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noviembre 2022

Mitos sobe la violencia de género que es necesario desmontar

12 mitos sobre la violencia de género que es necesario desmontar

12 mitos sobre la violencia de género que es necesario desmontar 1920 1280 BELÉN PICADO

Los mitos son creencias acerca de la naturaleza de algunas cosas, simplificaciones de algún aspecto de la realidad que son compartidas por una sociedad o una cultura. Estas creencias se caracterizan por que se expresan de forma rígida y absoluta, tienen la capacidad de influir en mayor o menor medida en el pensamiento y en el comportamiento de las personas y se dan por verdaderas, aunque no haya pruebas que las sustenten. En el caso de los mitos sobre la violencia de género, por ejemplo, están muy extendidas ciertas ideas, como que este fenómeno solo se da en familias de bajos recursos o que las víctimas no salen de ahí porque no quieren.

Mantener estos mitos contribuye a:

  • Reducir el apoyo a las víctimas. Jay Peters, investigador y profesor de la Universidad estadounidense de Maine, explica: «Tomados en su conjunto, los mitos (sobre la violencia de género) están pensados para reducir el apoyo social a las víctimas transformándolas de víctimas inocentes de un crimen potencialmente letal en individuos que consciente o inconscientemente decidieron ser maltratados. De hecho, de acuerdo con estos mitos, la víctima no es realmente una víctima porque ella podría haber evitado el abuso, probablemente lo provocó, e inconscientemente lo deseaba».
  • Minimizar la importancia del problema y presentarlo como algo excepcional e, incluso, marginal.
  • Extender la idea de que solo les ocurre a «los demás».
  • Responsabilizar a las mujeres de la violencia que sufren, lo que obstaculiza la detección precoz y tiene terribles consecuencias en su salud mental.
  • Limitar la responsabilidad de los agresores, buscando atenuantes para su conducta. Por ejemplo, poniendo el acento en ciertos factores o circunstancias de la vida que han llevado a un maltratador en concreto a ejercer la violencia.

Los mitos sobre la violencia de género pueden llegar a veces, incluso a negar la existencia de este tipo de violencia. Por eso es tan importante desmontarlos. Estos son algunos de los más relevantes.

1. El maltrato se produce sobre todo en familias y con personas de pocos recursos

Si existe esta percepción es porque en esos casos la violencia es más visible y púbica. Pero ni los maltratadores ni las mujeres maltratadas corresponden a un perfil concreto. La violencia de género se produce en todos los niveles socioeconómicos y culturales.

«No me podía imaginar lo que pasó. Es guapa, tiene buena posición económica y es muy independiente. A mí esto me enseña que nos puede pasar a todas», señala la amiga de una mujer víctima de violencia de género en un reportaje publicado en el periódico El Mundo. Lo que ocurre es que, a menudo, cuando se trata de una mujer con una buena posición económica, social o profesional o bien tarde más en denunciar por vergüenza, o su entorno la presiona para esconder su situación o, incluso, no se la reconoce como víctima. Por otra parte, estas mujeres no suelen recurrir a entidades públicas, sino que tienen acceso a la atención privada de médicos, abogados y psicólogos. Esto permite ocultar el problema y, a la vez, alimenta la falsa creencia de que solo hay violencia de género en familias desestructuradas y con problemas económicos.

2. Los hombres que maltratan sufren algún trastorno mental

Lo que hace este mito es favorecer que se justifique la violencia, evitando con ello que la sociedad condene el maltrato. De hecho, la proporción de las agresiones cometidas por la pareja y vinculadas a trastornos mentales suele ser relativamente bajas.

Además, ser violento no implica que se sufra una psicopatología. Son numerosos los agresores que solo actúan con violencia dentro de casa, mientras que delante del resto de personas se muestran amables, encantadores y pacíficos. Es el caso, por ejemplo, de los psicópatas integrados. Harvey Milton Cleckey y Robert D. Hare, expertos en este tipo de perfil destacan la «ausencia de alucinaciones y otros signos de pensamiento irracional o manifestaciones psicopatológicas».

(En este mismo blog tienes un artículo sobre psicópatas integrados)

Algunos mitos sobre la violencia de género favorecen que se justifique el maltrato.

3. Los hombres que maltratan a su pareja (o expareja) fueron, a su vez, niños maltratados o presenciaron violencia entre sus padres

El niño que ha crecido en una familia en la que se han producido situaciones de violencia de género puede acabar aprendiendo e interiorizando que esa es la forma natural de relacionarse entre un hombre y una mujer. Y luego, en la edad adulta, reproducir ese patrón con su pareja. Sin embargo, no hay una relación causa y efecto. Es decir, no todos los niños que han presenciado malos tratos o los han recibido van a convertirse en adultos maltratadores.

4. El abuso de alcohol y/o drogas es responsable de la violencia de género

Esta es una creencia totalmente errónea. El consumo de alcohol u otras sustancias puede favorecer y aumentar las posibilidades de que se produzca una conducta violenta, pero ni mucho menos es la causa. Ni el alcohol ni otras sustancias por sí mismas determinan el comportamiento de quien las consume. Es más, muchas personas actúan violentamente contra los miembros de su familia sin haber tomado alcohol o drogas. Y, del mismo modo, hay muchas personas adictas que no son violentas. En realidad, el maltrato tiene su base en la propia estructura psicológica de quien recurre a él.

Según el Protocolo de Actuación Sanitaria ante la Violencia Contra las Mujeres, editado por la Consejería de Salud del Gobierno de La Rioja, lo más significativo del consumo de alcohol y otras drogas en el ámbito de la violencia de género es que «permiten al hombre autorizarse a llevar adelante una previa intencionalidad y a la vez, tranquilizar su conciencia y anular su autocrítica. Se bebe para pegar y no se pega por beber. Generalmente, los hombres que maltratan saben cuándo y con quién ser violentos».

5. Los hombres que maltratan a su pareja o expareja lo hacen porque son impulsivos y pierden el control

Ser impulsivo no es sinónimo de ser violento. La mayoría de las veces, las agresiones, tanto físicas como psicológicas o sexuales, no son producto de una explosión de ira incontrolable. Al contrario, se trata de acciones premeditadas que buscan hacer daño y someter a la víctima. Como he mencionado antes, a menudo los hombres que son violentos con su pareja luego se muestran amables y pacíficos en el trabajo o en la calle, incluso pueden ser personas reconocidas y respetadas en otros ámbitos.

Por otra parte, lo habitual es que las agresiones no supongan un hecho aislado, sino que suelen ser repetidas y recurrentes.

6. El origen de la violencia de género está en que los hombres son violentos por naturaleza

Los hombres no son violentos por el mero hecho de pertenecer al género masculino y tener más testosterona. Aunque a menudo se asocia esta hormona masculina al aumento de agresividad, no hay evidencias que lo demuestren. Si esto fuera así, muchos hombres con altos niveles de testosterona estarían implicados en continuos episodios de violencia y no es así. Se trata más de una cuestión cultural. Los comportamientos violentos son conductas aprendidas a partir de modelos familiares y sociales que consideran la violencia como un recurso válido para resolver conflictos. Un maltratador no nace, se hace.

Además, si esto fuera así, todos los hombres irían por la vida peleándose con cualquiera que les disgustase, no se sometiera a sus deseos o no cumpliese sus expectativas, independientemente del género.

Cada uno de nosotros podemos elegir si actuar de modo violento, o no. Afirmar que la violencia es cuestión de tener mal carácter o de la propia naturaleza masculina, hace que el agresor rechace su responsabilidad sobre su conducta.

Mios sobre la violencia de género

7. Un hombre no maltrata porque sí, algo habrá hecho la mujer para provocarlo

Esta falsa creencia lleva a que la víctima se sienta culpable y piense que, si no hubiera adoptado una conducta determinada, habría podido evitar la violencia de su agresor. El maltrato no depende de lo que haga, o no, la mujer, sino del significado que el hombre atribuya a ese comportamiento. De hecho, este puede encontrar provocadora cualquier actitud que implique lo que él considera una ruptura del rol que debe adoptar la mujer (por ejemplo, el de atención y cuidado).

Es cierto que la conducta de una persona puede provocar enfado en otra, pero recurrir a la violencia es responsabilidad exclusiva de quien la ejerce. No hay ninguna ‘provocación’ que justifique una agresión.

Además, cuando se ha iniciado el ciclo de la violencia da igual lo que la mujer haga. Muchas víctimas intentan reducir las agresiones tratando de complacer a su pareja y, sin embargo, no sirve de nada, ya que el agresor siempre encontrará motivos para dejar clara su posición de poder a través del maltrato.

8. Los malos tratos son cosas de pareja y no tienen por qué ‘ventilarse’

No es raro que, ante una situación de maltrato, escuchemos frases como «Eso es cosa de dos», «Mejor no meterse en los asuntos de pareja», «Los trapos sucios mejor lavarlos en casa«… Pero no estamos ante un asunto privado, sino ante un tema que nos afecta a todos como sociedad porque este tipo de violencia se da también en otros contextos, como el de la educación o el laboral. La violencia de género es responsabilidad de todos y de todas y relegarla al ámbito familiar o de pareja lo único que hace es deslegitimar su alcance.

9. Si hay hijos, lo mejor es aguantar en la relación para que no sufran

Nunca será beneficioso para un niño o una niña permanecer en un entorno marcado por la violencia. Exponerlos de forma directa o indirecta al maltrato dejará en ellos importantes secuelas físicas, psicológicas y emocionales: inseguridad, problemas de conducta, baja autoestima, miedos, pesadillas, retraso en el desarrollo del lenguaje, problemas de aprendizaje e interacción social, ansiedad, sentimientos de culpa, trastorno por estrés postraumático, etc. Por ello, lo más responsable y beneficioso para ellos es protegerles, alejándolos de estas situaciones.

La Academia Americana de Pediatría (AAP) ha reconocido que «ser testigo de violencia doméstica puede ser tan traumático para el niño como ser víctima de abusos físicos o sexuales».

10. La mujer que ‘aguanta’ una situación de maltrato es porque quiere. Si no, se iría

Las mujeres que sufren malos tratos por parte de sus parejas lo pasan terriblemente mal. Sin embargo, son muchas y complejas las razones que explican por qué permanecen en esa situación: falta de medios suficientes para mantenerse a sí mismas y a sus hijos, la vergüenza, el qué dirán, el sentimiento de culpa, el miedo, la esperanza en que el agresor cambie, la propia anulación psicológica que supone el maltrato, la falta de apoyos…

Hay que tener en cuenta que el hecho de que esta situación se produzca dentro de una relación afectiva hace aún más difícil identificar el maltrato, sobre todo en el caso de mujeres que han crecido en una familia donde el uso de la violencia estaba normalizado. También influyen en ello ciertos mensajes como «Quien bien te quiere te hará llorar», «Si te pego es porque te quiero y me importas» o «A mí me duele más que a ti».

Otro componente que dificulta que la mujer se vaya es el temor a que no la crean, especialmente si se trata un agresor cuyo comportamiento es totalmente diferente fuera del hogar que de puertas para adentro.

(En este blog tienes un artículo sobre los motivos por los que la mujer maltratada no abandona a su agresor)

Los mitos sobre la violencia de género contribuyen a mantener la situación de maltrato.

11. El maltrato psicológico no es tan grave como la violencia física

El abuso emocional continuado, aun cuando no exista violencia física, provoca en las víctimas consecuencias muy graves en la salud física (colon irritable, trastornos gastrointestinales, dolor crónico…) y mental (depresión, ansiedad, pérdida de autoestima, trastornos del sueño, abuso de sustancias, trastorno de estrés postraumático, etc.).

A menudo, los daños que no se ven son más severos y duraderos que los físicos. El maltrato psicológico arrasa y anula la autonomía, la autoestima y la voluntad de la mujer, lo que dificulta que ponga límites y pueda romper la relación. De cualquier forma, es muy raro que solo se dé un solo tipo de maltrato. Normalmente violencia física y psicológica suelen ir unidas y en muchas ocasiones no son los únicos tipos de maltrato. Además de estas dos formas de violencia de género, hay otras que a menudo se interrelacionan entre sí: violencia verbal, violencia económica, violencia sexual, violencia vicaria y violencia socieconómica.

12. Los casos de violencia de género son escasos, se trata de un fenómeno puntual y muy localizado

Basta con repasar las estadísticas para desmentir este mito.

  • En 2021, hubo 30.141 víctimas por violencia de género en España (datos del Instituto Nacional de Estadística).
  • Según datos de la Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU), «la forma más común de violencia experimentada por las mujeres en todo el mundo es la violencia dentro de la pareja».
  • Un estudio, liderado por la Organización Mundial de la Salud y publicado en la revista científica The Lancet, concluye que el 27 por ciento de la población femenina mundial ha sufrido alguna vez en su vida violencia física o sexual por parte de sus parejas hombres. Esto supone una de cada cuatro mujeres.

 

Teléfono gratuito de atención a víctimas de malos tratos por violencia de género: 016 (funciona 24 horas del día los 365 días del año)

 

Referencias

Bosch-Fiol, E., y A. Ferrer-Pérez, V. (2012). Nuevo mapa de los mitos sobre la violencia de género en el siglo XXI. Psicothema, 24(4), pp. 548-554.

Consejería de Salud Gobierno de La Rioja (2010). Protocolo de actuación sanitaria ante la violencia contra las mujeres. Logroño: Consejería de Salud. Gobierno de La Rioja

Peters, J. (2008). Measuring myths about domestic violence: Development and initial validation of the domestic violence myth acceptance scale. Journal of Aggression, Maltreatment & Trauma, 16(1), pp.1-21.

Sardinha, L., Maheu-Giroux, M., Stöckl, H., Meyer,S. R. y García-Moreno, C. (2022). Global, Regional, and National Prevalence Estimates of Physical or Sexual, or Both, Intimate Partner Violence Against Women in 2018. The Lancet, 399, pp. 803-813.

Marilyn Monroe: Secuelas de una infancia traumática (más allá de la película "Blonde")

Marilyn Monroe: Secuelas de una infancia traumática (más allá de «Blonde»)

Marilyn Monroe: Secuelas de una infancia traumática (más allá de «Blonde») 2000 1600 BELÉN PICADO

Marilyn Monroe vuelve a estar de actualidad (en realidad nunca ha dejado de estarlo) gracias a (o a pesar de) la película Blonde dirigida por Andrew Dominik. Desde su estreno en Netflix, esta producción no ha dejado indiferente a nadie. Por supuesto, mi intención con este artículo no es hacer una crítica desde el punto de vista técnico y cinematográfico. Pero, desde una perspectiva psicológica y dejando a un lado la impecable interpretación de Ana de Armas, pienso que se hace un retrato crudo, sórdido e insensible de la protagonista de películas como Los caballeros las prefieren rubias o Con faldas y a lo loco. Además, no solo se muestra falta de empatía y compasión hacia la Marilyn, sino también hacia quienes han sufrido este tipo de traumas. Eso, sin contar con el riesgo de retraumatización que supone para estas personas exponerse a algunas de las escenas.

Es verdad que la actriz fue víctima de abusos sexuales en su infancia, que pasó por el orfanato y numerosas casas de acogida, que tuvo relaciones tóxicas o que sufría una adicción al alcohol y los psicofármacos. Todo esto es cierto y ella misma habló de ello en varias ocasiones. También tengo claro que la película Blonde no es una biografía, sino la adaptación del libro de Joyce Carol Oates que, a su vez, ofrece una versión novelada de la vida de Marilyn Monroe. Sin embargo, igualmente importante es reflexionar sobre la responsabilidad que implica decidir cómo se reflejan este tipo de experiencias, se correspondan o no con lo sucedido en la realidad.

El daño mental y emocional que pueden derivarse de años de maltrato y todo tipo de abusos no es, ni mucho menos, un asunto para tomarlo a la ligera o banalizarlo. Hay una gran diferencia entre concienciación y sensacionalismo. Sí, es necesario hablar sobre estos temas, pero esa necesidad no puede convertirse en una justificación del «todo vale» para conseguir más espectadores.

No estamos hablando de un personaje de ficción, sino de una persona real cuyo sufrimiento también fue real. Mi intención con este artículo es conocer un poco más al ser humano que se escondía tras la estrella. Y, sobre todo, reflexionar sobre los devastadores efectos que la negligencia, el abandono y el abuso sexual en la infancia tienen en la edad adulta.

Cartel de la película Blonde

Una infancia marcada por los abusos

En primer lugar, y para comprender el sufrimiento y la inestabilidad de Marilyn Monroe, es necesario conocer la infancia y adolescencia de Norma Jeane Mortenson, su verdadero nombre. Al fin y al cabo, el modo en que nos enfrentamos al mundo de los adultos depende en gran parte de la calidad de nuestras vivencias en la niñez.

Desde que nacemos, nuestras experiencias se acumulan en la memoria y se integran con nuestra forma de sentir y de pensar. Así, poco a poco, va conformándose nuestra personalidad. En esta capacidad de integrar lo que vivimos, pensamos y sentimos juega un papel esencial la relación que establecemos con nuestras figuras de apego. Si hemos tenido unos cuidadores disponibles y atentos a nuestras necesidades, desarrollaremos un apego seguro y una representación de nosotros mismos como personas válidas. Sin embargo, a veces esas figuras son imprevisibles, negligentes o abusadoras o, directamente, están ausentes. Y todo esto confluyó en el caso de Norma Jeane:

  • No llega a conocer a su padre. Este abandonó a su madre, Gladys, al saber que estaba embarazada.
  • Al poco de nacer, su madre la entrega a un matrimonio con quien pasa sus primeros siete años de vida.
  • A los 8 años, vuelve con su madre, pero por poco tiempo, ya que esta tiene una crisis y es internada en un sanatorio psiquiátrico donde le diagnostican esquizofrenia paranoide. Aunque no hay pruebas de que la maltratase o intentara ahogarla en la bañera, como se muestra en la película Blonde, la inestabilidad de la mujer hizo que Norma viviera en un ambiente negligente, falto del afecto y sin el apoyo que necesita una niña para su desarrollo.
  • De ahí, Norma pasaría a vivir en varios orfanatos y casas de acogida, donde la negligencia continuó en forma de todo tipo de abusos, tanto físicos y psicológicos como sexuales. En ese tiempo el cine fue su refugio. «Algunas de mis familias de acogida me enviaban al cine para sacarme de casa y allí me sentaba todo el día y hasta la noche», contaba en una entrevista para la revista Life en 1962.

La propia actriz se expresa así en una de las grabaciones que forman parte del documental El misterio de Marilyn Monroe. Las cintas inéditas (Netflix): «No me considero huérfana, fui una niña abandonada. Nunca llegué a ser feliz. No era algo con lo que pudiera contar. Cuando me llevaron al orfanato me dejaron allí y no paraba de gritar ‘¡No soy huérfana!’. Me fijaba en todas las mujeres que veía y decía: ‘Es una mamá’. Y si veía a un hombre decía: ‘Es un papá».

Marilyn, la seducción, el sexo y el miedo al abandono

«A veces sentía que estaba enganchada al sexo; como un alcohólico lo está al licor o un drogadicto a la droga», confesó Marilyn al periodista británico William J. Weatherby en una entrevista. Y es que el haber sido víctima de abusos sexuales en la infancia influye mucho en el modo en el que se afronta el sexo en la edad adulta. El sexo se convierte en una herramienta para encontrar amor y aceptación. Sin embargo, paradójicamente, ni la necesidad de seducir ni la adicción al sexo tienen que ver con el sexo, sino con la necesidad de intimidad.

La persona que ha sufrido abusos sexuales en una etapa temprana de su vida crece hambrienta de afecto y cariño y llega a equiparar erróneamente amor y sexo. En esa confusión, el sexo acaba convirtiéndose en muchas ocasiones en un medio para satisfacer no solo la necesidad de amor, sino también para ahuyentar la soledad, el miedo, la ansiedad o la vergüenza. También para ‘desconectar’ de un profundo dolor emocional.

Cuando crecemos en un ambiente seguro y con cuidadores confiables interiorizamos esa sensación de seguridad y autonomía, de modo que podremos recurrir a ella y evocarla mentalmente en momentos de sufrimiento. Sin embargo, en un ambiente de abusos estas representaciones internas no van a poder formarse y el niño o la niña se hará dependiente de la valoración y el consuelo que sea capaz de encontrar en fuentes externas. Se inicia así una permanente y desesperada búsqueda de amor que en la edad adulta suele llevar a involucrarse en relaciones afectivas tóxicas, abusivas y tormentosas.

Dice la psiquiatra e investigadora Judith Herman en su libro Trauma y recuperación: «El motor de las relaciones íntimas de la superviviente es su ansia de encontrar protección y cuidados y su mayor temor es ser abandonada o explotada. En su necesidad de ser rescatada puede toparse con poderosas figuras autoritarias que parecen ofrecer la promesa de una relación especial basada en los cuidados. Idealizando a la persona de la que se encariña, mantiene a raya el temor constante a ser dominada o traicionada. Sin embargo, resulta inevitable que la superviviente tenga grandes dificultades para protegerse en el contexto de las relaciones íntimas. Su desesperada ansia de protección y de cuidados hace que le resulte difícil marcar límites seguros y apropiados con los demás».

En el caso de Marilyn, toda su vida fue una búsqueda incansable de esa figura protectora que no tuvo en su infancia, a la vez que se sentía presa de una angustia constante ante el temor de que esa figura la abandonase. Buscaba en los hombres amor, contacto físico y afecto, pero también calmar la abrumadora sensación de soledad que siempre la acompañó.

Los traumas vividos en su infancia y adolescencia marcaron la vida de Marilyn Monroe.

Anestesiar el dolor a través del alcohol y los psicofármacos

Son numerosos los estudios que avalan la relación entre los abusos sexuales en la infancia y los comportamientos adictivos en la edad adulta.

Cuando una persona ha vivido una infancia marcada por los abusos, el abandono, la negligencia o los malos tratos existen muchas probabilidades de que caiga en alguna adicción en un intento desesperado de anestesiar el dolor, escapar del vacío y vencer la sensación de inseguridad. Si, además, se han producido abusos sexuales como es el caso de Marilyn Monroe, es muy posible que surjan emociones de culpa y vergüenza y se mantengan en la edad adulta. Estos sentimientos de menosprecio hacia uno mismo, unidos a la creencia irracional de merecerlo, puede llevar a la persona a abusar del alcohol o de otro tipo de sustancias como una forma de autocastigo.

La misión de las figuras de apego o de los cuidadores es proporcionar al niño una base segura. Una base desde la que explorar el mundo y que le sirva de refugio en caso de peligro. Cuando esto no es así, como le ocurrió a Marilyn, el niño tiene que desarrollar estrategias alternativas de regulación emocional. Ella recurrió a sustitutos, como el alcohol, el sexo o los psicofármacos, con la esperanza de que llenasen un vacío que no dejaba de crecer y le aportasen la calma que no pudo encontrar en quienes deberían habérsela proporcionado. Sin embargo, pasados los efectos, la realidad volvía a ponerla frente a su soledad y a su dolor, justo lo que quería evitar a toda costa.

(En este mismo blog tienes un artículo sobre alcoholismo y apego inseguro)

Disociación: Norma Jeane frente a Marilyn

A lo largo de la vida, a veces hay experiencias tan traumáticas o abrumadoras emocionalmente que se produce una desconexión entre la mente de la persona y la realidad que está viviendo. Este fenómeno psicológico se conoce como disociación y supone una verdadera estrategia de supervivencia, especialmente cuando el trauma se produce en los primeros años de vida. En el caso de la actriz, vivir una infancia y una juventud marcadas por las experiencias traumáticas la llevó a ser una ‘experta’ en desconectar de su cuerpo, de sus emociones y de su entorno.

Quizás, una de las principales muestras de la disociación en Norma Jeane, en su intento de distanciarse de tanto dolor, fue la creación de Marilyn Monroe. Aunque, en cierto modo, Marilyn la ayudaba a enfrentarse al mundo que la rodeaba, en ocasiones Norma sentía rechazo por aquella rubia sexy que la miraba al otro lado del espejo, incluso llego a soñar con una vida lejos de los focos. Sin embargo, Marilyn necesitaba que la mirasen y la admirasen. La estrella quería atención y deseaba causar sensación, pero la niña que Norma Jeane llevaba dentro solo ansiaba validación, afecto y estabilidad. La propia actriz reconocía que había dos personalidades distintas conviviendo en su interior, incluso en algunas de sus declaraciones habla de Marilyn en tercera persona (esto también se refleja en la película Blonde).

En el documental Love, Marilyn, varios actores y actrices ponen voz a escritos y grabaciones de Marilyn Monroe. En uno de estos fragmentos, se escucha una de las declaraciones de la actriz: «Tengo la sensación de que todo le está pasando a otra persona a mi lado. Estoy cerca, lo noto, lo oigo, pero no soy yo en realidad».

Truman Capote también fue testigo de su desconexión con la realidad. Un día en que ambos estaban en un restaurante y ella fue al aseo, el escritor y amigo de Marilyn relata: «Cuando pasaron veinte minutos, decidí investigar. Quizá se había metido una dosis mortal [de tranquilizantes], o a lo mejor se había cortado las muñecas. Encontré el lavabo de señoras, y llamé a la puerta. Ella dijo: ‘Pasa’. Estaba frente a un espejo mal iluminado. Pregunté: ‘¿Qué estás haciendo?’. Ella contestó: ‘Mirándola».

A veces, Marilyn Monroe sentía que el precio de la fama era demasiado alto.

Norma Jeane a través de sus palabras

Qué mejor modo de conocer a la actriz que a través de sus propias declaraciones y de algunos de sus poemas.

Necesidad de pertenencia

«Sabía que pertenecía al público y al mundo, no porque tuviera talento o fuera hermosa, sino porque nunca fui parte de algo anteriormente. El público era la única familia, el único príncipe azul y el único hogar con el que alguna vez pude soñar». (My Story. Memorias de Marilyn Monroe)

Felicidad

«Durante años pensé que tener padre y estar casada significaba felicidad. Pero me he casado tres veces y aún no he encontrado la felicidad permanente. Hay que aprovechar al máximo el momento». (Marilyn Monroe: The Last Interview: and Other Conversations)

Síndrome de la impostora

«Hubo momentos en Vidas Rebeldes, en las escenas emocionales, en los que tenía la sensación de que iba a fracasar por mucho que me esforzara y no quería ir a rodar por la mañana. Lamentaba no ser una camarera o una señora de la limpieza y estar libre de las grandes exigencias de la gente. A veces sería un gran alivio dejar de ser famosa». (Conversaciones con Marilyn)

Timidez

«La lucha contra la timidez está en los actores más de lo que uno se pueda imaginar. Es una verdadera lucha. Soy una de las personas más tímidas del mundo. Y realmente tengo que esforzarme». (Last Talk With a Lonely Girl: Marilyn Monroe)

El (alto) precio de la fama

«Cuando eres famoso te topas con la verdadera naturaleza humana de la manera más cruda. La fama despierta la envidia. La gente cree que tu fama les da algún tipo de privilegio para acercarse a ti y decirte cualquier cosa, sea lo que sea». (Last Talk With a Lonely Girl: Marilyn Monroe)

«Es bonito formar parte de las fantasías de la gente, pero también lo es que te acepten por ti misma. Yo no me veo como una mercancía, pero estoy segura de que mucha gente sí me ha visto así. A veces me invitan a sitios para alegrar una mesa, como un músico que toca el piano después de cenar. No te invitan realmente por ti. Solo eres un adorno». (Last Talk With a Lonely Girl: Marilyn Monroe)

«Cuando eres famosa se exageran todas tus debilidades». (Last Talk With a Lonely Girl: Marilyn Monroe)

Algunos poemas (recopilados en el libro Fragmentos)

Miedo

Tengo tanto miedo a que no me quieran

que cuando me quieren

solo soy capaz de pensar

en el instante

cercano o lejano

en que dejarán de quererme.

Sola

Sola. Estoy sola.

Siempre he estado sola,

pero hoy

ni siquiera me tengo a mí misma

para hacerme compañía.

Tal como soy

Soy hermosa por fuera,

pero horrible por dentro.

Por eso me avergüenza

mirarme en el espejo

y en los ojos de los demás.

Temo que me vean

desnuda

toda mocos y llanto.

Tal como soy.

Referencias

Banner, L. (2012). Marilyn: The passion and the paradox. New York: Bloomsbury Publishing.

Cooper, E. (Director) (2022). El misterio de Marilyn Monroe: las cintas inéditas [Documental]. Netflix

Dominik, A (Director) (2022). Blonde [Película]. Plan B Entertainment

Doyle, S. (2020). Marilyn Monroe: The Last Interview: and Other Conversations. New York: Melville House

Garbus, L. (Director) (2012). Love, Marilyn. [Documental]. Diamond Girl Productions

Hecht, B. (2011). My Story. Memorias de Marilyn Monroe. Barcelona: Global Rhythm Press

Herman, J. (2004). Trauma y recuperación: Cómo superar las consecuencias de la violencia. Madrid: Espasa

Meryman, R. (1962). Life Magazine. A Last Talk With a Lonely Girl.

Monroe, M. (2010). Marilyn Monroe: Fragmentos. Barcelona: Seix Barral.

Newson, T. (Director) (1996). We remember Marilyn [Documental]. Multicom Entertainment Group y Passport International Entertainment

Weatherby, W.J. (1978). Conversaciones con Marilyn. Barcelona: Editorial Gedisa

 

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