recuerden que están vivos.

Vamos a imaginar a un niño. Se llama Manuel y vive entre palizas, gritos y humillaciones. Cada vez que su padre abre la puerta al regresar a casa el cerebro de Manuel provoca una descarga de adrenalina. Esta hace que el niño se ponga en acción y corra a esconderse a su habitación. Si la situación se repite una y otra vez, es muy probable que esa descarga se produzca ante todo tipo de situaciones estresantes. Esto conlleva un peligro. Aunque este sistema de protección le ayudó en su infancia, si ya de adulto cada vez que necesita percibir que tiene el control sobre una situación sigue recurriendo de forma automática a cualquier actividad o conducta que le reporte un subidón de adrenalina, la solución va a convertirse en un problema mucho mayor.

Vivir intensamente sin ponernos en riesgo

Aprender a gestionar el estrés sin tener que recurrir al subidón de adrenalina es posible. Los ejercicios de respiración, la meditación, las técnicas de relajación o el yoga son formas mucho más saludables de afrontar situaciones que nos alteran o que sentimos que no controlamos.

De cualquier modo, si eres un buscador de sensaciones y te gusta vivir intensamente, recuerda que no tienes que ponerte en peligro continuamente. Ni involucrarte en situaciones complicadas o comprometidas. Hay muchas formas de experimentar una descarga de adrenalina en entornos seguros y controlados: súbete a una montaña rusa, aficiónate a las películas de terror o a las scape room… Y si te gustan los deportes de riesgo, adelante, pero practícalos siempre en condiciones seguras y no dejes de lado otras aficiones.

Si tu atracción por la adrenalina está causándote demasiados problemas, busca apoyo profesional. La terapia puede ayudarte a encontrar la causa que subyace a esa necesidad de vivir siempre al límite. Además, aprenderás formas más adaptativas de gestionar esas emociones desagradables y dolorosas que intentas evitar a través del riesgo. Y si esta dependencia se ha desencadenado a raíz de un trauma u otro trastorno podrás ocuparte también de ello. 

(Si necesitas ayuda puedes ponerte en contacto conmigo y te acompañaré en tu proceso)

«Ser valiente no es carecer de miedo, sino procesarlo de tal manera que no te impida funcionar. Que la adrenalina no mande sobre ti» (Walter Riso)

Bibliografía

Schultz, D.P. y Schultz, S.E. (2010). Teorías de la personalidad (9ª Edición). México DF: Cengage Learning.

Van der Kolk, B. (2014). El cuerpo lleva la cuenta. Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma. Barcelona: Ed. Eleftheria

Zuckerman, M. (1994). Behavioral expressions and biosocial bases of sensation seeking. Cambridge: Cambridge University Press.

 

Terrores nocturnos en adultos: El miedo a dormir no es solo cosa de niños

Terrores nocturnos: El miedo a dormir no es solo cosa de niños

Terrores nocturnos: El miedo a dormir no es solo cosa de niños 2120 1414 BELÉN PICADO

¿Por la noche sueles incorporarte de repente en la cama gritando, asustado y angustiado, y a la mañana siguiente no recuerdas nada? ¿Tu pareja o quienes conviven contigo intentan tranquilizarte o despertarte cuando eso ocurre, sin conseguirlo? Si tu respuesta ha sido afirmativa es probable que estés experimentando terrores nocturnos. Ojos abiertos con las pupilas dilatadas, agitación intensa, frecuencia cardiaca y respiración aceleradas y todo ello acompañado de gritos o llanto son algunos de los síntomas de este trastorno del sueño.

Los seres humanos tenemos un ciclo de sueño con dos fases principales: la fase noREM y la fase REM (te cuento más en el artículo ¿Qué ocurre en nuestro cerebro mientras dormimos?). La fase noREM, a su vez, se divide en cuatro estadios que abarcan desde que empezamos a adormecernos hasta que entramos en el sueño profundo. Y es en esta fase en la que aparecen los terrores nocturnos, más o menos durante las dos o tres primeras horas después de quedarnos dormidos.

Tanto la Clasificación Internacional de los Trastornos del Sueño (ICSD) como el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) incluyen los terrores nocturnos en la misma categoría que el sonambulismo. Es decir, en el grupo de las parasomnias (conductas anormales y percepciones alteradas que tiene lugar durante el sueño o en las transiciones entre el sueño y la vigilia) y, más concretamente, dentro de los trastornos del despertar del sueño no REM.

A los terrones nocturnos también se les conoce como terrores del sueño, terrores de la noche o pavor nocturno.

Características

El DSM-5 define los terrores nocturnos como «episodios recurrentes de despertar brusco con terror que suelen comenzar con gritos de pánico». Justo lo que más llama la atención (y asusta) es el grito o el llanto con que se inicia el episodio y el gesto de terror que refleja el rostro de quien lo sufre. El Manual de Trastornos Mentales añade en la descripción de estos episodios: «La persona se sienta súbitamente en la cama gritando o llorando, con expresión aterrorizada y señales de ansiedad intensa (p. ej., taquicardia, respiración rápida, sudoración, dilatación de pupilas». Otras de las características de este trastorno del sueño son:

  • Ojos abiertos y mirada fija. Pese a tener los ojos abiertos y a que esté mirando a un punto fijo, la persona no está despierta ni es consciente de su entorno. En realidad, ni está totalmente despierta ni totalmente dormida, sino que permanece atrapada en un estado intermedio entre la vigilia y el sueño, denominado despertar parcial o incompleto.
  • Conducta agresiva. Es posible que llegue a dar patadas, golpes o manotazos con el consiguiente riesgo de hacerse daño o hacérselo a quien duerma a su lado (o a cualquiera que esté cerca).
  • Dificultad para despertar. La persona tiene despertares bruscos e incompletos en los que da la sensación de estar muy asustada, además de no reaccionar a los intentos de otros por consolarla o despertarla. Y si llega a despertarse, lo más habitual es que no lo haga del todo y vuelva a dormirse. 
  • Amnesia o confusión mental al despertarse. Si bien los niños no suelen recordar nada al despertarse, en el caso de los adultos es posible que lleguen a recordar algún fragmento de lo que estaban soñando cuando sufrieron el episodio de terror nocturno. Pero serán imágenes sin un significado elaborado.
  • La duración oscila entre 1 y 10 minutos, aunque a veces pueden llegar a prolongarse y durar hasta una hora. Por lo general, solo ocurre un episodio en una noche, pero ocasionalmente puede haber varios. Es muy raro que se produzcan durante las siestas diurnas.
  • Se producen en el primer tercio de la noche, que es cuando aparece el sueño profundo.
  • Depresión y ansiedad. No es extraño que las personas con terrores nocturnos puntúen alto en cuestionarios de depresión o ansiedad.
  • Sonambulismo. También es posible que se presenten acompañados de episodios de sonambulismo.

Pese a tener los ojos abiertos y la mirada fija, la persona que sufre terrores nocturnos no está despierta ni es consciente de su entorno.

Por qué aparecen

Hay varios factores que facilitan la aparición de terrores nocturnos, entre ellos:

  • Edad. En la infancia es bastante común, sobre todo entre los 4 y los 7 años. Luego, a medida que se entra en la edad adulta, la incidencia disminuye. También hay personas que tuvieron terrores nocturnos en la niñez, dejaron de experimentarlos y una vez llegan a la edad adulta reaparecen.
  • Privación del sueño. Pasar largos periodos durmiendo poco favorece que haya una mayor cantidad de sueño profundo y, por tanto, la posibilidad de que se produzcan los terrores nocturnos. Otros factores, como la fiebre, el cansancio extremo tienen este mismo efecto.
  • Mala higiene del sueño. Cambios en el horario para dormir, interrupciones del sueño, cenar mucho y muy tarde… aumenta la probabilidad de sufrirlos.
  • Consumo de determinados tipos de fármacos, como el zolpidem (sedante utilizado en trastornos como el insomnio) y el oxibato sódico (se prescribe en el tratamiento de narcolepsia).
  • Niveles elevados de estrés o periodos de mucha tensión emocional. Los episodios tienen más probabilidad de aparecer en épocas de muchos cambios o también cuando se ha vivido algún hecho traumático (diagnóstico de una enfermedad grave, pérdida de un ser querido, haber sufrido un accidente, separación, etc).
  • Trastornos del sueño. A menudo los terrores nocturnos se producen junto a otras alteraciones del sueño como sonambulismo, apnea obstructiva del sueño o síndrome de piernas inquietas.
  • Trastornos psicológicos. Hay psicopatologías que a menudo incluyen entre sus síntomas los terrores del sueño. Es el caso trastorno por estrés postraumático, los trastornos de ansiedad, depresión, trastorno bipolar, etc.
  • Consumo de determinadas sustancias. Un elevado consumo de alcohol u otras sustancias psicotrópicas favorecen su aparición, ya que alteran las fases del sueño.
  • Componente hereditario. Las personas que proceden de una familia con historia de terrores nocturnos tienen hasta diez veces más probabilidades de sufrirlos que quienes no tienen antecedentes familiares.

Diferencias entre terrores nocturnos y pesadillas

Muchas personas utilizan los términos terrores nocturnos y pesadillas como sinónimos, pero no son lo mismo. A diferencia de lo que ocurre con los pavores nocturnos, quien tiene una pesadilla puede despertarse, recordar qué estaba soñando y distinguir que solo ha sido un mal sueño. Además, el despertar es completo (en los terrores nocturnos es parcial).

Tampoco se producen en la misma fase del sueño. Las pesadillas aparecen dentro de la fase REM, donde se producen los sueños y que tiene lugar generalmente al finalizar la noche. Los terrores nocturnos, en cambio, se producen en la fase NoREM y en la primera mitad de la noche.

Por lo que se refiere al movimiento corporal y a diferencia de lo que ocurre con los terrores del sueño, quien está teniendo una pesadilla no se mueve o se mueve muy poco.

Cuando está produciéndose una pesadilla, la frecuencia cardiaca y la respiración van aumentando poco a poco hasta que la persona se despierta. En los terrores nocturnos los despertares se producen de forma brusca sin que haya cambios que anticipen lo que va a sueceder y la frecuencia cardiaca puede aumentar hasta tres o cuatro veces más de lo habitual.

Acerca de la frecuencia, quien sufre terrores del sueño suele tener un episodio en una noche mientras que las pesadillas pueden repetirse dos o tres veces en la misma noche.

A menudo, las pesadillas están relacionadas con alguna experiencia que la persona ha vivido durante el día. Los terrores nocturnos no tienen por qué asociarse con hechos que han tenido lugar durante la jornada.

Pesadillas y terrores nocturnos no son lo mismo.

Una peor calidad del sueño… y de la vida

Los terrores nocturnos afectan a la calidad del sueño y a la calidad de vida en general. Además, los efectos no solo los sufre el afectado, sino también quien convive con él. Algunas de estas consecuencias:

  • Frustración y alteración del estado del ánimo que puede derivar en un trastorno depresivo y en otros problemas psicológicos al querer descansar y no poder.
  • Insomnio. El miedo a dormirse, a que se repitan los episodios y a hacerse daño a sí mismo o a quien se tiene al lado puede generar mucha ansiedad y llevar a un problema de insomnio.
  • Somnolencia excesiva diurna. Al no poder descansar adecuadamente durante la noche, la persona se mostrará más cansada de lo normal y tendrá también más dificultades para concentrarse. Esto hace que el rendimiento también decaiga.

La importancia de una buena higiene del sueño

Mantener una adecuada higiene del sueño es esencial para un buen descanso nocturno en general y para evitar los terrores nocturnos en particular. Algunas pautas:

  • Tratar de mantener una rutina y un horario regular de sueño, durmiendo las horas suficientes.
  • En la medida de lo posible, evitar la privación de sueño y las situaciones que generan estrés.
  • Realizar alguna actividad relajante antes de ir a la cama. Nada de ver películas de miedo o acción, mirar el móvil o jugar a videojuegos.
  • Hacer ejercicio de forma regular para liberar tensiones acumuladas.
  • Evitar cenas muy abundantes poco antes de dormir.
  • Reducir el consumo de estimulantes, tanto de día como de noche.
  • No beber alcohol, especialmente antes de ir a dormir.

En el caso de que hayamos empezado a sufrir terrores nocturnos, deberíamos repasar qué está ocurriendo en nuestra vida: ¿Estamos atravesando un periodo de mucho estrés? ¿Dormimos menos de lo que necesitamos? ¿Estamos tomando algún medicamento que afecte a la calidad del sueño? Es muy posible que poniendo solución a eso disminuyan también los episodios.

Practicar técnicas de relajación también nos ayudará. Hay actividades, como el yoga o la meditación, que contribuyen a reducir el estrés, aumentar el bienestar y mejorar el descanso nocturno.

Si convives con una persona que sufra terrores del sueño, no intentes despertarla porque podría alterarse más. Lo mejor es tratar de mantener la calma y asegurarte de que no haya objetos a su alcance con los que pueda hacerse daño (por si acaso, cierra también las ventanas).

Mantener una adecuada higiene del sueño es esencial para un buen descanso nocturno y para evitar episodios de terrores nocturnos.

Cuándo buscar ayuda profesional

Cuando los terrores del sueño aparecen de forma esporádica no hay por qué preocuparse. Sin embargo, sí deberíamos plantearnos pedir ayuda si…

  • Aumenta la frecuencia.
  • Los episodios interrumpen de forma habitual el descanso de quien los sufre o de quienes están cerca.
  • Llegan a producirse algún tipo de lesiones.
  • Durante el día la persona se siente muy cansada.
  • La persona que sufre terrores nocturnos empieza a tener miedo de irse a dormir.
  • El problema afecta a las actividades cotidianas.

El tratamiento consistiría, básicamente, en poner en práctica pautas que ayuden a mejorar la calidad del sueño y en tratar los problemas médicos o mentales que puedan estar originando los episodios (un trauma que ha quedado enquistado, un duelo no solucionado, ansiedad, depresión, etc.).

Desde el punto de vista farmacológico, cuando el trastorno persista o dificulte mucho el funcionamiento diario, pueden resultar útiles la melatonina, el clonazepam (benzodiacepina que se utiliza también como ansiolítico) o algunos antidepresivos como la paroxetina (inhibidor de la recaptación de serotonina).

(Si necesitas ayuda puedes ponerte en contacto conmigo y te acompañaré en tu proceso)

POLÍTICA DE PRIVACIDAD

De conformidad con lo dispuesto en el Reglamento General (UE) Sobre Protección de Datos, mediante la aceptación de la presente Política de Privacidad prestas tu consentimiento informado, expreso, libre e inequívoco para que los datos personales que proporciones a través de la página web https://www.belenpicadopsicologia.com (en adelante SITIO WEB) sean incluidos en un fichero de “USUARIOS WEB Y SUSCRIPTORES” así como “CLIENTES Y/O PROVEEDORES”

Belén Picado García como titular y gestora del sitio web que visitas, expone en este apartado la Política de Privacidad en el uso, y sobre la información de carácter personal que el usuario puede facilitar cuando visite o navegue por esta página web.

En el tratamiento de datos de carácter personal, Belén Picado Psicología garantiza el cumplimiento del nuevo Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea (RGPD). Por lo que informa a todos los usuarios, que los datos remitidos o suministrados a través de la presente serán debidamente tratados, garantizando los términos del RGPD. La responsable del tratamiento de los datos es Belén Picado García.

Belén Picado García se reserva el derecho de modificar la presente Política de Protección de Datos en cualquier momento, con el fin de adaptarla a novedades legislativas o cambios en sus actividades, siendo vigente la que en cada momento se encuentre publicada en esta web.

¿QUÉ SON LOS DATOS PERSONALES?

Una pequeña aproximación es importante, por ello, debes saber que sería cualquier información relativa a una persona que facilita cuando visita este sitio web, en este caso nombre, teléfono y email, y si adquiere algún producto necesitando factura, solicitaremos domicilio completo, nombre, apellidos y DNI o CIF.

Adicionalmente, cuando visitas nuestro sitio web, determinada información se almacena automáticamente por motivos técnicos como la dirección IP asignada por tu proveedor de acceso a Internet.

CALIDAD Y FINALIDAD

Al hacer clic en el botón “Enviar” (o equivalente) incorporado en nuestros formularios, el usuario declara que la información y los datos que en ellos ha facilitado son exactos y veraces. Para que la información facilitada esté siempre actualizada y no contenga errores, el Usuario deberá comunicar, a la mayor brevedad posible, las modificaciones de sus datos de carácter personal que se vayan produciendo, así como las rectificaciones de datos erróneos en caso de que detecte alguno. El Usuario garantiza que los datos aportados son verdaderos, exactos, completos y actualizados, siendo responsable de cualquier daño o perjuicio, directo o indirecto, que pudiera ocasionarse como consecuencia del incumplimiento de tal obligación. En función del formulario y/o correo electrónico al que accedas, o remitas, la información que nos facilites se utilizará para las finalidades descritas a continuación, por lo que aceptas expresamente y de forma libre e inequívoca su tratamiento con acuerdo a las siguientes finalidades:

  1. Las que particularmente se indiquen en cada una de las páginas donde aparezca el formulario de registro electrónico.
  2. Con carácter general, para atender tus solicitudes, consultas, comentarios, encargos o cualquier tipo de petición que sea realizada por el usuario a través de cualquiera de las formas de contacto que ponemos a disposición de nuestros usuarios, seguidores o lectores.
  3. Para informarte sobre consultas, peticiones, actividades, productos, novedades y/o servicios; vía e-mail, fax, Whatsapp, Skype, teléfono proporcionado, comunidades sociales (Redes Sociales), y de igual forma para enviarle comunicaciones comerciales a través de cualesquier otro medio electrónico o físico. Estas comunicaciones, siempre serán relacionadas con nuestros tema, servicios, novedades o promociones, así como aquellas que considerar de su interés y que puedan ofrecer colaboradores, empresas o partners con los que mantengamos acuerdos de promoción comercial. De ser así, garantizamos que estos terceros nunca tendrán acceso a sus datos personales. Siendo en todo caso estas comunicaciones realizadas por parte de este sitio web, y siempre sobre productos y servicios relacionados con nuestro sector.
  4. Elaborar perfiles de mercado con fines publicitarios o estadísticos.
  5. Esa misma información podrá ofrecérsele o remitírsele al hacerse seguidor de los perfiles de este sitio web en las redes sociales que se enlazan, por lo que al hacerte seguidor de cualquiera de los dos consientes expresamente el tratamiento de tus datos personales dentro del entorno de estas redes sociales, en cumplimiento de las presentes, así como de las condiciones particulares y políticas de privacidad de las mismas. Si desean dejar de recibir dicha información o que esos datos sean cancelados, puedes darte de baja como seguidor de nuestros perfiles en estas redes. Además, los seguidores en redes sociales podrán ejercer los derechos que la Ley les confiere, si bien, puesto que dichas plataformas pertenecen a terceros, las respuestas a los ejercicios de derechos por parte de este sitio web quedarán limitadas por las funcionalidades que permita la red social de que se trate, por lo que recomendamos que antes de seguir nuestros perfiles en redes sociales revises las condiciones de uso y políticas de privacidad de las mismas.

BAJA EN SUSCRIPCIÓN A NEWSLETTER Y ENVÍO DE COMUNICACIONES COMERCIALES

En relación a la baja en la suscripción de los emails enviados, le informamos que podrá en cualquier momento revocar el consentimiento prestado para el envío de comunicaciones comerciales, o para causar baja en nuestros servicios de suscripción, tan solo enviando un correo electrónico indicando su solicitud a: belen@belenpicadopsicologia.com indicando: BAJA SUSCRIPCIÓN.

DATOS DE TERCEROS

En el supuesto de que nos facilites datos de carácter personal de terceras personas, en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 5.4. LOPD, declaras haber informado a dichas personas con carácter previo, del contenido de los datos facilitados, de la procedencia de los mismos, de la existencia y finalidad del fichero donde se contienen sus datos, de los destinatarios de dicha información, de la posibilidad de ejercitar los derechos de acceso, rectificación, cancelación u oposición, así como de los datos identificativos de este sitio web. En este sentido, es de su exclusiva responsabilidad informar de tal circunstancia a los terceros cuyos datos nos va a ceder, no asumiendo a este sitio web ninguna responsabilidad por el incumplimiento de este precepto por parte del usuario.

EJERCICIO DE DERECHOS

El titular de los datos podrá ejercer sus derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición dirigiéndose a la dirección de email: belen@belenpicadopsicologia.com. Dicha solicitud deberá contener los siguientes datos: nombre y apellidos, domicilio a efecto de notificaciones, fotocopia del DNI I o Pasaporte.

MEDIDAS DE SEGURIDAD

Este sitio web ha adoptado todas las medidas técnicas y de organización necesaria para garantizar la seguridad e integridad de los datos de carácter personal que trate, así como para evitar su pérdida, alteración y/o acceso por parte de terceros no autorizados. No obstante lo anterior, el usuario reconoce y acepta que las medidas de seguridad en Internet no son inexpugnables.

CAMBIOS Y ACTUALIZACIONES DE ESTA POLÍTICA DE PRIVACIDAD

Ocasionalmente esta política de privacidad puede ser actualizada. Si lo hacemos, actualizaremos la “fecha efectiva” presente al principio de esta página de política de privacidad. Si realizamos una actualización de esta política de privacidad que sea menos restrictiva en nuestro uso o que implique un tratamiento diferente de los datos previamente recolectados, te notificaremos previamente a la modificación y te pediremos de nuevo tu consentimiento en la página https://www.belenpicadopsicologia.com o contactando contigo utilizando la dirección de email que nos proporcionaste. Te animamos a que revises periódicamente esta política de privacidad con el fin de estar informado acerca del uso que damos a los datos recopilados. Si continúas utilizando esta página web entendemos que das tu consentimiento a esta política de privacidad y a cualquier actualización de la misma.

 

 
Nuestro sitio web utiliza cookies, principalmente de servicios de terceros. Defina sus preferencias de privacidad y / o acepte nuestro uso de cookies.