Respiración

Microhábitos: Descubre el superpoder de los pequeños cambios

12 meses, 12 microhábitos: Descubre el superpoder de los pequeños cambios

12 meses, 12 microhábitos: Descubre el superpoder de los pequeños cambios 1500 1000 BELÉN PICADO

Bajar de peso, hacer deporte, dejar de procrastinar, ahorrar, mejorar nuestras relaciones… Cada inicio de año, nos proponemos nuevos objetivos o retomamos los que no cumplimos el año anterior. Sin embargo, la cruda realidad es que la mayoría de los propósitos que nos trazamos en Año Nuevo no sobreviven a febrero. Y no es que nos falte motivación o entusiasmo. El problema suele ser que nos falta planificación, nos planteamos metas demasiado ambiciosas o estas resultan excesivamente abstractas. Y el resultado es que acabamos frustrándonos y abandonando. Para que esto no ocurra, en vez de proponernos grandes objetivos, podemos probar a introducir en nuestro día a día cambios pequeños y razonables. Los microhábitos son pequeñas y sencillas acciones que se realizan de manera constante con el objetivo de generar cambios a largo plazo.

Cuando nos empeñamos en introducir cambios radicales en nuestra vida, como querer variar toda nuestra dieta de un día para otro o empezar a correr 10 kilómetros sin preparación previa, lo normal es que fracasemos porque estamos activando el mecanismo de resistencia del cerebro, que prioriza la comodidad y la estabilidad.

Por el contrario, los pequeños cambios no solo son más fáciles de realizar, sino que tienen otras ventajas:

  • Al ser manejables es más probable que los incorporemos a nuestra vida cotidiana sin agobios, casi sin darnos cuenta.
  • Tienen efecto acumulativo. Si vamos sumando pequeños hábitos positivos, los beneficios se multiplicarán.
  • Al ser más sencillos de poner en marcha también es más fácil que tengamos éxito, lo que reforzará la confianza en que podemos lograr objetivos más importantes si nos lo proponemos.
  • Generan cambios en el cerebro. Promueven nuevas conexiones neuronales y facilitan el establecimiento de patrones positivos.

Microhábitos, el superpoder de los pequeños cambios

12 meses, 12 microhábitos

Si perteneces a esa inmensa mayoría a quienes cada año se les atragantan los buenos propósitos, te propongo que esta vez lo hagas diferente. ¿Cómo? Incorporando 12 pequeños cambios a lo largo del año, uno por cada mes. Pero no se trata solo de practicar cada hábito durante su mes correspondiente, sino de acumularlos progresivamente. Por ejemplo, en enero empezarás con 5 minutos diarios de pausa consciente. En febrero mantendrás esta práctica y añadirás otra y así sucesivamente.

Enero: Haz una pausa consciente de 5 minutos al día

Hacer una pausa consciente te ayudará a reducir el ruido mental, a empezar cada día con claridad y a reconectar contigo mismo/a. Dedicar unos minutos a respirar profundamente, observar tu entorno sin distracciones y poniendo en marcha tus sentidos o realizar cualquier tarea que te conecte con el presente contribuye a interrumpir patrones automáticos de pensamiento negativo. En este caso, nos vamos a centrar en la respiración.

Cómo empezar

Cada mañana, antes de iniciar tus tareas diarias, elige un lugar tranquilo, siéntate cómodamente y durante 5 minutos enfócate en tu respiración. Inhala contando hasta cuatro, retén el aire durante cuatro segundos y exhala lentamente contando hasta seis. Si sientes que tu mente divaga, simplemente vuelve a enfocarte en tu respiración.

Para evitar olvidos, puedes usar una alarma diaria como recordatorio.

Febrero: Crea una rutina matutina de 10 minutos

Las mañanas pueden ser caóticas. Desde el momento en que suena la alarma, ya estamos corriendo para cumplir con nuestras tareas y responsabilidades diarias. Al automatizar ciertas actividades, como planificar tus prioridades o, simplemente, tomarte un café, reservas tu energía mental para lo realmente importante. Además, una rutina matutina fomenta una sensación de control, reduce el estrés y contribuye a mejorar la productividad durante el día.

Cómo empezar

Dedica 10 minutos cada mañana a dos o tres rutinas simples y manejables. Por ejemplo:

  • 3 minutos para hacer estiramientos. Esto activa la circulación y reduce la rigidez muscular tras horas de inactividad durante el sueño.
  • 2-3 minutos para hacer la cama. Recuerda que un espacio limpio y organizado tiene un efecto positivo sobre nuestro bienestar mental.
  • 5 minutos para planificar tu día. Haz una lista de las tareas más importantes de las que tienes que ocuparte durante la jornada

(Estos ejemplos son solo orientativos, tú puedes elegir las actividades que desees)

Marzo: Practica la gratitud diariamente

El mes de la llegada de la primavera es perfecto para empezar a cultivar la gratitud como hábito diario. Según la psicología positiva, agradecer de manera regular no solo ayuda a reducir el estrés, aumentar la felicidad y fortalecer las relaciones. También puede llegar a transformar la forma en la que percibimos nuestra vida.

Cómo empezar

Cada noche, dedica unos minutos antes de dormir para anotar 3 cosas por las que te sientas agradecido/a. No tienen que ser grandes acontecimientos o grandes logros. Una sonrisa, una conversación enriquecedora o saborear tu comida favorita, cuentan.

Intenta incluir detalles específicos. Por ejemplo, en lugar de escribir «Doy las gracias por mi familia», escribe: «Agradezco la conversación que tuve con mi madre sobre nuestros próximos objetivos».

Abril: Sal a caminar durante 10 minutos al día

Ahora que los días empieza a ser más largos y las temperaturas más agradables, aprovecha para pasear. Caminar al aire libre reduce los niveles de cortisol, activa el sistema parasimpático, que es responsable de la relajación, y mejora el estado de ánimo al liberar endorfinas. Además, la exposición a la luz solar regula los ritmos circadianos, ayudando a mejorar la calidad del sueño.

Cómo empezar

Sal a caminar 10 minutos diarios, sin importar si vives en una ciudad o en un entorno más natural. No necesitas largas caminatas ni buscar paisajes idílicos; un parque cercano, un espacio verde o una zona tranquila son suficientes para obtener los beneficios de moverte y estirar las piernas. Y si apagas el móvil o activas el modo avión para evitar distracciones, mucho mejor.

Mayo: Reduce las notificaciones del móvil

Este mes toca hacer un ‘detox’ tecnológico. Al principio, te costará, pero ya verás cómo este simple cambio transforma tu relación con la tecnología y, sobre todo, con las personas. Recuperarás el control de tu atención, ganarás tiempo para lo importante y disfrutarás más de los momentos en los que toca estar presente.

Cómo empezar

  • Haz un análisis de las notificaciones que recibes y desactiva todas las innecesarias: redes sociales, aplicaciones de compras, juegos, etc.
  • Establece horarios específicos para revisar mensajes o correos electrónicos.
  • Apaga el móvil o siléncialo durante comidas, reuniones o cuando estés con tu familia.

Imagen de Freepik

Junio: Aprende a decir “no”

En junio, dedica tiempo a reflexionar sobre tus prioridades y a trabajar en establecer límites claros en tu vida. Tu tarea será decir «no» de manera asertiva, priorizando lo que realmente importa para proteger tu bienestar y tu tiempo. De este modo, tu autoestima saldrá fortalecida, tus relaciones mejorarán y las decisiones que tomes estarán en mayor consonancia con tus valores y tus prioridades.

Cómo empezar

Si esta tarea te resulta difícil, puedes comenzar practicando con situaciones de ‘bajo riesgo’, como declinar una invitación no esencial o posponer una tarea que no es urgente.

Estas pautas pueden ayudarte

  • Usa un «No, pero…» como punto intermedio. Si te cuesta decir «no», ofrece una alternativa razonable. Por ejemplo: «No puedo participar en esto ahora, pero puedo ayudarte a buscar otra solución».
  • Crea un guion de respuesta. Tener frases preparadas reduce el estrés de responder en el momento. Algunas ideas: «Gracias por pensar en mí, pero tengo otros asuntos pendientes que requieren mi atención”, «Me encantaría ayudar, pero en este momento no puedo asumir más responsabilidades».
  • Si sientes presión para decir «sí» de inmediato, practica responder con una pausa («Déjame pensarlo y te confirmo luego»).
Julio: Dedica un día completo al autocuidado

En pleno verano, cuando la energía del sol está en su máximo esplendor, es un momento ideal para recargar la tuya. El autocuidado no es un lujo; es una necesidad. Ayuda a mejorar la regulación emocional, reduce significativamente los niveles de estrés y puede incluso fortalecer el sistema inmunológico.

Cómo empezar

Elige un día para desconectar de las obligaciones y centrarte únicamente en ti. Esta jornada será un espacio para reconectar contigo y recargar tus baterías, física y mentalmente. Puedes dedicarlo a cualquier cosa que te haga feliz: leer, cocinar algo rico, tomar un baño relajante, disfrutar de tus aficiones favoritas. O, simplemente, no hacer nada.

Agosto: Libérate de lo que ya no necesitas

Agosto es el momento perfecto para simplificar tu vida desprendiéndote de esos objetos que realmente ya no necesitas. Además de ser un recordatorio de no aferrarte a lo que ya no cumple una función en tu vida, este hábito supone una oportunidad para dejar atrás el pasado y abrir espacio a nuevas oportunidades y experiencias.

Cómo empezar

Reserva 10 minutos al día para revisar tus pertenencias, preguntándote: ¿He usado esto en los dos últimos años? ¿Lo necesito o me aporta alegría? Si la respuesta es «no», es hora de dejarlo ir. Para que sea más fácil puedes empezar por espacios pequeños, como un cajón, una estantería o tu bolso.

Septiembre: Escucha activamente

Escuchar activamente es una habilidad sumamente útil que contribuye a construir relaciones sólidas y honestas, a mejorar la comunicación y a fomentar la empatía. Implica prestar atención plena a la persona con la que hablas, dejando de lado distracciones y juicios, y mostrando un interés genuino en comprender lo que está compartiendo contigo.

Cómo empezar

Dedica 20 minutos diarios a entrenar la escucha activa en tus conversaciones cotidianas, ya sea con tus compañeros de trabajo, amigos, pareja o familiares. Al final del día, puedes reflexionar sobre cómo te sentiste mientras la practicabas y también recordar cómo reaccionó la otra persona.

Algunas pautas que te ayudarán:

  • En lugar de pensar en qué vas a responder mientras alguien te habla, enfócate en escuchar de verdad.
  • Silencia el móvil o evita cualquier distracción que te impida enfocarte completamente en la conversación.
  • Repite lo que la otra persona dijo con tus propias palabras para asegurarte de haberlo entendido bien.
  • No interrumpas a tu interlocutor a menos que sea absolutamente necesario. Por ejemplo, si lo que le vas a decir es sumamente importante o necesitas pedir que te repita algo porque no entendiste bien.

(En este blog puedes leer el artículo «Escucha activa o por qué tenemos dos orejas y una sola boca»)

Octubre: Reserva 15 minutos al día para aprender algo nuevo

Según la neurociencia, adquirir nuevos conocimientos no solo mejora la memoria y la concentración. También protege contra el deterioro cognitivo, fortalece las conexiones neuronales y mejora la plasticidad cerebral. Eso, sin contar la satisfacción personal que nos proporciona el solo hecho de aprender.

Cómo empezar

Elige un ámbito que te motive y dedícale 15 minutos al día. Puede ser aprender un idioma, mejorar tus habilidades en informática, desarrollar alguna habilidad creativa, explorar un tema que te interese y desconozcas o profundizar en un área del que ya tienes algunas nociones.

Para que la rutina sea más fácil de asentar, procura establece un horario fijo.

Imagen de Freepik

Noviembre: Reemplaza una queja por un agradecimiento

Quejarte constantemente refuerza patrones negativos en el cerebro, haciendo que sea más fácil enfocarte en problemas en lugar de soluciones. Sin embargo, al reemplazar una queja por un agradecimiento o por un propósito, tu mente se reprogramará para buscar lo positivo.

Cómo empezar

Cada vez que te descubras quejándote, detente un momento y haz el esfuerzo consciente de buscar algo positivo relacionado con la situación o, si no lo hay, piensa en qué puedes hacer para mejorarla. Por ejemplo, si estás atrapado en el tráfico, piensa en la música o el podcast que puedes disfrutar durante el trayecto. Y en el caso de que tu queja sea porque estás muy ocupado, reflexiona cómo puedes reorganizar tu tiempo para aliviar esa carga.

Puede ayudarte:

  • Llevar un registro de tus quejas más frecuentes y, al lado de cada una, escribir una posible solución o alternativa.
  • Utilizar recordatorios físicos. Por ejemplo, puedes colocar una goma elástica en tu muñeca y cambiarla de lado cada vez que te quejes como señal para buscar algo positivo o pensar en una solución.
Diciembre: Reflexiona sobre tu año

Llegado el último mes del año, es el momento de mirar hacia atrás y evaluar el camino recorrido. Reflexionar sobre lo que lograste, lo que aprendiste y cómo creciste no solo te permite reconocer tus éxitos, sino también identificar áreas de mejora y cerrar ciclos. Este ejercicio es una oportunidad para celebrar tu progreso y preparar el terreno para el próximo año, alineando tus nuevas metas con tus valores y aspiraciones.

Cómo empezar

Escribe tus reflexiones: Dedica tiempo a escribir sobre los aprendizajes, éxitos y momentos más destacables del año. ¿Qué lograste este año de lo que estás orgulloso/a? ¿Qué aprendiste de los desafíos que te ha tocado enfrentar?

Define doce nuevos micro hábitos para el próximo año basándote en lo que has aprendido y lo que te queda por descubrir.

“El hombre que mueve montañas empieza apartando piedrecitas” (Confucio)

Te puede interesar

Forget big change, start with a tiny habit: BJ Fogg at TEDxFremont. Brian Jeffrey Fogg, experto en Psicología del Comportamiento y autor del libro Hábitos mínimos: Pequeños cambios que lo transforman todo, habla en esta charla TED de las ventajas de optar por retos sencillos en vez de plantearse grandes propósitos.

10 cosas (fáciles) que puedes hacer para mantener un cerebro sano.

10 cosas (fáciles) que puedes hacer para mantener un cerebro sano

10 cosas (fáciles) que puedes hacer para mantener un cerebro sano 1122 935 BELÉN PICADO

Con sus 1300-1400 gramos, el cerebro de los seres humanos es más grande que el de cualquier especie en relación con las dimensiones del resto del cuerpo. Pero no solo es el órgano que nos permite pensar, razonar o recordar, sino que también tiene una relación directa y bidireccional con el modo en que experimentamos amor, odio, ira, compasión, angustia y todas las emociones propias de nuestra especie. En pocas palabras, el cerebro humano es una verdadera maravilla de la naturaleza, un órgano fascinante y complejo que desempeña un papel crucial en cómo sentimos, cómo pensamos y cómo vivimos nuestras experiencias del día a día. Y, precisamente por todo esto es tan importante cuidarlo y mantenerlo en las mejores condiciones posibles. ¿Cómo? Hay muchas formas mantener nuestro cerebro sano y estas son solo algunas de ellas:

1. Cuida tu alimentación

El aparato digestivo y el cerebro están directamente conectados a través de lo que se conoce como eje intestino-cerebro. Nuestro intestino alberga trillones de microorganismos (microbiota) que juegan un papel crucial en la salud en general y en la salud mental y emocional en particular. Algunos de ellos tienen la capacidad de producir neurotransmisores como la serotonina, involucrada en la regulación del estado de ánimo (se estima que alrededor del 90% de la serotonina de nuestro organismo se produce en el intestino). Además, una microbiota intestinal saludable está relacionada con una mejor función cognitiva y memoria, mientras que la disbiosis (desequilibrio microbiano) se ha asociado con trastornos como la depresión y la ansiedad.

Muchos estudios sugieren que una dieta rica en prebióticos, probióticos y ácidos omega-3 ayuda a mantener nuestra microbiota saludable, lo cual a su vez influye en la química cerebral y en el estado de ánimo.

  • Los prebióticos son tipos de fibra no digeribles que sirven de alimento a las bacterias beneficiosas del intestino. Los encontramos en el ajo, la cebolla, los espárragos, los plátanos, las lentejas y la avena, entre otros alimentos.
  • Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se consumen en cantidades adecuadas, resultan beneficiosos para la salud. Están en el yogur, kéfir, chucrut y otros alimentos fermentados.
  • En cuanto a los ácidos grasos omega-3, cruciales para la función cerebral y la estructura de las membranas celulares neuronales, se encuentran sobre todo en pescados grasos como el salmón, en las nueces y en las semillas de lino.

Como veis, el dicho popular «Somos lo que comemos» no va tan desencaminado…

Cuidar la alimentación es esencial para mantener un cerebro sano.

Imagen de Freepik.

2. Muévete

No es necesario machacarse en el gimnasio para tener un cerebro saludable. Según la Organización Mundial de la Salud bastan al menos 150 minutos a la semana de ejercicio de intensidad moderada (por ejemplo, caminar a paso ligero) para mantenerlo en forma. Y es que cuando nos animamos a realizar algún tipo de deporte o de actividad física en nuestro cerebro empiezan a pasar cosas buenas, entre ellas un aumento en la producción de:

  • Factor neurotrófico del cerebro (BDNF). Es una proteína que favorece la neuroplasticidad del cerebro, ayudándolo a adaptarse mejor a las situaciones y mejorando su capacidad cognitiva. Actividades como nadar, correr o bailar aumentan su producción.
  • Endorfinas. Entre otros beneficios, son un poderoso analgésico natural, mejoran el estado de ánimo, ayudan a reducir la ansiedad y los síntomas depresivos y también mejoran la calidad del sueño.
  • Serotonina. Además de regular el estado de ánimo, facilita la relajación y también ayuda a conciliar mejor el sueño.
  • Dopamina. A nivel cognitivo, regula funciones como el aprendizaje y la memoria y tiene un papel fundamental en la toma de decisiones.

Además de mejorar nuestra neuroplasticidad y ayudarnos a regularnos emocionalmente, hacer ejercicio alivia los síntomas de la depresión y la ansiedad, interviene en la prevención de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y favorece la consolidación de la memoria. En 2016 un grupo de neurocientíficos holandeses comprobaron que hacer ejercicio aeróbico cuatro horas después de aprender algo ayuda a consolidar los conocimientos adquiridos.

(Si te interesa, puedes leer en este blog el artículo «Deporte y salud mental: Beneficios psicológicos de hacer ejercicio«)

3. Duerme lo que necesites

Entre otras funciones, el cerebro utiliza el descanso nocturno para procesar y consolidar la información adquirida a lo largo del día, fortaleciendo las conexiones neuronales y mejorando la memoria. Y es que nuestro cerebro recoge durante la jornada información a una velocidad superior a la que puede procesarla, así que aprovecha las horas de sueño para archivar todos esos datos.

Investigadores de la Universidad alemana de Lübeck encontraron que este proceso de consolidación de la memoria se extiende también al aprendizaje de tipo académico. A través de pruebas realizadas a 106 voluntarios descubrieron que los que dormían ocho horas triplicaban las posibilidades de resolver ecuaciones matemáticas, frente a los que habían pasado la noche en vela. La investigación pudo determinar, además, que los cambios cerebrales que mejoran la creatividad y la capacidad de resolver problemas se producen durante las cuatro primeras horas del ciclo del sueño.

Algunas cosas que puedes hacer para mejorar la calidad del sueño:

  • Seguir una rutina de sueño regular. Ir a la cama y despertarse a la misma hora todos los días.
  • Mantener un ambiente adecuado. Un dormitorio oscuro, fresco y tranquilo favorece el sueño profundo.
  • Reducir la exposición a pantallas. Evitar dispositivos electrónicos al menos una hora antes de acostarse.
  • Evitar la cafeína y otras sustancias excitantes.
  • No le robes horas a tu descanso. Aunque las necesidades varían de una persona a otra, el tiempo óptimo de sueño en adultos está entre las siete y las nueve horas.

(Si te interesa, puedes leer en este blog el artículo «¿Qué ocurre en nuestro cerebro mientras dormimos?»)

4. Cuida tus relaciones

Necesitamos contacto físico, intimidad y pertenencia al grupo y no solo a nivel social. Al activar áreas cerebrales relacionadas con la emoción y la cognición, las relaciones sociales ayudan, por ejemplo, a prevenir el deterioro cognitivo y retrasar así la aparición de enfermedades como el alzhéimer.

Que las relaciones sociales contribuyen al incremento de la reserva cognitiva se ha comprobado ya en diversos estudios. Una de estas investigaciones, llevada a cabo por el neurólogo David A. Bennet y varios colaboradores, encontró que el tamaño de la red social con la que se cuenta influye en el rendimiento cognitivo en enfermedades como el alzhéimer. Es decir, los investigadores observaron que, aun sufriendo esta patología, las personas con más relaciones sociales mostraban un mejor funcionamiento cognitivo.

Igualmente, interactuar con otros mejora el bienestar emocional, al reducir los sentimientos de soledad y depresión, protege en tiempos de mucho estrés, estimula el cerebro y promueve el desarrollo de habilidades sociales, emocionales y cognitivas.

Algunas formas de fortalecer las conexiones sociales:

  • Participar en actividades comunitarias. Únete a actividades que se organicen en tu barrio, a grupos con tus mismas aficiones, a algún voluntariado….
  • Mantén el contacto con tus seres queridos (y no solo por Whatsapp). Llama o visita a amigos y familiares con regularidad.
  • Cultiva y trabaja en tus relaciones. Invierte tiempo y energía en construir y mantener vínculos profundos y significativos.

5. Fomenta tu curiosidad y no dejes de aprender

La curiosidad pone al cerebro en modo aprendizaje. Según un estudio publicado en la revista Neuron, la expectación que nos genera un tema que nos atrae coloca al cerebro en un estado que nos permite aprender y retener cualquier clase de información relacionada o no con aquella que nos interesa. Los autores de la investigación encontraron también que cuando se estimula la curiosidad, aumenta la actividad en el circuito cerebral relacionado con la recompensa y en el hipocampo (región del cerebro importante para la formación de nuevos recuerdos), además de un aumento de las interacciones entre ambas estructuras.

Cómo fomentar la curiosidad:

  • Crea entornos estimulantes y ricos en estímulos novedosos y variados. Esto puede incluir leer libros, visitar museos, o participar en actividades culturales y educativas.
  • Haz preguntas. Fomentar el hábito de hacer preguntas y buscar respuestas promueve un enfoque activo hacia el aprendizaje. Las preguntas abiertas que invitan a la reflexión y la exploración son especialmente efectivas.
  • Adopta una mentalidad de crecimiento. Creer que nuestras habilidades y conocimientos pueden mejorar con el esfuerzo y la práctica (mentalidad de crecimiento) fomenta la curiosidad y la disposición a enfrentar desafíos.
Si quieres tener un cerebro sano, fomenta la curiosidad y no dejes de aprender.

Imagen de Freepik.funció

6. Desafía a tu cerebro

Aprender cosas nuevas y atreverse con actividades cognitivamente estimulantes mantiene el cerebro en forma. Por un lado, se favorece que se establezcan nuevas conexiones neuronales y que las que ya hay se fortalezcan, algo que permitirá afrontar mejor los cambios que lleguen con el envejecimiento. Por otra parte, mejora la memoria, ya que el aprendizaje continuo mantiene la mente aguda e incrementa la capacidad de retención de información. Y, además, fomenta la creatividad.

Son muchos los modos en que puedes desafiar a tu cerebro:

  • Cambiar cosas en las rutinas de tu día a día, por ejemplo elige un camino distinto al habitual para ir a trabajar.
  • Aprender un nuevo idioma. Mejora la memoria, la atención y la capacidad multitarea.
  • Tocar un instrumento musical. Estimula múltiples áreas del cerebro relacionadas con la coordinación motora, la percepción sensorial y la memoria.
  • Practicar juegos de estrategia. Actividades como el ajedrez y los juegos de estrategia fomentan el pensamiento crítico y la planificación.

7. Aprende a respirar… conscientemente

La respiración no solo mantiene nuestras funciones fisiológicas básicas; también tiene un impacto significativo en el cerebro y la salud mental. En su libro Neurociencia del cuerpo: Cómo el organismo esculpe el cerebro, la neurocientífica Nazareth Castellanos incide en la necesidad de saber respirar, fundamentalmente por la nariz, porque «la respiración influye en la capacidad de memorizar, recordar y aprender porque impacta en el hipocampo e influye en la dinámica neuronal y la nariz prepara el aire para que pueda penetrar de forma saludable en el cuerpo».

La oxigenación adecuada del cerebro es fundamental para mantener una capacidad cognitiva y una función cerebral óptima. Al respirar de manera consciente y profunda, aumentamos la cantidad de oxígeno que llega al cerebro y mejoramos su rendimiento.

Algunos beneficios que aporta la respiración al cerebro:

  • Reduce el estrés y la ansiedad. Técnicas como la respiración diafragmática pueden reducir la activación del sistema nervioso simpático y promover la activación del sistema nervioso parasimpático. Esto resulta en una disminución de la liberación de hormonas del estrés como el cortisol y una reducción de los síntomas de ansiedad.
  • Aumenta la atención y la concentración. Al calmar la mente y reducir el ruido mental, las técnicas de respiración permiten enfocar los pensamientos y mejorar el rendimiento cognitivo.
  • Mejora el estado de ánimo. La respiración profunda puede aumentar los niveles de neurotransmisores como la serotonina y las endorfinas. Esto, a su vez, ayuda a combatir la depresión y mejorar la sensación general de bienestar.
  • Favorece la regulación emocional. Al reducir la activación del sistema nervioso simpático y promover un estado de calma, es más fácil manejar emociones intensas y mejorar nuestra estabilidad emocional.

8. Pon música en tu vida

Todo nuestro cerebro se moviliza cuando escuchamos una canción o tocamos un instrumento. El ritmo se procesa en la zona sensorial y motriz, que es la encargada de estimular el movimiento. En la amígdala, situada en el sistema límbico que es el responsable de la regulación emocional, se procesan las emociones que experimentamos ante una melodía. Y el hipocampo se activa para recordar una canción, evocar situaciones vividas o traer a la memoria a personas con quienes nos gustaría estar.

Asimismo, la música es una poderosa fuente de placer. Cuando escuchamos una canción que nos gusta se dispara la producción de dopamina y de otras sustancias que nos ayudan a sentirnos mejor: serotonina, epinefrina, oxitocina y prolactina.

Tras analizar 400 estudios científicos, los psicólogos Daniel Levitin y Mona Lisa Chanda asociaron los beneficios de la música con la salud mental y física. Concretamente, identificaron cuatro procesos en los que puede intervenir: en el estrés, disminuyendo la ansiedad; en la inmunidad, fortaleciendo las defensas; en la afiliación social, favoreciendo los lazos afectivos y la cooperación; y en el área de recompensa, reforzando la motivación, la gratificación y el placer. Y no solo eso. La música también mejora los síntomas depresivos y ayuda en situaciones traumáticas.

Si quieres un cerebro sano, pon música en tu vida.

Imagen de Freepik.

9. Da las gracias

La gratitud transforma nuestro cerebro e induce cambios positivos en su estructura y funciones. ¿Cómo? Por ejemplo, activando el sistema de recompensa. Cuando experimentamos gratitud, el cerebro libera dopamina lo que nos hace sentir bien y refuerza este comportamiento. A la vez, se producen un aumento de los niveles de serotonina y se activan el sistema límbico y la corteza prefrontal, áreas relacionadas con las emociones y la toma de decisiones.

Según apunta el doctor en Psicofisiología Manuel Vázquez-Marrufo en este artículo, muchas de las personas que experimentan altos grados de agradecimiento tienden a regular a la baja la actividad de la amígdala (parte del sistema límbico a cargo de la respuesta del miedo) y por tanto hay «una menor liberación de factores inflamatorios que están detrás de muchas enfermedades».

Si quieres practicar…

  • Escribe un diario de gratitud. Dedica unos minutos cada día a escribir tres cosas por las que estás agradecido/a. Esto te ayudará a enfocar tu mente en los aspectos positivos de tu vida.
  • Simplemente, di «gracias». Si sientes que tienes que dar las gracias a alguien, hazlo verbalmente y si lo haces mirándole a los ojos, mucho mejor. Verás cómo se fortalecen tus relaciones y aumenta tu propio sentido de bienestar.
  • Cartas de agradecimiento. Escribe cartas de gratitud a personas que han tenido un impacto positivo en tu vida. Incluso si no las envías, te ayudarán a sentirte más conectado/a y satisfecho/a.

10. No hagas nada

La inactividad es esencial para que nuestro cerebro se tome un descanso y recupere la energía perdida. Pero cuando nos dedicamos a no hacer nada no solo nos estamos dando tiempo para recargar pilas. También favorecemos la conexión con nosotros mismos, la creatividad y la memoria.

El científico y escritor Andrew J. Smart explica que durante los periodos de inactividad nuestro cerebro está activo, aunque de una forma diferente. Al igual que un avión tiene un piloto automático, nosotros entramos en un estado similar cuando descansamos y renunciamos al control manual: «El piloto automático tiene claro adónde quieres ir y qué quieres hacer y la única forma de averiguar lo que sabe es dejar de pilotar manualmente el avión y permitir que tu piloto automático te guíe».

Y si, además de no hacer nada, estamos en silencio, mucho mejor. Un estudio llevado a cabo por investigadores alemanes concluyó que dos horas de silencio al día bastan para estimular la creación de nuevas neuronas en el hipocampo (zona del cerebro implicada en la memoria, las emociones y el aprendizaje). Así que aprovecha tan valiosos momentos para darte un relajante baño de silencio.

Referencias bibliográficas

Bennett D.A., Schneider J.A., Tang Y., Arnold S.E. & Wilson R.S. (2006). The effect of social networks on the relation between Alzheimer’s disease pathology and level of cognitive function in old people: a longitudinal cohort study. Lancet Neurology, 5(5):406-12.

Castellanos, N. (2022). Neurociencia del cuerpo: cómo el organismo esculpe el cerebro. Barcelona: Kairós.

Chanda, M. L., & Levitin, D. J. (2013). The neurochemistry of music. Trends in cognitive sciences, 17(4), 179–193.

Gruber, M. J., Gelman, B. D. & Ranganath, C. (2014). States of curiosity modulate hippocampus-dependent learning via the dopaminergic circuit. Neuron, 84(2), pp. 486-496.

Kirste, I., Nicola, Z., Kronenberg, G., Walker, T. L., Liu, R. C., & Kempermann, G. (2015). Is silence golden? Effects of auditory stimuli and their absence on adult hippocampal neurogenesis. Brain structure & function, 220(2), 1221–1228.

Smart, A.J. (2015). El arte y la ciencia de no hacer nada. El piloto automático del cerebro. Madrid: Clave Intelectual.

Baños de bosque para reducir el estrés y despertar nuestros sentidos.

Baños de bosque para reducir el estrés y despertar nuestros sentidos

Baños de bosque para reducir el estrés y despertar nuestros sentidos 1254 836 BELÉN PICADO

Los bosques siempre han sido un lugar muy especial para mí. Cuando era niña porque los veía como un lugar mágico repleto de criaturas fantásticas, de hadas y de duendes. Y ya de adulta porque son uno de los entornos que mayor bienestar me proporcionan y más me reconfortan. De hecho, siempre que tengo ocasión de disfrutar de un paseo por un bosque o por cualquier zona en la que haya bastantes árboles me gusta dejarme llevar por las imágenes, los sonidos, los olores y la multitud de sensaciones que me produce todo lo que me rodea. Hace relativamente poco descubrí que hay un nombre para esta experiencia y que, incluso, hay numerosas investigaciones que han demostrado sus beneficios. Lo que he estado haciendo durante todos estos años, sin saberlo, ha sido darme «baños de bosque».

Menos estrés y ansiedad, más conexión con nuestro entorno y con nosotros mismos, mejor estado de ánimo… Regresar a la naturaleza siempre es sanador y terapéutico. Es como volver a casa. Al fin y al cabo, fue nuestro primer hogar como especie. «Han pasado siete millones de años desde que los humanos evolucionaron hasta su forma actual. Los hombres y mujeres que viven en los tiempos modernos han pasado más del 99,99% de su historia evolutiva en entornos naturales. Por lo tanto, los cuerpos humanos se han adaptado a la naturaleza. El bosque es un ejemplo de un entorno natural. Cuando pasamos tiempo en los bosques, inconscientemente experimentamos relajación a través de los cinco sentidos». Así lo explica en una entrevista para el informe Baños de bosque, una propuesta de salud Yoshifumi Miyazaki, antropólogo, doctor en Medicina y uno de los principales expertos mundiales en este campo.

(En este blog puedes leer el artículo «Naturaleza y salud mental: 15 beneficios para tu equilibrio emocional«)

Qué son los baños de bosque

En la década de los 80, los japoneses eligieron el término «shinrin yoku», que podríamos traducir como «baños de bosque», para referirse a una experiencia que permite a las personas contactar con la naturaleza a través, sobre todo, de los sentidos.

También conocida como «medicina forestal», se trata de una terapia cuyo objetivo principal es mejorar la salud y el bienestar de quienes la practican. Sus elementos principales son la apertura de los sentidos a la atmósfera del bosque, la atención plena y la conexión sensorial y emocional con el entorno y con uno mismo. Esto implica tomárselo con mucha calma. Darse un baño de bosque no es hacer senderismo, ni el objetivo es hacer ejercicio físico. Lo que buscamos es calmar nuestra mente y nuestro cuerpo, así que la velocidad de la marcha y la distancia recorrida, en realidad, es lo de menos.

Esta experiencia está inspirada en ancestrales prácticas budistas y sintoístas (el sintoísmo es una religión originaria de Japón que venera los espíritus de la naturaleza) y actualmente forma parte de un programa nipón de salud nacional destinado a reducir los altos niveles de estrés de la población. Además, esta iniciativa se ha ido extendiendo a otros países, como Corea del Sur, Alemania, Estados Unidos o España, donde ya cada vez hay más iniciativas que buscan proteger los entornos forestales y, a la vez, aprovechar sus propiedades terapéuticas.

El objetivo principal de los baños de bosque es mejorar la salud y el bienestar.

Menos estrés, mejor conexión y más energía

Los beneficios que nos proporcionan los baños de bosque son muchos. A continuación, os enumero algunos:

  • Reducción del estrés y aumento de la sensación de bienestar. Un equipo de investigadores de la Universidad de Chiba, en Tokio, llevó a cabo un estudio con 498 voluntarios a los que se les pidió pasar un tiempo determinado en un entorno forestal y en otro sin bosques. Tanto antes como después se les realizaron diversas encuestas para medir su nivel de hostilidad, depresión, aburrimiento, bienestar y vivacidad, así como su nivel de ansiedad. Los investigadores encontraron que los baños de bosque resultaban beneficiosos, especialmente entre aquellos que experimentaban estrés crónico. En este sentido, cuanto mayor era el estrés percibido, los efectos terapéuticos eran mayores.
    Y este no es el único estudio que ha aportado evidencia científica a favor de esta experiencia. Son ya numerosas las investigaciones que han demostrado, no solo la disminución de los niveles de ciertas hormonas del estrés como el cortisol, sino también los efectos positivos sobre la ansiedad, la ira e irritabilidad, la depresión, la fatiga mental o la sensación de vitalidad.
    >En estos beneficios, además, juega un papel importante una bacteria que se encuentra en el suelo de los bosques y también en suspensión en el aire. Según varios estudios, la Mycobacterium vaccae  es capaz de disminuir la ansiedad, mejorar la función cognitiva y favorecer que nuestro cerebro segregue más serotonina. Este neurotransmisor, conocido como hormona de la felicidad, equilibra el estado de ánimo, promueve el comportamiento social y regula funciones como el apetito, la digestión, el sueño o el deseo sexual.
  • Mejora del sueño. Se ha comprobado que los baños de bosque, especialmente si se realizan al atardecer, favorecen el sueño nocturno en personas con dificultades para dormir. Esto se debe a la relajación que se produce por la menor necesidad de oxígeno del córtex cerebral.
  • Fortalecimiento del sistema inmune. Pasar tiempo entre árboles favorece el aumento de un tipo de glóbulos blancos que tienen un importante papel en la lucha contra infecciones. El doctor Quink Li, inmunólogo y director de la Sociedad Japonesa de Medicina Forestal, cuenta en esta entrevista cómo beneficia un entorno forestal al sistema inmune: «El primero de una serie de estudios de baños de bosque lo hice en Iiyama y observé que tras tres días y dos noches en el bosque, las células NK de los participantes aumentaron un 50%, y su actividad, un 52,6%, junto con el aumento de la presencia de proteínas anticancerígenas». Según explica Li, las NK «son un tipo de glóbulos blancos que pueden atacar y matar células no deseadas como las tumorales con la ayuda de proteínas anticancerígenas». En sus estudios también ha comprobado como «se reduce la tensión arterial y el azúcar en sangre y mejora la salud cardiovascular y metabólica, la concentración, la memoria y el umbral del dolor».
  • Mejora de la capacidad de atención. La mayoría de quienes vivimos en ciudades podemos ver a diario cómo la sobreexposición a estímulos que requieren de nuestra atención en la vida urbana moderna provoca en nosotros una considerable fatiga cognitiva. En su Teoría de la Restauración de la Atención, Stephen y Rachel Kaplan defienden que para recuperar la atención dirigida (concentrarse en tareas específicas, como el trabajo) es necesario hacerlo a través de la atención involuntaria hacia algo que no requiera esfuerzo. Y, según explica en este artículo Stephen Kaplan, un entorno natural es perfecto para recuperar esa capacidad de atención porque «estimula delicadamente los sentidos y ofrece una gama de atractivos como el paisaje, los aromas y los sonidos». Esta pareja de investigadores llama «experiencia restaurativa» a la capacidad de la naturaleza de reponer el equilibrio mental y reducir el estrés y la fatiga mental.

Los baños de bosque reducen el estrés y mejoran nuestra capacidad de atención y de concentración.

Dónde y cuándo darse un baño de bosque

Algunos expertos en shinrin yoku recomiendan bosques maduros, que son aquellos donde los árboles suelen superar los 100 años, y un guía especializado que dirija la experiencia. Sin embargo, y aunque es una buena opción para profundizar en este tipo de actividad, no es la única. También puedes hacerlo por tu cuenta.

Dirígete dónde te pida el cuerpo, según el momento vital en el que te encuentres o según tus posibilidades y tu disponibilidad. Lo importante es que sea un lugar donde te sientas a gusto. Al fin y al cabo, nadie mejor que tú sabe lo que necesitas. Cualquier bosque o, incluso el jardín botánico de tu ciudad o un parque urbano frondoso y tranquilo pueden ser lugares adecuados. Dependiendo del lugar que elijas y de tu condición física, procura que la distancia recorrida no sea menor de un kilómetro ni supere los ocho.

Y mejor si se trata de un entorno que no tenga pendientes excesivas, que sea seguro y que ofrezca escenarios variados: claros, zonas húmedas, diversidad de especies vegetales y animales, senderos, etc.

Tampoco importa qué estación elijas porque lo fundamental en un baño de bosque son los árboles en sí mismos, no el color que tengan en ese momento o el número de hojas que permanezcan en sus ramas.

En cuanto al momento del día, según los expertos el mejor es a primera hora de la mañana o de la tarde porque es cuando más concentración hay de monoterpenos, unos compuestos orgánicos volátiles que emiten las plantas. Según Albert Bach, investigador que está estudiando las propiedades de estas sustancias, sus efectos se dan a nivel de los sistemas cardiovascular, inmunitario, respiratorio y nervioso, lo que proporciona cambios positivos a nivel de bienestar fisiológico y psicológico.

Silencio, lentitud y atención plena

Silencio, lentitud y una actitud de atención plena son los principales pilares de esta actividad. Te doy algunas pautas que te ayudarán a aprovechar mejor los beneficios de un baño de bosque.

  • Desconecta para conectar. El primer paso es olvidarte de cualquier aparato tecnológico. Si vas a practicar el shinrin yoku, no lleves teléfono móvil, cámara ni cualquier otro dispositivo que pueda distraerte de la experiencia. Recuerda que tienes que estar totalmente presente.
  • Sin prisas. Muévete lentamente y parándote cada vez que algo despierte tu curiosidad para prestarle toda tu atención. Recuerda que se trata de recuperar la energía, no de agotarla. Deja que tu intuición te marque el rumbo a seguir y que tu cuerpo te lleve donde necesite.
  • Con el sigilo del zorro. Camina tan silenciosamente como te sea posible, con todos tus sentidos alerta. Si vas con alguien no habléis entre vosotros hasta que termine la experiencia. Es un momento para estar contigo mismo, contigo misma. Una vez finalizado el paseo, ya tendréis ocasión de compartir emociones y sensaciones.
  • Abre tus sentidos como el lince. Permitir que la mirada se pose en el paisaje, observando las tonalidades ocres del otoño, el estallido de color de la primavera o las ramas desnudas del invierno. Abandonarse a los sonidos naturales del bosque, relajarse con el sonido del agua que procede de una fuente o un río, escuchar y diferenciar los distintos trinos de los pájaros. Respirar los innumerables aromas que nos rodean. Notar la brisa o el sol sobre la piel, sentir el contacto de los pies sobre la tierra, sumergir las manos en el agua de un arroyo, experimentar con la textura suave del musgo húmedo y el tacto rugoso de los troncos de los árboles… Incluso puedes cerrar los ojos en algunos momentos para que la experiencia sea más íntima y profunda.
  • Conciencia plena. Fíjate en esos elementos del paisaje que tantas veces te han pasado inadvertidos. Tomar conciencia es clave en esta experiencia. Contempla cada árbol, cada planta, incluso esos pequeños insectos en los que nunca habías reparado, y luego enfoca tu atención a tu interior (respiración, sensaciones) para volver de nuevo al entorno. ¿Cómo te sientes?

Al conectar con la naturaleza conectamos también con nuestra esencia más profunda.

  • Respira con un árbol. En su libro La sabiduría de los árboles, Vincent Karche propone el siguiente ejercicio:
    “Elige un árbol, da igual que sea grande o pequeño, joven o viejo. Colócate frente a él, a unos metros de su tronco, y asegúrate de que puedes verlo de arriba abajo. Salúdalo. Pregúntale si está de acuerdo. Ahora, sin dejar de mirar el árbol, ánclate al suelo, separa tus pies a una distancia equivalente al ancho de tu espalda y a continuación extiende la planta de tus pies sobre el suelo. Asiéntate.
    Siente el vaivén de tu respiración. Tu punto de referencia es la pared interior de las fosas nasales: fresca en la inspiración, tibia en la expiración. Cuando sientas que se ha instalado en ti este ritmo, haz crecer raíces desde el centro de tus pies hacia el suelo, con cada expiración. Después, con cada inspiración, la energía sube por estas raíces y te atraviesa.
    Tu red de raíces se extiende, se alarga, se hunde, el árbol te acompaña. Sus raíces tocan las tuyas, se enlazan con ellas. Siente cómo se refuerzan estos puntos de anclaje con cada expiración. Puede que profundices tanto que tengas la sensación de alcanzar el centro de la Tierra.
    Mantente unos instantes viviendo todo esto. Siéntete árbol. Siéntete en conexión contigo mismo, con el árbol, entre la tierra y el cielo. Déjate atravesar por esta abundancia.
    Deja que estas sensaciones duren el tiempo que te convenga. Después, cuando hayas llegado al final de esta primera etapa, da las gracias al árbol y ve a estrecharlo entre tus brazos.
    Si te apetece, ponle un nombre. Mi árbol se llama Doug. Porque es un douglas, uno de los gigantes venidos de América”.
Puede interesarte

Baños de bosque, una propuesta de salud. Este informe recoge entrevistas con expertos en el tema de la terapia y la medicina forestal, así como su aplicación en distintas partes del mundo. También incluye una extensa bibliografía y numerosos estudios que avalan científicamente los efectos del contacto con la naturaleza en general, y con los ecosistemas forestales en particular, sobre el cuerpo y la mente.

La sabiduría de los árboles, de Vincent Karche. El autor comparte las enseñanzas que le han aportado los árboles a lo largo de su vida, en lo laboral y en lo personal. «En los momentos difíciles pueden inspirarte, calmarte, acompañarte en la curación de tus heridas. Te ayudan a renacer en el hueco cálido de sus ramas».

Ante una situación que nos produzca mucho miedo podemos quedarnos paralizados.

¿Por qué el miedo paraliza ante ciertas experiencias traumáticas?

¿Por qué el miedo paraliza ante ciertas experiencias traumáticas? 1920 1248 BELÉN PICADO

Hay personas que llegan a terapia abrumadas por el profundo sufrimiento que les genera una situación traumática (o varias), que en ocasiones ocurrió mucho tiempo atrás y en la que ellas fueron las víctimas. Y a ese peso se suma, a menudo, una gran carga de culpa y vergüenza. Por no haberse defendido, por no haber impedido que les hicieran daño, por no haberlo evitado… «Estaba muerta de miedo y me paralicé», «Físicamente estaba allí, pero mi mente se fue lejos», «Me quedé congelado»… Estas expresiones son típicas de pacientes que han sufrido malos tratos o algún tipo de abuso, por ejemplo, y creen no haber estado a la altura. En realidad, lo que ocurre es que el miedo paraliza. Esas personas sí estuvieron a la altura. Estuvieron tan a la altura que sobrevivieron.

Por desgracia, a veces, al sufrimiento de quienes sufren el trauma se une la incomprensión de parte de la sociedad. Especialmente cuando se responsabiliza a la víctima por no haber peleado o no haber hecho lo suficiente para defenderse.

Estamos programados para sobrevivir

Cada respuesta de nuestro organismo, por muy ilógica e incongruente que pueda parecernos, está al servicio de la supervivencia. Incluso antes de que nuestro cerebro determine que estamos en peligro, nuestro sistema nervioso autónomo ya está escaneando el entorno para comprobar si es seguro. Se trata de un proceso totalmente inconsciente. Es vital para sobrevivir y ocurre desde que nacemos y a lo largo de toda la vida.

Si hemos crecido en un entorno seguro y con una adecuada regulación emocional, la alarma solo saltará en caso de un peligro real. Sin embargo, si nos hemos criado en un ambiente negligente o hemos vivido eventos traumáticos es muy probable que ese detector esté averiado. En este caso, nuestro cerebro puede interpretar señales neutras, o incluso positivas, como signos de peligro.

La teoría polivagal, desarrollada por Stephen Porges, nos explica cómo nos afectan los traumas. Y nos ayuda a entender por qué ante una situación que nos provoca mucho miedo o estrés nos quedamos paralizados. Esta y otras respuestas se producen en el sistema nervioso autónomo, una especie de sistema de ‘vigilancia personal’.

Nuestro sistema nervioso autónomo está formado por dos ramas principales y cada una de ellas tiene su propio patrón de respuesta. Son la rama simpática, cuya respuesta es la movilización, y la rama parasimpática, que, a su vez, se divide en dos vías. La vía vagal ventral responde a través del compromiso y la conexión social y la vía vagal dorsal, cuyo patrón de respuesta principal es la inmovilización .

La rama simpática nos prepara para la lucha o la huida.

La rama simpática llama a la acción

Esta rama está relacionada con la alerta y nos prepara para actuar y responder ante señales de peligro. Desencadena la liberación de adrenalina y da lugar a respuestas de lucha o huida. Fisiológicamente, el ritmo cardiaco se acelera, la respiración se hace más superficial y entrecortada, las pupilas se dilatan y la adrenalina hace que no podamos estarnos quietos.

Cuando una persona ha sufrido repetidas experiencias traumáticas o situaciones de estrés constante su ‘sistema de alarma’ falla. En estos casos, la vía simpática está activada continuamente lo que puede conducir a crisis de pánico y ansiedad, entre otros trastornos.

La vía vagal ventral nos ayuda a conectar con los demás

Esta vía de la rama parasimpática se activa cuando percibimos que estamos seguros. Nos ayuda a conectar con los demás y a desconectar de ruidos u otros estímulos que nos distraigan cuando estamos interactuando con otras personas. Cuando estamos en este estado podemos cuidar de nosotros mismos y de los demás, ser productivos en nuestro trabajo, disfrutar del día a día…

Fisiológicamente nuestro latido cardiaco y nuestra respiración son regulares y nuestro sistema inmunológico saludable, lo que nos hace menos vulnerables a las enfermedades. Hay una sensación general de bienestar.

El sistema parasimpático ventral está muy relacionado con el estilo de apego, seguro o inseguro, que establecimos con nuestras figuras de referencia en la infancia.

La vía vagal ventral nos ayuda a conectar con los demás.

La vía vagal dorsal responde con la inmovilización

Evolutivamente es la más primitiva, la compartimos con los reptiles y se pone en funcionamiento cuando no podemos luchar ni huir. Es el último recurso. Esta vía responde a las señales de peligro extremo y se activa cuando nos sentimos atrapados o sin salida, provocando que nos quedemos totalmente inmóviles.

Cuando nos sentimos paralizados, congelados o como si estuviéramos “en otro sitio” es porque la vía vagal dorsal ha tomado el control. A veces, incluso, puede producirse el desmayo. Esta vía nos protege, a través de la inmovilización, anulando los sistemas corporales para conservar la energía. De manera similar, algunos animales fingen su muerte en respuesta a una amenaza vital. La expresión «estar muerto de miedo» define este estado.

En este estado la persona puede sentirse como si estuviera fuera de su cuerpo. El cuerpo sigue ahí, pero la mente está lejos. Este ‘distanciamiento’, llamado disociación, es un mecanismo de defensa que ayuda a hacer soportable lo insoportable. Pero no solo se produce cuando hay grandes traumas (un accidente, una violación, una catástrofe natural). También ocurre en casos de experiencias adversas repetidas o de negligencia reiterada durante la infancia: falta de atención, críticas continuadas, maltrato…

Todas esas experiencias quedan grabadas como algo doloroso y peligroso. Si en la edad adulta se recibe una crítica, por pequeña que sea, la persona puede llegar a experimentar el mismo sufrimiento que la primera vez. Y, posiblemente, se activará el estado de inmovilización. En estas circunstancias, puede acabar por desconectarse de los demás, aislarse, sentirse incapaz de realizar actividades cotidianas o sumirse en una depresión.

La vía vagal dorsal se activa también cuando la rama simpática ha estado activada durante mucho tiempo y el sistema se colapsa. Por ejemplo, en situaciones de estrés continuado. En el caso de los niños toma el control cuando viven en ambientes traumáticos. Su sistema percibe que la amenaza es excesiva y no hay recursos para afrontarla. «Mientras más veces se haya producido la inmovilización (o congelación) en edades tempranas, más probabilidades de que se repitan en el futuro. Esto explica por qué personas que han sufrido abusos de niños (psicológicos, físicos o sexuales) tienden a no reaccionar e inhibirse cuando son abusados de adultos», explica el psicólogo experto en trauma Manuel Hernández.

Para ver más claramente cómo y en qué orden se activarían estas tres vías, vamos a recurrir a un ejemplo. Imaginad que vais por la calle y os intentan atracar. La primera reacción podría ser bien apelar a la empatía del atracador, o bien buscar o pedir ayuda a algún transeúnte (vía vagal ventral). En caso de que la estrategia de suplicar al delincuente o de pedir ayuda no funcione, valoraremos si enfrentarnos al caco o escapar (rama simpática). Si, en último lugar, vemos que no podemos luchar ni huir, nos rendiremos sin oponer resistencia.  Y muy probablemente entraremos en estado de inmovilización.

Reconectar con la seguridad y la calma

Si sabemos cómo funciona nuestro sistema nervioso nos resultará más fácil reconciliarnos y ser más amables con nosotros mismos. Y más comprensivos con los demás.

El secreto está, en gran parte, en descifrar el mapa de nuestras reacciones. También nos beneficiará descubrir cómo pasamos de un estado a otro según nuestras experiencias pasadas.  O averiguar qué nos hace sentir seguros, nos deprime o nos pone en alerta. Para ello, es necesario un proceso de autoobservación y autoconocimiento. ¿Qué señales hacen que nos pongamos a la defensiva? ¿Cuándo perdimos el control por primera vez? ¿Qué nos tranquiliza? ¿Qué situaciones nos bloquean o nos hacen sentir que no hay salida?

Podemos aprender a activar voluntariamente nuestra vía vagal ventral. Así no sentiremos más conectados, seguros y presentes en el aquí y ahora. Algunas de las cosas que podemos hacer para ponernos en ‘modo ventral’ son:

  • Practicar la respiración diafragmática.  Empieza inspirando contando hasta 2 y espirando contando hasta 4, luego inspira contando hasta 3 y espira contando hasta 6… Alarga los tiempos hasta donde puedas, manteniendo la proporción entre los segundos de inspiración y espiración.
  • Realizar movimientos con los que disfrutemos: bailar, caminar, hacer deporte…
  • Disfrutar de experiencias agradables: regalarnos un masaje, paladear nuestro plato favorito o dedicar tiempo a nuestras aficiones.
  • Evocar una experiencia positiva del pasado. Además de visualizar la imagen también podremos recuperar la emoción que nos generó.
  • Conectar con personas que nos hagan sentir bien a través de gestos que inspiren seguridad. Una mirada cómplice, un tono de voz pausado, gestos suaves…
  • Intercambiar mimos con nuestra mascota.
  • Recurrir a la meditación o a visualizaciones que nos evoquen seguridad y calma.
  • Conectar con la naturaleza.
  • Escuchar música o cantar. Según Porges, los sonidos en la frecuencia de la voz humana, como lo son muchas composiciones musicales, estimulan la vía vagal ventral. Tienden a regularnos autonómicamente y a activar nuestro sistema de conexión social.
  • Iniciar un proceso terapéutico. Cuando lo anterior no es suficiente para recuperar la sensación de calma y seguridad, contar con ayuda profesional nos dará herramientas y recursos para conseguirlo. Cuando hay experiencias traumáticas, la terapia EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares) ha demostrado ser especialmente efectiva. Si necesitas ayuda psicológica, no dudes en ponerte en contacto conmigo y te acompañaré en tu proceso.

Es muy importante aprender cómo funciona nuestro cerebro, nuestro cuerpo y nuestras emociones no solo en nuestro beneficio. También para evitar malinterpretar las reacciones de las víctimas de cualquier tipo de abuso, maltrato o agresión.

 

El miedo a hablar en público o glosofobia es un temor muy común que puede superarse.

Miedo a hablar en público, un temor muy común que puede superarse

Miedo a hablar en público, un temor muy común que puede superarse 1280 1280 BELÉN PICADO

Ponernos nerviosos cuando tenemos que hablar en público es normal, incluso puede ayudarnos a estar más atentos a la situación. Al fin y al cabo, es algo que intimida un poco y, además, se trata de una habilidad que no suele entrenarse demasiado en la infancia y en la adolescencia (al menos, en el sistema educativo español). El problema surge cuando ese nerviosismo se convierte en miedo y nos crea dificultades en situaciones del día a día. Y es que el miedo a hablar en público o glosofobia no solo se limita al ámbito laboral o académico, sino que puede generalizarse a cualquier actividad que conlleve exponerse ante una audiencia, con independencia del contexto. Si te ocurre, no estás solo. Se estima que afecta al 75 por ciento de la población.

El temor a ser el centro de atención, a hacer el ridículo, a quedarse en blanco o a no estar a la altura puede generar frustración y un considerable malestar en contextos tan variados como el entorno laboral, exámenes o exposiciones orales en el ámbito escolar, actividades de ocio e, incluso, en reuniones de amigos. En cuanto al número de personas a partir del cual se empieza a ‘sudar’, es muy variable: hay quienes solo se bloquean ante una nutrida audiencia y a quienes les basta con tres oyentes para que les tiemblen las piernas.

“Voy a desmayarme”

Algunas de las señales fisiológicas que caracterizan el miedo a hablar en público son: sudoración excesiva, sofocos, sequedad de boca, temblor en la voz o en las extremidades, dificultad para respirar o sensación de ahogo, sonrojo, aumento de la tasa cardiaca, mareo o sensación de estar a punto de desmayarse…

En el plano cognitivo, los pensamientos negativos que sobrevienen suelen relacionarse con: anticipación de consecuencias negativas («Voy a hacer el ridículo»), desvalorización de los propios logros («He tenido suerte»), visión negativa de la situación y de las propias habilidades («No tengo la suficiente experiencia para hacerlo bien»), sobregeneralización («Todo lo hago mal»), comparaciones destructivas («Nunca podré hacerlo tan bien como mi profesor»), magnificación de la amenaza («Si me bloqueo delante del público, me muero»), etc.

En cuanto a los síntomas conductuales, los más comunes son intentar escapar de la situación, hablar rápido, tartamudear o quedarse en blanco, entre otros.

Todos estos mecanismos se ponen en marcha como un sistema defensivo ante lo que nuestro cerebro interpreta como un peligro.

Hablar rápido, tartamudear o intentar huir de la situación son síntomas habituales en el miedo a hablar en público.

¿Por qué tengo miedo a hablar en público?

Según el Manual diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-5), la fobia a hablar en público y el pánico escénico se incluyen dentro de los trastornos de ansiedad social. En cuanto a las causas, pueden ser varias:

  • Experiencias traumáticas. Es posible que la persona haya vivido un episodio negativo muy intenso relacionado, directa o indirectamente, con el hecho de exponerse o hablar en público. O bien, que haya presenciado cómo le ocurría a otro.
  • Evitación. Cuando empezamos a sentir inseguridad a la hora de exponernos y postergamos la situación para quitarnos el problema de encima, en un primer momento experimentamos alivio. Sin embargo, a medida que pase el tiempo cada vez nos sentiremos menos capaces de enfrentarnos a dicho problema. Incluso, es posible que esa ansiedad se generalice a otras situaciones que nos recuerden lo que tememos y pasemos de tener miedo a bloquearnos por completo.
  • Baja autoestima. Este tipo de situaciones suelen ser especialmente complicadas para quienes tienen un bajo concepto de sí mismos y viven con miedo a qué pensarán los demás, a ser torpes o inoportunos o a decir algo inconveniente.
  • Excesiva autoexigencia. Un alto nivel de perfeccionismo puede llevar a no permitirse ni un solo error, incluido el propio hecho de temer a una situación determinada (dar una charla, por ejemplo). El problema es que el miedo a exponerse causa tal ansiedad que al final se acaban cometiendo los errores que tanto se temían.
  • Creencias negativas acerca de la actividad de hablar en público que se hayan desarrollado durante la infancia y la adolescencia.
  • Trastornos mentales. El miedo a hablar en público puede estar asociado a trastornos como la depresión, la ansiedad, la esquizofrenia o a alteraciones del lenguaje, como la tartamudez.

(En este blog puedes leer el artículo «Ansiedad social: Mucho más que timidez»)

El pánico escénico y los artistas

Es habitual que el miedo a hablar en público se generalice no solo a hablar, sino a cualquier modalidad de actuación que tenga lugar delante de una audiencia. El pánico escénico o miedo escénico es un problema muy común entre profesionales que tienen que exponerse públicamente, como cantantes, músicos, actores, políticos o deportistas. El temor a olvidarse de la letra de una canción, a desafinar, a quedarse en blanco durante una representación teatral o a cometer un error que pueda provocar la burla o la decepción en el público, supone un gran problema para muchos artistas. Y no solo para aquellos que están empezando, sino también para quienes cuentan con una dilatada carrera sus espaldas.

Joaquín Sabina, por ejemplo, abandonó el escenario en pleno concierto debido a un ataque de pánico escénico. Pastora Soler estuvo retirada dos años tras sufrir una crisis en plena actuación y Barbra Streisand pasó nada menos que 27 años sin pisar los escenarios después de olvidarse de la letra de una canción durante un concierto.

En el caso de Salma Hayek, desde que se quedó completamente bloqueada en una obra de teatro a los 18 años, no ha vuelto a subirse a un escenario para hacer teatro. «Sufro pánico escénico. Nadie se da cuenta, pero lo paso muy, muy mal. Si me apartas la cámara y me pones delante del público, simplemente me muero. Una vez que me subo al escenario, no lo parece, pero luego no puedo hacer nada en todo el día porque estoy agotada», confesó la actriz mexicana en 2017. Adele, Scarlett Johansson, Robbie Williams o Hugh Grant también están entre los artistas que han confesado sufrir este miedo incontrolable.

José Ballester, profesor de piano en el Conservatorio de Música de Murcia llevó a cabo un estudio en el que colaboraron 570 músicos y 60 profesores y llegó a la conclusión de que uno de cada tres músicos sufre ansiedad escénica e incluso uno de cada cinco alumnos deciden abandonar sus estudios de música por esa causa.

Pastora Soler estuvo retirada dos años tras sufrir una crisis en plena actuación.

Pastora Soler.

Superar el miedo a hablar en público es posible

Asumiendo que cierto nivel de nerviosismo es normal, e incluso aconsejable a la hora de hablar en público, veamos qué podemos hacer para no bloquearnos:

  • Identifica qué hay detrás de tu miedo ¿Perfeccionismo? ¿Miedo al ridículo? ¿Temor al rechazo?… A partir de ahí, toca buscar los pensamientos automáticos que alimentan y mantienen esas emociones para empezar a regularlas (y utilizarlas a tu favor). Y es que cierto grado de emocionalidad cuando vamos a exponernos ante una audiencia puede ser, incluso, un estímulo para mantenernos concentrados y establecer una comunicación más efectiva con quien nos está escuchando.
  • El inicio es importante, pero no tanto. No te vengas abajo si al principio te cuesta empezar y centrarte en el tema. Es algo normal, ya que estás entrando en contacto con la situación ansiógena. Una vez pases ese momento y a medida que vayas hablando, la ansiedad irá disminuyendo. Además, quien te escucha va a recordar el conjunto de tu exposición y no tanto los posibles titubeos iniciales.
  • Sincérate con tu público. ¿Estás nerviosa o nervioso y temes perder el hilo de lo que dices en algún momento de tu exposición? Adelante, exprésalo. Verás cómo, una vez que has exteriorizado tu temor, la ansiedad bajará. Además, te ganarás la comprensión de tu audiencia, ya que la gente de forma natural tiende a ser empática en este tipo de situaciones. Y si cometes un error, es mejor parar y rectificar que querer seguir al precio que sea. Esta muestra de naturalidad y honestidad también contribuirá a una mayor sensación de cercanía.
  • Haz memoria. Recordar lo que has logrado en otras ocasiones en las que también tenías los nervios a flor de piel te ayudará a alcanzar tu objetivo. Si pudiste salir airoso entonces, también puedes conseguirlo ahora.
  • Aprende a respirar y a relajarte. Las técnicas de respiración y de relajación ayudan a reducir la activación, sobre todo antes de enfrentarte a la situación que te genera ansiedad.
  • El discurso interno también es importante. No solo hay que prestar atención a lo que decimos al resto de las personas, sino también a lo que nos decimos a nosotros mismos. Nuestro diálogo interno juega un papel clave en cómo nos sentimos y en cómo actuamos. Puede darnos fuerzas y motivarnos o, por el contrario, aumentar nuestro malestar. Olvídate de frases como «No hay anda interesante que yo pueda decir» o «Me voy a bloquear» y sustitúyelas por «Es normal que esté nervioso, pero voy a salir airoso de este reto» o «Puedo hacerlo».
  • Reconcíliate con tu ansiedad. En nuestro día a día nos enfrentamos continuamente a emociones y sensaciones que pueden resultar desagradables. Aprender a aceptarlas y sostenerlas en vez de evitarlas, nos ayudará a familiarizarnos con ellas y a no bloquearnos cuando aparezcan en situaciones que dominamos menos (como hablar en público). Si escuchas el latido de tu corazón o sientes mariposas en el estómago, en vez de tratar de evitarlo piensa que es una señal de que lo que estás diciendo o haciendo te importa y te lo estás tomando en serio.
  • Si has vivido antes un episodio de pánico escénico, asume que podría volver a pasar. Sufrir una crisis de ansiedad puede resultar muy molesto y desagradable, pero no es peligroso. No te va a ocurrir nada más. Llegado el caso, puedes hacer una pausa, beber agua y respirar de un modo calmado. Aunque es lógico que lo que más te apetezca es salir corriendo, es importante que retomes lo que estabas haciendo (tu charla, una exposición…). Si evitas o huyes, la experiencia quedará grabada en tu cerebro como un recuerdo traumático y la próxima vez te resultará más difícil superarlo.
  • No seas kamikaze, mejor ir paso a paso y de menos a más. Hay personas que eligen la situación que más temor les produce para enfrentarse a ella. Pero esta actitud puede ser contraproducente, ya que, si fracasamos, nuestra ansiedad aumentará al mismo tiempo que bajará nuestra autoestima. Es mejor ir paso a paso, empezando por situaciones que nos generen menor nivel de ansiedad y, a medida que las superemos, ir a por las de mayor dificultad.
  • Practica, practica, practica. La sensación de control que tengas sobre el contenido de lo que quieras decir va a influir en el resultado. Cuanto más ensayes, mayor sensación de control y mayor capacidad de reacción ante posibles imprevistos. Presta atención a tu tono de voz y a la velocidad. Cuando estamos nerviosos tendemos a hablar más deprisa para acabar antes, pero eso solo aumenta nuestro nerviosismo. Por el contrario, ralentizar el habla ayuda a regularse física y emocionalmente. Puedes practicar con algún amigo, poniéndote delante del espejo, grabándote en vídeo o llenando la habitación de muñecos que ejerzan de público. Todo vale. Y no olvides trabajar la comunicación no verbal (gestos, postura, etc.)
  • Habla con tus hijos. La mejor forma de enseñar a tus hijos a hablar en público es animándolos a intervenir en las charlas familiares. Los niños que están acostumbrados a compartir conversaciones en casa tienen más facilidad para hablar correctamente y también para aprender a debatir. Elige un momento del día en que estéis toda la familia en casa y aprovecha para charlar con tus hijos y establecer pequeños debates sobre algo interesante que haya ocurrido durante la jornada.

Reconciliarnos con nuestra ansiedad nos ayudará a superar el miedo a hablar en público.

Cuándo pedir ayuda profesional

Cuando la glosofobia empeora y la ansiedad aumenta hasta el punto de afectar seriamente a todos los ámbitos de la vida se hace necesario acudir a un profesional e iniciar un proceso terapéutico. A lo largo de la terapia se trabajarán diferentes aspectos. Entre ellos, facilitar psicoeducación sobre el problema, reforzar la autoestima, trabajar en estrategias de afrontamiento, habilidades sociales y técnicas de relajación, aprender a identificar y desmontar los pensamientos distorsionados que mantienen el trastorno, mejorar la gestión de las emociones y exponerse progresivamente a lo que se teme.

Además, si el origen es una experiencia traumática, resulta muy eficaz la Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares o EMDR. Este abordaje permite identificar el suceso original y elaborar los posibles traumas implicados en el miedo a hablar en público. Si necesites ayuda, no dudes en ponerte en contacto conmigo y estaré encantada de acompañarte en tu proceso.

POLÍTICA DE PRIVACIDAD

De conformidad con lo dispuesto en el Reglamento General (UE) Sobre Protección de Datos, mediante la aceptación de la presente Política de Privacidad prestas tu consentimiento informado, expreso, libre e inequívoco para que los datos personales que proporciones a través de la página web https://www.belenpicadopsicologia.com (en adelante SITIO WEB) sean incluidos en un fichero de “USUARIOS WEB Y SUSCRIPTORES” así como “CLIENTES Y/O PROVEEDORES”

Belén Picado García como titular y gestora del sitio web que visitas, expone en este apartado la Política de Privacidad en el uso, y sobre la información de carácter personal que el usuario puede facilitar cuando visite o navegue por esta página web.

En el tratamiento de datos de carácter personal, Belén Picado Psicología garantiza el cumplimiento del nuevo Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea (RGPD). Por lo que informa a todos los usuarios, que los datos remitidos o suministrados a través de la presente serán debidamente tratados, garantizando los términos del RGPD. La responsable del tratamiento de los datos es Belén Picado García.

Belén Picado García se reserva el derecho de modificar la presente Política de Protección de Datos en cualquier momento, con el fin de adaptarla a novedades legislativas o cambios en sus actividades, siendo vigente la que en cada momento se encuentre publicada en esta web.

¿QUÉ SON LOS DATOS PERSONALES?

Una pequeña aproximación es importante, por ello, debes saber que sería cualquier información relativa a una persona que facilita cuando visita este sitio web, en este caso nombre, teléfono y email, y si adquiere algún producto necesitando factura, solicitaremos domicilio completo, nombre, apellidos y DNI o CIF.

Adicionalmente, cuando visitas nuestro sitio web, determinada información se almacena automáticamente por motivos técnicos como la dirección IP asignada por tu proveedor de acceso a Internet.

CALIDAD Y FINALIDAD

Al hacer clic en el botón “Enviar” (o equivalente) incorporado en nuestros formularios, el usuario declara que la información y los datos que en ellos ha facilitado son exactos y veraces. Para que la información facilitada esté siempre actualizada y no contenga errores, el Usuario deberá comunicar, a la mayor brevedad posible, las modificaciones de sus datos de carácter personal que se vayan produciendo, así como las rectificaciones de datos erróneos en caso de que detecte alguno. El Usuario garantiza que los datos aportados son verdaderos, exactos, completos y actualizados, siendo responsable de cualquier daño o perjuicio, directo o indirecto, que pudiera ocasionarse como consecuencia del incumplimiento de tal obligación. En función del formulario y/o correo electrónico al que accedas, o remitas, la información que nos facilites se utilizará para las finalidades descritas a continuación, por lo que aceptas expresamente y de forma libre e inequívoca su tratamiento con acuerdo a las siguientes finalidades:

  1. Las que particularmente se indiquen en cada una de las páginas donde aparezca el formulario de registro electrónico.
  2. Con carácter general, para atender tus solicitudes, consultas, comentarios, encargos o cualquier tipo de petición que sea realizada por el usuario a través de cualquiera de las formas de contacto que ponemos a disposición de nuestros usuarios, seguidores o lectores.
  3. Para informarte sobre consultas, peticiones, actividades, productos, novedades y/o servicios; vía e-mail, fax, Whatsapp, Skype, teléfono proporcionado, comunidades sociales (Redes Sociales), y de igual forma para enviarle comunicaciones comerciales a través de cualesquier otro medio electrónico o físico. Estas comunicaciones, siempre serán relacionadas con nuestros tema, servicios, novedades o promociones, así como aquellas que considerar de su interés y que puedan ofrecer colaboradores, empresas o partners con los que mantengamos acuerdos de promoción comercial. De ser así, garantizamos que estos terceros nunca tendrán acceso a sus datos personales. Siendo en todo caso estas comunicaciones realizadas por parte de este sitio web, y siempre sobre productos y servicios relacionados con nuestro sector.
  4. Elaborar perfiles de mercado con fines publicitarios o estadísticos.
  5. Esa misma información podrá ofrecérsele o remitírsele al hacerse seguidor de los perfiles de este sitio web en las redes sociales que se enlazan, por lo que al hacerte seguidor de cualquiera de los dos consientes expresamente el tratamiento de tus datos personales dentro del entorno de estas redes sociales, en cumplimiento de las presentes, así como de las condiciones particulares y políticas de privacidad de las mismas. Si desean dejar de recibir dicha información o que esos datos sean cancelados, puedes darte de baja como seguidor de nuestros perfiles en estas redes. Además, los seguidores en redes sociales podrán ejercer los derechos que la Ley les confiere, si bien, puesto que dichas plataformas pertenecen a terceros, las respuestas a los ejercicios de derechos por parte de este sitio web quedarán limitadas por las funcionalidades que permita la red social de que se trate, por lo que recomendamos que antes de seguir nuestros perfiles en redes sociales revises las condiciones de uso y políticas de privacidad de las mismas.

BAJA EN SUSCRIPCIÓN A NEWSLETTER Y ENVÍO DE COMUNICACIONES COMERCIALES

En relación a la baja en la suscripción de los emails enviados, le informamos que podrá en cualquier momento revocar el consentimiento prestado para el envío de comunicaciones comerciales, o para causar baja en nuestros servicios de suscripción, tan solo enviando un correo electrónico indicando su solicitud a: belen@belenpicadopsicologia.com indicando: BAJA SUSCRIPCIÓN.

DATOS DE TERCEROS

En el supuesto de que nos facilites datos de carácter personal de terceras personas, en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 5.4. LOPD, declaras haber informado a dichas personas con carácter previo, del contenido de los datos facilitados, de la procedencia de los mismos, de la existencia y finalidad del fichero donde se contienen sus datos, de los destinatarios de dicha información, de la posibilidad de ejercitar los derechos de acceso, rectificación, cancelación u oposición, así como de los datos identificativos de este sitio web. En este sentido, es de su exclusiva responsabilidad informar de tal circunstancia a los terceros cuyos datos nos va a ceder, no asumiendo a este sitio web ninguna responsabilidad por el incumplimiento de este precepto por parte del usuario.

EJERCICIO DE DERECHOS

El titular de los datos podrá ejercer sus derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición dirigiéndose a la dirección de email: belen@belenpicadopsicologia.com. Dicha solicitud deberá contener los siguientes datos: nombre y apellidos, domicilio a efecto de notificaciones, fotocopia del DNI I o Pasaporte.

MEDIDAS DE SEGURIDAD

Este sitio web ha adoptado todas las medidas técnicas y de organización necesaria para garantizar la seguridad e integridad de los datos de carácter personal que trate, así como para evitar su pérdida, alteración y/o acceso por parte de terceros no autorizados. No obstante lo anterior, el usuario reconoce y acepta que las medidas de seguridad en Internet no son inexpugnables.

CAMBIOS Y ACTUALIZACIONES DE ESTA POLÍTICA DE PRIVACIDAD

Ocasionalmente esta política de privacidad puede ser actualizada. Si lo hacemos, actualizaremos la “fecha efectiva” presente al principio de esta página de política de privacidad. Si realizamos una actualización de esta política de privacidad que sea menos restrictiva en nuestro uso o que implique un tratamiento diferente de los datos previamente recolectados, te notificaremos previamente a la modificación y te pediremos de nuevo tu consentimiento en la página https://www.belenpicadopsicologia.com o contactando contigo utilizando la dirección de email que nos proporcionaste. Te animamos a que revises periódicamente esta política de privacidad con el fin de estar informado acerca del uso que damos a los datos recopilados. Si continúas utilizando esta página web entendemos que das tu consentimiento a esta política de privacidad y a cualquier actualización de la misma.

 

 
Nuestro sitio web utiliza cookies, principalmente de servicios de terceros. Defina sus preferencias de privacidad y / o acepte nuestro uso de cookies.