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julio 2019

El deporte es beneficioso a cualquier edad

Deporte y salud mental: Beneficios psicológicos de hacer ejercicio

Deporte y salud mental: Beneficios psicológicos de hacer ejercicio 1920 1279 BELÉN PICADO

Me considero una persona constante… en casi todo. Pese a ser consciente de la  importante relación entre deporte y salud mental, hacer ejercicio siempre ha sido mi asignatura pendiente…. hasta hace unos meses. Como me había apuntado varias veces a un gimnasio y no había superado las ocho semanas, probé con una academia de baile que hay cerca de casa y ¡Bingo!. Nueve meses después puedo decir que el ejercicio forma parte de mi rutina diaria, me gusta y me ayuda a sentirme bien. Es más, si no puedo ir algún día lo echo de menos. Por fin he encontrado una actividad que me motiva y, a la vez, me beneficia física y mentalmente.

Qué le pasa al cerebro cuando hacemos ejercicio

Hasta llegar a convertir el deporte en parte de mi vida, mi cerebro ha realizado un interesante proceso que arranca al inicio del ejercicio, en el momento en que mis músculos empiezan a contraerse y a relajarse. En ese momento, empiezan a generarse varias sustancias:

  • Factor neurotrófico del cerebro (BDNF). Es una proteína que mejora la capacidad plástica del cerebro, ayudándolo a adaptarse mejor a las situaciones en función del ambiente y mejorando su capacidad cognitiva. De hecho, según un artículo publicado en la revista científica Neurology, cuanto mayor es la reserva de esta sustancia más protegido está nuestro cerebro frente a enfermedades como el alzhéimer.
  • Endorfinas. Son un poderoso anestésico natural, cuya finalidad es disminuir la incomodidad que puede producir el ejercicio, así como bloquear la sensación de dolor. Asimismo, la acción de estos neurotransmisores es responsable de la sensación de euforia y bienestar que nos invade después de hacer deporte. Este efecto hace de la actividad física una de las recomendaciones que los psicólogos hacemos en casos de ansiedad, estrés o depresión.
  • Serotonina. Se la conoce como la hormona de la felicidad y, además, de regular el estado de ánimo y disminuir la impulsividad, facilita la relajación, incrementa la tolerancia al estrés y ayuda a conciliar mejor el sueño. Otro ejemplo más de la relación entre deporte y salud mental.
  • Dopamina. Se considera la mediadora del placer y se dispara cuando iniciamos el camino hacia un objetivo y también cuando lo cumplimos. Por eso, una buena forma de elevarla es proponernos pequeñas metas y celebrar la consecución de cada una de ellas. En cuanto al nivel cognitivo, la dopamina regula funciones como el aprendizaje y a memoria, y tiene un papel fundamental en la toma de decisiones.

(En este blog puedes leer el artículo «10 cosas (fáciles) que puedes hacer para mantener un cerebro sano«)

El deporte eleva los niveles de serotonina

El deporte favorece nuestra autoestima y ayuda a consolidar la memoria

Teniendo en cuenta tanto la teoría como mi propia experiencia, he aprendido cinco cosas sobre deporte y salud mental:

  1. No es necesario machacarse ni ponerse metas difíciles y lejanas. Si nunca has hecho deporte, practicar crossfit seis días a la semana no es buena idea… No solo es posible que te lesiones, sino que te desmotivarás y no querrás seguir. Empieza trazándote objetivos asumibles y, según vayas alcanzándolos, te planteas otros más ambiciosos. Puedes comenzar, por ejemplo, entrenando tres días a la semana con ejercicios de intensidad moderada.
  2. Influye positivamente en la autoestima. Independientemente del peso, la edad o el sexo, con el deporte mejoramos nuestra agilidad, flexibilidad y resistencia. Y esto, además de ayudarnos a estar mejor físicamente, repercute en nuestro autoconcepto generando autoconfianza y una percepción más positiva de nosotros mismos. La satisfacción de lograr vencer la pereza, ser disciplinados e ir superando retos también hace que nos valoremos más.
  3. Contribuye a mejorar las relaciones sociales. Las emociones se contagian, así que si desprendes alegría y buen humor gracias a las endorfinas y a la serotonina que se generan con el deporte seguro que los demás querrán estar contigo. Por otro lado, en caso de que elijas un deporte de grupo o participes en clases dirigidas tendrás oportunidad de conocer gente nueva.
  4. Más necesaria que la fuerza de voluntad, es la motivación. Por ello, es muy importante encontrar una actividad con la que realmente disfrutes y un lugar en el que te sientas a gusto y al que tengas ganas de volver, ya sea por la actividad, por los monitores o por los compañeros. En cuanto a la distancia, si has encontrado un gimnasio estupendo y con muchísimas actividades, pero eres de los “perezosos” y te queda muy lejos, quizás tengas que buscar uno más cercano, aunque sea más básico en cuanto a instalaciones. Y si no te gustan los espacios cerrados siempre puedes optar por un deporte al aire libre.
  5. El deporte ayuda a consolidar la memoria. En 2016 un grupo de neurocientíficos holandeses comprobaron que hacer ejercicio aeróbico cuatro horas después de aprender algo ayuda a consolidar los conocimientos adquiridos. Además, el aumento de la proteína BDNF influye positivamente en la toma de decisiones, en el pensamiento y el aprendizaje.

El deporte ayuda a mejorar la salud mental

Otros beneficios de la actividad física

  • Es eficaz en el tratamiento de adicciones. Tener valores elevados de BDNF ayuda a reducir la necesidad de consumir droga en adictos y contrarresta la eficacia reforzante de sustancias como la cocaína.
  • Previene el alzhéimer. Recientemente, investigadores de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) y de la Universidad Federal de Río de Janeiro (Brasil) descubrieron que una hormona que se libera en la sangre durante el ejercicio, la irisina, es capaz de mejorar la capacidad cognitiva y favorecer el crecimiento neuronal en el hipocampo, una región cerebral muy importante en el aprendizaje y la memoria.

El deporte previene el alzhéimer

  • En el caso de los niños, ayuda a mejorar la concentración y, por tanto, el rendimiento escolar; favorece la socialización y la autonomía; mejora la confianza en sí mismo y la autoestima; y favorece la adquisición de valores como la constancia, la perseverancia, el esfuerzo, la disciplina, la cooperación, el compañerismo, el trabajo en equipo, etc.

Si quieres saber más sobre la relación entre deporte y salud mental, te aconsejo ver el episodio que el programa «Redes», dirigido por Eduard Punset, dedicó a este tema.

https://www.youtube.com/watch?v=v6k3CHZibLU

El lenguaje tiene el poder de cambiar nuestra concepción del mundo

El poder del lenguaje: Tomar conciencia y responsabilizarnos de nuestras palabras

El poder del lenguaje: Tomar conciencia y responsabilizarnos de nuestras palabras 1920 1280 BELÉN PICADO

El lenguaje tiene el poder de transformar nuestra percepción del mundo. Lo que ocurre es que normalmente vamos con el piloto automático y no nos damos cuenta. Prestar más atención a las palabras que utilizamos a diario puede ayudarnos a comprender su auténtico significado y, de paso, a adquirir responsabilidad sobre lo que verdaderamente queremos decir.

Como el tema del lenguaje es tan apasionante como amplio, le dedicaré varios artículos. En esta ocasión os propongo un ejercicio sencillo que se hace en terapia Gestalt partiendo de algunas palabras que solemos utilizar casi de modo automático. Comprobaréis la diferencia entre tomar un papel pasivo ante nuestras propias palabras o tomar conciencia y elegir responsabilizarnos de ellas. La decisión siempre es nuestra. Probad a cambiar algunas de vuestras expresiones habituales y observad como os sentís.

“No puedo”/ “No quiero”

Cambia “No puedo decir lo que pienso” por “No quiero decir lo que pienso”. Mientras el “no puedo” te sitúa en un papel pasivo, con “no quiero” eres tú quien eliges negarte, bien porque no te apetece o bien porque el precio de hacerlo sería demasiado alto. Fritz Perls, el creador de la terapia Gestalt, decía: “No diga que no puede, diga que no lo hará”. En realidad, al decir “no lo haré” soy yo quien me sitúo en el origen de la decisión. También es una manera de enfrentarnos a nuestra responsabilidad.

“Necesito”/ “Quiero”

Cambiemos ahora “Necesito que vengas a verme” por “Quiero que vengas a verme”. Es cierto que muchas veces lo que creemos necesitar es muy tentador y agradable, pero lo cierto es que podríamos sobrevivir fácilmente sin ello. Cuando en vez de “necesito” digo “quiero” me sigo refiriendo a lo mismo, pero mostrando menos exigencia hacia la otra persona.

Debemos tomar conciencia y responsabilizarnos de nuestras palabras

“Tengo que” / “Quiero” / “Elijo”

Si sustituyes “Tengo que apuntarme al gimnasio” por “Quiero apuntarme al gimnasio” o “Elijo apuntarme al gimnasio” estás adquiriendo una responsabilidad contigo mismo. Tanto “elijo” como “quiero” te dan la opción de hacer una elección, lo que por supuesto incluye la posibilidad de optar por seguir haciendo lo mismo que antes.

“Tengo miedo”/ “Me gustaría”

A veces las palabras “Tengo miedo de…” esconden deseos ocultos que nuestros miedos e inseguridades nos impiden cumplir (pero la mayoría de las veces no somos conscientes de ello). ¿Qué ocurre si cambiamos “Tengo miedo de decirle a mi jefe lo que pienso” por “Me gustaría decirle a mi jefe lo que pienso? Sentir a la vez miedo y atracción hacia algo es normal; reconocerlo nos ayuda a ver qué podríamos ganar y qué podríamos perder si lo intentamos.

“Pero”/ “Y”/ “Aunque”

Cuando decimos “Hoy hace sol, pero mañana lloverá” estamos fijando nuestra atención en la parte más negativa de la frase y quitando protagonismo a que hoy hace sol. Si lo cambiamos por “Hoy hace sol y mañana lloverá” la atención está equilibrada y sería mucho mejor si cambiamos el “pero” por “aunque”, porque pasaríamos a centrar nuestra atención en la primera parte “Hoy hace sol, aunque mañana lloverá”.

Tomemos un papel activo a la hora de comunicarnos

Para terminar, os dejo con una cita del libro “El darse cuenta”, de John O. Stevens:

«Siempre que digo “Tengo que”, “No puedo”, “Necesito” o “Tengo miedo”, me hipnotizo creyéndome menos capaz de lo que realmente soy. “Tengo que” me convierte en esclavo, “No puedo” y “Tengo miedo de” me debilitan y acobardan y “Necesito” me hace desvalido e incompleto. Siempre que digo “Elijo”, afirmo que tengo el poder de elegir, aun cuando continúo eligiendo de la misma manera que antes. Y cuando digo “No quiero” afirmo mi poder de negación a la vez que tomo conciencia de mi energía. Por otra parte, cuando digo “quiero” admito que, aunque muchas cosas que deseo podrían ser agradables y cómodas, son conveniencias y no necesidades. Cuando digo “Me gustaría” me doy cuenta de que experimento atracción tanto como miedo y por tanto puedo valorar las posibles ventajas e inconvenientes de aquello que temo intentar».

Nuestro cerebro necesita descansar

¿Qué ocurre en nuestro cerebro mientras dormimos?

¿Qué ocurre en nuestro cerebro mientras dormimos? 1920 1233 BELÉN PICADO

Imagina que debes entregar un importante trabajo a primera hora de la mañana o que tienes que conducir toda la noche. Tratas de ahuyentar el sueño, intentas sofocar tu primer bostezo y te decides a pasar despierto el resto de la madrugada. Ese bostezo ha sido el primer signo de que no estás tan despierto como crees. Después de 18 horas sin dormir, el tiempo de reacción comienza a aumentar de un cuarto de segundo a medio segundo y así sucesivamente. Luego empezarás a notar accesos de microsueño. Estas pequeñas cabezadas, que duran de 2 a 20 segundos, pueden provocar que te salgas de tu carril si estás conduciendo o que tengas que releer el mismo párrafo varias veces, si tienes un libro en tus manos.

Nuestro cerebro necesita descansar

En el reino animal, el sueño juega un papel tan importante en la supervivencia como la comida, el agua o las relaciones sexuales. Necesitamos dormir y nos pasamos la tercera parte de nuestra vida haciéndolo, pero todavía no hay consenso en el porqué de esta necesidad.

Muchos investigadores no creen que el sueño sirva para restablecer la actividad del organismo. Los músculos no necesitan dormir, simplemente requieren períodos intermitentes de relajación, y el resto del cuerpo sigue funcionando más lentamente, aparentemente ignorando si el cerebro duerme o está despierto.

¿Sirve entonces para refrescar el cerebro? Esto es más probable, porque al cerebro sí le ayuda una noche de sueño. En lo que los científicos no se ponen de acuerdo es en el tipo de beneficios. Según unos, el descanso nocturno permite al cerebro procesar y asimilar la información recogida durante el día. Otros creen que dormimos para permitir a la materia gris “reabastecerse de combustible”, mientras que un tercer grupo sugiere que el sueño, de alguna misteriosa manera, ayuda a fijar habilidades como tocar el piano o montar en bicicleta.

Dormir ayuda a fijar aprendizajes

El sueño y la memoria

El cerebro utiliza el descanso nocturno para procesar recuerdos. Según Robert Stickgold, profesor de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de Harvard, “el cerebro recoge durante el día información a una velocidad superior a la que puede procesarla, así que aprovecha las horas de sueño para archivar todos esos datos”.

Stickgold afirma también que para aprendizajes simples o recuerdos habituales (números de teléfono, por ejemplo) no es necesario que el cerebro “trabaje de noche”. Los procesos que tiene lugar durante el descanso nocturno están destinados a fijar aprendizajes complejos y a tomar decisiones. Y cita dos ejemplos: el de un pianista que se atasca con una pieza durante la tarde, pero puede interpretarla a la mañana siguiente, y el de alguien que, ante una oferta de negocio, es más capaz de tomar una decisión tras haber dormido.

Investigadores de la Universidad alemana de Lübeck, dirigidos por Jan Born, extienden este proceso de fijación del aprendizaje a materias de tipo académico. A través de pruebas realizadas con 106 voluntarios, entre 18 y 32 años, los científicos descubrieron que los que dormían ocho horas triplicaban las posibilidades de resolver ecuaciones matemáticas, frente a los que habían pasado la noche en vela.

La investigación pudo determinar, además, que los cambios cerebrales que mejoran la creatividad y la capacidad de resolver problemas se producen durante las cuatro primeras horas del ciclo del sueño.

(En este blog puedes leer el artículo «10 cosas (fáciles) que puedes hacer para mantener un cerebro sano«)

El sueño es necesario para fijar recuerdos

Fases del sueño

La mayoría de los mamíferos tienen un ciclo de sueño con dos fases principales: REM (siglas en inglés de Rapid Eyes Movement o movimiento rápido de ojos) y NoREM.

  • Fase NoREM. Se divide en cuatro estadios:
    • Estadio 1 o fase de adormecimiento. Dura unos minutos y es la transición entra la vigilia y el sueño. En esta fase podemos despertarnos muy fácilmente. Los ojos se mueven despacio, la respiración se hace uniforme y los músculos se relajan.
    • Estadio 2 o fase de sueño ligero. En este momento, si alguien te dice algo no te despierta, pero tu reacción interna es dos veces mayor que si estuvieses despierto. Cualquier estímulo hace que tu corazón lata mucho más deprisa. Estás dormido, pero en guardia. ¿Alguna vez has soñado que te caías y te has despertado de repente? Esto ocurre en el estadio 2.
    • Estadio 3 o fase de transición. Es una etapa muy corta, de apenas unos minutos, que supone la entrada en el sueño profundo. El cerebro sigue reduciendo su actividad.
    • Estadio 4 o fase de sueño profundo. En esta fase tanto el ritmo respiratorio como la presión arterial bajan mucho y se necesitan estímulos muy fuertes para despertarnos. Los terrores nocturnos y el sonambulismo suelen producirse en este nivel y en el anterior.
  • Fase REM. Los ojos empiezan a moverse de un lado a otro, la respiración y la velocidad del corazón aumentan de forma irregular y la actividad cerebral es frenética. Es el momento en que se fijan los recuerdos de lo que hemos vivido durante al día y también en el que soñamos. Sin embargo, los músculos están tan relajados que es imposible movernos. En esta fase también se producen la mayoría de los orgasmos en sueños.

El conjunto de estas cinco fases forman un ciclo de sueño y suele repetirse cuatro o cinco veces a lo largo de la noche. Durante los primeros ciclos pasamos más tiempo en sueño profundo, mientras que en la segunda mitad de la noche predominan la Fases REM y el segundo nivel de la Fase No REM. Esto significa que a medida que avanzan las horas soñamos más porque la primera Fase REM sólo dura unos cinco minutos y la última puede durar de 30 a 60.

Los adultos duermen entre siete y nueve horas

¿Cuánto hay que dormir?

Un bebé duerme unas diecisiete horas diarias, cuando cumple el año el período de sueño es de once a catorce horas aproximadamente, con 3 años duerme de diez a trece horas y de los 6 a los 13, necesita entre 9 y once horas. En la adolescencia suelen necesitarse unas 10 horas de sueño y desde los 18 a los 65 años, el tiempo óptimo es de siete a nueve horas. A partir de los 65, es conveniente dormir siete u ocho horas, pero es habitual que la calidad del sueño se reduzca. Ahora bien, hay que tener en cuenta que las necesidades varían según cada persona: Albert Einstein, por ejemplo, necesitaba dormir diez horas mientras que a Víctor Hugo y a Thomas Edison les bastaba con menos de cinco.

También hay diferencias según las circunstancias de nuestra vida. Cuando estamos bien dormimos menos, mientras que en las etapas de crisis necesitamos más horas de sueño, al igual que durante el embarazo o una enfermedad.

Vacaciones sí, pero sin ansiedad

¿Ansiedad en vacaciones? Cómo evitar que la angustia nos amargue el verano

¿Ansiedad en vacaciones? Cómo evitar que la angustia nos amargue el verano 1920 1280 BELÉN PICADO

El descanso vacacional no siempre es sinónimo de diversión y placer. Sufrir ansiedad en vacaciones es más normal de lo que creemos. Para algunos, la perspectiva de pasar más tiempo con la familia, lejos de obligaciones y rutinas, con todo el tiempo libre del mundo por delante y disfrutando del “dolce far niente”, es motivo de sufrimiento y, a veces, un auténtico tormento.

Durante el resto del año la rutina nos sirve de red de apoyo. Volcarnos en el trabajo o en nuestras obligaciones diarias nos ayuda a quitar el foco de otros problemas, como una situación familiar caótica, dificultades de pareja, etc. Con las vacaciones, la rutina y esa red se rompen y ciertas personas más vulnerables pueden desestabilizarse emocionalmente y experimentar ansiedad.

“¿Cómo es posible que justo ahora que acabo de empezar las vacaciones me asalte la ansiedad?”

Nuestro cerebro cuenta con un sistema innato que nos avisa cuando hay un peligro, pero a veces esa “alarma” se estropea y salta aunque no haya una amenaza real. Es entonces cuando aparece la ansiedad. Veamos, por ejemplo, el caso de Socorro, una mujer perfeccionista y volcada en su trabajo, que necesita tenerlo todo controlado y ocupa cada minuto de su tiempo durante el año. Es muy posible que cuando lleguen las vacaciones y pase de una actividad frenética a la total inactividad, su cuerpo y su mente se resientan. Si esto ya le ha pasado en anteriores ocasiones, su memoria lo habrá archivado y bastará con que se acerque el momento del descanso o simplemente será suficiente con pensar en las vacaciones para que la ansiedad se adueñe de ella.

Planifica tus vacaciones con flexibilidad

Reducir la actividad poco a poco

Nos pasamos tres cuartas partes del año corriendo y con prisas y, de repente, de un día para otro paramos en seco. Cuando vivimos en estado de aceleración permanente tendemos a hacerlo todo deprisa, andar deprisa, conducir deprisa, apurar los semáforos en ámbar… Pero todo cambio necesita un periodo de reajuste. Es mejor reducir la velocidad gradualmente que pisar el freno de repente. Siguiendo con la metáfora del coche, vamos a imaginar que nos vamos de vacaciones al pueblo y durante 400 kilómetros de autovía hemos ido a 120 km/h pero en el pueblo hay que ir a 50 km/h. Si antes de llegar bajamos a 110 durante parte del trayecto, a 90 según nos acercamos, luego a 70 y ya entrado en el pueblo reducimos a 50 tanto el coche como nosotros lo notaremos mucho menos que si pasamos de 110 km/h a 50 km/h en un minuto…

No a las expectativas

La idealización del periodo vacacional solo puede llevarnos a la frustración. Si ya teníamos preocupaciones, esperar que desaparezcan por arte de magia en una semana de crucero es muy poco realista. Probablemente unos días no sean suficientes para solucionar nuestros problemas de pareja o para cambiar nuestra relación con los hijos; lo que sí podemos hacer es aprovecharlos para relajarnos y ver las cosas desde otra perspectiva. Quizás encontremos una salida que se nos había pasado por alto en medio de tantas obligaciones.

Si eres de los que necesita planificar y organizar hasta el último minuto de tu tiempo, añade unas dosis de flexibilidad. Es muy posible que los planes que tanto nos hemos esmerado en trazar no salgan exactamente como esperábamos, pero no debemos dejar que la frustración nos amargue esos días y nos asalte la ansiedad en vacaciones. Incluyamos en nuestra planificación posibles imprevistos, cancelaciones, colas…

Las expectativas también influyen en el destino a elegir. Si nos encanta tomar el sol en la playa y estar cerca del chiringuito, quizás no sea buena idea contratar un trekking de quince días en Nepal, por muy chulas que sean las fotos que nos enseñó nuestro amigo de su viaje del año pasado. Nuestra experiencia se ajustará más a las expectativas que teníamos si elegimos el tipo de vacaciones según nuestro carácter y nuestros gustos.

No olvidemos que las vacaciones son una oportunidad estupenda de cuidarse, disfrutar haciendo lo que a uno le gusta y romper con la monotonía de resto del año.

Una cosa cada vez

Los días previos a salir de vacaciones muchas veces son un motivo más de estrés. Para no terminar desquiciados, lo mejor es empezar los preparativos con tiempo y poner nuestra atención en una cosa cada vez. Y si tenemos hijos es un buen momento para darles algunas responsabilidades acordes a su edad, como preparar los juguetes que van a llevarse o colaborar en hacer su maleta. En estos momentos de caos, las listas también son de gran ayuda. Si salimos tranquilos desde casa es más difícil que nuestro estado de ánimo cambie al llegar a nuestro destino.

Vacaciones en familia

Tómate un respiro

Pese a lo difícil que resulta tomarse un descanso cuando quieres tenerlo todo listo para irte lo antes posible, es necesario hacer un receso de vez en cuando. Si sientes que tus pulsaciones se aceleran y que empiezas a agobiarte, deja lo que estés haciendo. Siéntate, quédate quieto y deja que tu mente vaya donde quiera sin dejar que se detenga en ningún pensamiento que te agite; permite que esa idea pase de largo, como si estuvieras sentado en un tren y tus pensamientos fuesen los paisajes que pasan ante tus ojos. Permanece así cuatro o cinco minutos y continúa con tu tarea.

Si los preparativos te estresan mucho y siempre has sido de los que se marchan al día siguiente de haber cogido las vacaciones, puedes cambiar de estrategia y quedarte en casa los primeros días para acostumbrarte a la nueva situación antes de salir de viaje.

Desconecta

Si se te acelera el pulso solo de pensar en apagar el móvil y olvidarlo en un cajón durante todas las vacaciones, puedes empezar desconectándolo unas horas al día e ir incrementado el periodo de “apagón” hasta ser capaz de dejarlo en casa, el hotel o el apartamento. El mundo seguirá girando aunque tú no estés pendiente del mail o del whatssapp… y, de paso, evitarás uno de los motivos por los que aparece la ansiedad en vacaciones. Otra opción es elegir como destino un lugar sin cobertura, aunque desgraciadamente es algo cada vez más difícil.

Las vacaciones son para relajarse

Día de “asuntos propios”

Dedicarnos tiempo no solo nos desestresará, sino que también nos ayudará a conocernos mejor y a descubrir qué nos hace felices. Aunque viajes en familia o con otros amigos, prueba a pasar un día, o unas horas, por tu cuenta visitando algún lugar que al resto de tus compañeros de viaje no les apetezca conocer o realizando alguna actividad que te guste. Aprender a disfrutar de instantes para nosotros mismos nos ayudará a vivir con mayor intensidad los momentos compartidos con otros.

(Si te interesa, puedes leer en este mismo blog el artículo Ociofobia: Cuando las vacaciones se convierten en un castigo)

Matrix como metáfora del proceso de terapia

La película Matrix como metáfora del proceso de terapia

La película Matrix como metáfora del proceso de terapia 771 1023 BELÉN PICADO

Acaban de cumplirse veinte años del estreno de Matrix. Cuando la estrenaron en España fui al cine y vi una película de ciencia ficción entretenida y original. Tiempo después, volví a revisitarla y mi perspectiva cambió. Encontré en Matrix una clarísima metáfora de un proceso terapéutico de crecimiento personal, la toma de conciencia de un hombre dispuesto a renunciar a lo que conoce para descubrir la esencia de sí mismo y de lo que le rodea.

Si la vemos como un filme más de ciencia ficción y queremos explicar a alguien el argumento, podríamos contarle que el protagonista es Thomas Anderson (Keanu Reeves), programador informático de día y hacker informático conocido en la red como Neo, de noche. Desde hace tiempo, tiene la extraña sensación de que el mundo no es lo que parece y esa intuición se convierte en realidad cuando un extraño grupo encabezado por Morfeo (Lawrence Fishburne) se pone en contacto con él. Este le enseñará la verdad que se esconde tras lo aparente: un mundo dominado por máquinas que esclavizan a los seres humanos utilizando sus cuerpos como simple fuente de energía.

Ahora bien, esta no es la única lectura que podemos hacer de la historia. Si no nos conformamos con quedarnos en la superficie y queremos ir más allá, toca analizarla con detalle. Para comprender mejor la metáfora de la que os he hablado antes, iré haciendo un paralelismo entre las vivencias de Neo y las de Plácido, un sujeto que podría ser cualquiera de nosotros y que un día decide iniciar un proceso terapéutico. Si alguien no ha visto la película, a partir de aquí hay spoilers, muchos spoilers. Advertidos quedáis.

Ir más allá de lo que perciben nuestros sentidos

Pastilla roja o pastilla azul: Despertar a la verdad o continuar en la ignorancia

Al principio del metraje, Neo está dormido. Se despierta cuando aparece un misterioso mensaje en su ordenador: “Despierta, Neo”. Poco después, pregunta a otro personaje: “¿Alguna vez has tenido la sensación de no saber si sueñas o estás despierto?”. Este es también el inicio de nuestra metáfora, el momento en el que una voz interior le dice a Plácido que algo no está bien, aunque todavía ignora de qué se trata.

Cuando unos inquietantes individuos llegan a la empresa de Neo para llevárselo, el protagonista recibe una llamada. Es Morfeo, un desconocido que parece saberlo todo sobre él y que le da instrucciones para escapar. Estamos ante el siguiente paso del proceso: la primera vez que Plácido es plenamente consciente de que tiene que hacer algo para acabar con esa extraña sensación, que ya se ha apoderado de él.

La escena en la que Neo conoce al que será su guía se correspondería en nuestra historia paralela con la primera sesión que Plácido mantiene con su psicólogo. Transcribo parte de la conversación porque merece la pena.

-Morfeo: Te explicaré por qué estás aquí. Estás porque sabes algo, aunque lo que sabes no lo puedes explicar, pero lo percibes. Ha sido así durante toda tu vida. Algo no funciona en el mundo. No sabes lo que es, pero ahí está, como una astilla clavada en tu mente y te está enloqueciendo. Esa sensación te ha traído hasta mí. ¿Sabes de lo que te estoy hablando?

-Neo: ¿De Matrix?

-Morfeo: ¿Te gustaría realmente saber lo que es? Matrix nos rodea, está por todas partes, incluso ahora, en esta habitación. Puedes verla si miras por la ventana, al encender la televisión. Puedes sentirla cuando vas a trabajar, cuando vas a la iglesia, cuando pagas tus impuestos. Es el mundo que ha sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad.

-Neo: ¿Qué verdad?

-Morfeo: Que eres un esclavo, Neo. Igual que los demás naciste en cautiverio, Naciste en una prisión que, igual que los demás, no puedes saborear, ni oler, ni tocar. Una prisión para tu mente. Por desgracia, no se puede explicar lo que es Matrix, has de verla con tus propios ojos. Esta es tu última oportunidad, después ya no podrás echarte atrás. Si tomas la pastilla azul, fin de la historia. Despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creerte. Si tomas la roja te quedarás en el país de las maravillas y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos. Recuerda, lo único que te ofrezco es la verdad, nada más.

Pastilla roja o pastilla azul, despertar a la verdad o continuar en la ignorancia

Integrando cuerpo y mente

Neo ha elegido la pastilla roja y comienza su iniciación. Luego vemos a Neo desnudo en algo similar a un útero materno. Está volviendo a nacer, despertando en una realidad paralela en la que hay miles de úteros como el suyo, pero cerrados. Para ellos todavía es pronto. Plácido también está dando la bienvenida a un nuevo modo de ver la vida, aunque a su alrededor algunos amigos y familiares cuestionan que eso sirva para algo. Cada uno tiene su ritmo.

Una vez que Neo ha “renacido” toca ocuparse del cuerpo, atrofiado por la falta de uso. En un proceso terapéutico reconciliarnos con nuestro cuerpo tiene tanta importancia como trabajar con la mente y las emociones.

Aunque todo parece seguir su curso, hay un momento en el que Neo se agobia. Está fuera de sí y a punto del colapso. “Respira, Neo, solo respira”, le dice Morfeo. Mientras, nuestro Plácido, que ha vivido siempre apartado de sus propias sensaciones, no puede evitar asustarse al empezar a percibirlas.

Pero no basta con sanar el cuerpo y Morfeo recuerda a Neo la necesidad de una integración mente-cuerpo: “El cuerpo no puede vivir sin la mente».

El poderde la mente en Matrix

Una vez que vemos la realidad, no hay marcha atrás

Finalizado el entrenamiento, Neo empieza a experimentar lo que ha aprendido, sus ojos empiezan a adaptarse, a ver lo que antes no veía. Plácido también comienza a observar que, por fin, ha empezado a aplicar en su vida cotidiana lo interiorizado en terapia.

Pero ni en Matrix ni en el día a día de nuestro Plácido, las cosas son tan sencillas. En Matrix, hace acto de presencia Cifra, un personaje que representa el autoengaño y la traición a uno mismo y a la realidad y que asegura que “la ignorancia es la felicidad”. Plácido también tiene momentos de debilidad en los que siente que no avanza y que el psicólogo no le da las respuestas que él necesita. Está tentado de abandonar.

Ante las dudas de Neo, Morfeo le hace ver que no puede hacer su camino: “Yo solo puedo mostrarte la puerta, tú tienes que atravesarla”. Las mismas palabras que el terapeuta le dice a Plácido.

En la película, Neo tendrá que enfrentarse a una prueba extrema para salvar a Morfeo y en la que podría morir. Para nuestro Plácido, también es el momento de enfrentarse a los miedos que le impiden avanzar y también a su propia sombra.

Pero todavía no ha llegado la victoria final. Nuestros héroes, Neo y Plácido, tendrán que llevar la atención a su interior para observar lo que han aprendido y para prepararse para la última confrontación. Ambos se enfrentarán a sus mayores miedos una vez más, pero ahora con más recursos y un conocimiento mucho más profundo de sí mismos. Pondrán a prueba lo que aprendieron a lo largo del camino y saldrán victoriosos.

Al final de la película, podemos ver a Neo de vuelta en Matrix, en medio de una calle repleta de personas que vienen y van. Todo parece igual, pero no lo es. Él ha cambiado. Quizás en esa calle, pero en otra dimensión paralela, esté Plácido. Él también ha cambiado.

Referencias

Silver, J. (productor), Wachowski, L y Wachowski, L (directoras). (1999). Matrix. Estados Unidos. Village Roadshaw Pictures, Groucho Film Partnership y Silver Pictures.

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