Hace unos días terminé de ver La Serpiente, miniserie basada en la vida de Charles Sobrahj. Este sujeto, que asesinó en los 70 al menos a doce personas sin que le temblase el pulso, posee los rasgos de un psicópata de manual. Es manipulador, frío, narcisista, sin una pizca de empatía ni de remordimientos y capaz de fingir emociones, que en realidad no experimenta. Pero, ni todos los delincuentes son psicópatas, ni todos los psicópatas han elegido el camino de la delincuencia. Estamos rodeados de psicópatas integrados que no van asesinando por ahí, pero sí pueden hacernos la vida imposible… y de estos últimos vamos a hablar en este artículo.
Tanto los psicópatas criminales como los integrados o subclínicos tienen la misma estructura de personalidad y emociones. La diferencia principal está en si se han involucrado en actividades delictivas, o no. También es importante aclarar que no todas las personas impulsivas, frías o antisociales son psicópatas.
Pero, ¿qué es un psicópata?
A día de hoy no existe un acuerdo unánime respecto a la definición de psicopatía. Pero sí hay características en las que coinciden la mayoría de expertos. Para el psiquiatra estadounidense Harvey Milton Cleckley el síntoma básico sería la deficiente respuesta afectiva hacia los demás, lo que explicaría su comportamiento antisocial. Robert D. Hare, psicólogo forense canadiense, coincide en esa incapacidad para establecer relaciones afectivas y añade elevado egocentrismo y falta de empatía.
En su libro Sin conciencia: El inquietante mundo de los psicópatas que nos rodean, Hare explica: «Los psicópatas son, muchas veces, ingeniosos y se expresan muy bien. Pueden ser conversadores amenos y divertidos, con respuestas rápidas e inteligentes. Frecuentemente, cuentan historias poco probables, pero de alguna manera nos convencen de su veracidad. Ellos siempre quedan bajo la mejor luz. Pueden ser muy efectivos a la hora de presentarse a los demás, encantadores y amables. Para algunos, sin embargo, son demasiado pulidos, se les nota poca sinceridad. Los observadores más astutos suelen tener la impresión de que los psicópatas actúan, que mecánicamente ‘leen un guion».
Diferencias entre psicopatía, narcisismo y trastorno de la personalidad antisocial
Es habitual que se utilicen los términos psicópata, narcisista o sociópata de forma indistinta. Sin embargo, aunque a menudo van asociados, no se refieren exactamente a lo mismo.
Según algunos expertos, la psicopatía sería una variante agresiva del trastorno de personalidad narcisista. Al igual que el narcisista, el psicópata tiene mecanismos de defensa primitivos, sentimientos excesivos de superioridad y el convencimiento de que tiene derecho a más privilegios que nadie. Sin embargo, a diferencia de este, el psicópata muestra menos ansiedad, peor desarrollo moral y su control de impulsos es más deficiente; de ahí que tenga más problemas en controlar la agresividad.
En lo que se refiere a psicopatía y trastorno antisocial de la personalidad, ambas alteraciones se caracterizan por la inadaptación social y la agresividad. En el caso del sociópata esta agresividad se desencadena como reacción a algo o a alguien. La agresión y violencia sin motivo aparente, dirigida a conseguir un objetivo concreto, es más propia del psicópata. Además, la falta de remordimiento o de sentimientos de culpa es inherente al temperamento del psicópata y en los sociópatas sí puede haber una mayor capacidad para albergar estos sentimientos.
Respecto a la empatía, el psicópata carece de ella desde su nacimiento. Sin embargo, la persona con trastorno de la personalidad antisocial puede llegar a mostrar cierto grado de empatía y afecto hacia algunas personas de su entorno. También son diferentes en que el primero busca camuflarse socialmente y mantenerse en segundo plano, al contrario que los sociópatas, cuya conducta llama mucho la atención.
¿En qué ámbitos hay más psicópatas integrados?
Un estudio realizado en la Universidad Complutense de Madrid y publicado el pasado mes de agosto en la revista científica Frontiers in inmunology concluyó que el 4,5 por ciento de la población mundial presenta algún grado de psicopatía.
Según la investigación, esta tasa varía en función de diversos factores. Por ejemplo, es más común en hombres (7,9 por ciento frente a 2,9 por ciento en mujeres) y también más habitual en determinados ámbitos laborales. Entre las profesiones con trabajadores más propensos a la psicopatía está la cirugía. Pero también prevalece en abogados, vendedores de telemarketing, políticos, sacerdotes, chefs, empresarios y periodistas. La razón de esto puede deberse, según los autores del estudio, a que son precisamente algunos rasgos propios de la psicopatía los que «facilitan el éxito en estas profesiones». De hecho, los niveles de esta alteración de la personalidad eran más altos en puestos directivos.
Por ejemplo, personas con este perfil pueden tomar decisiones difíciles y asumir más riesgos sin verse afectadas emocionalmente, además de ser mejores manipulando y convenciendo. Por otro parte, muestran una mayor resistencia al caos. Es decir, son capaces de mantener la cabeza fría en las situaciones más estresantes y caóticas, porque en realidad las consecuencias les dan igual.
Retrato robot de un psicópata integrado
Estamos acostumbrados a asociar el concepto de psicópata con personajes como Charles Sobhraj, Hannibal Lecter o sujetos mucho más cercanos a nosotros, como José Bretón. Pero pensar así es simplificar demasiado. De hecho, la mayoría no son violentos y, mucho menos, homicidas. Están totalmente integrados en la sociedad, al menos a primera vista. «Los psicópatas no son solo los fríos asesinos de las películas. Están en todas partes, viven entre nosotros y tienen formas mucho más sutiles de hacer daño que las meramente físicas. Los peores llevan ropa de marca y ocupan suntuosos despachos, en política. finanzas. La sociedad no los ve, o no quiere verlos, y consiente», expone Robert Hare.
Gracias a los estudios de expertos como Hare y Cleckley, entre muchos otros, podemos trazar un retrato robot bastante acertado de esos psicópatas integrados que se mueven entre nosotros.
- Es encantador. Pero se trata de un encanto superficial y destinado, sobre todo, a captar el interés de posibles ‘víctimas’. En el caso de Charles Sobhraj, por ejemplo, Andrew Anthony, un periodista que lo entrevistó hace unos años, lo definió como «guapo, encantador y absolutamente sin escrúpulos».
Ese poder de seducción facilita al psicópata, no solo captar lo que el otro desea, busca o necesita y ganarse su confianza. También le permite encontrar los puntos débiles de su ‘presa’. Y los utilizará en su beneficio. Desde convencerla de iniciar un ‘negocio que le proporcionará suculentos ingresos hasta iniciar una relación sentimental, que con toda probabilidad se convertirá en pesadilla.
Son expertos en hacer que su víctima se sienta única y especial. Y, como auténticos camaleones, tienen una sorprendente habilidad para cambiar constantemente su forma de actuar, según las necesidades del momento. - Tiene una gran facilidad de palabra. La manipulación del lenguaje es una de sus principales armas. Cleckley lo describe muy bien: «Un psicópata puede estar diciéndote Te quiero y, al mismo tiempo, sentirse como si estuviera bebiendo un vaso de agua». Estas personas saben perfectamente lo que queremos y deseamos oír. Y no van a dudar en regalarnos los oídos con un sinfín de halagos y buenas palabras que, por supuesto, no sienten. Usan el lenguaje para confundir, distraer la atención y colocarse ellos mismos en un pedestal. Y lo hacen de manera muy sutil y efectiva.
- Miente constantemente. Es poco fiable y un mentiroso compulsivo. Los psicópatas integrados se caracterizan por mentir de forma brillante. En ocasiones, sin motivo aparente y sin que haya nada obvio que ganar. Otras, para obtener lo que quieren o perjudicar a alguien. Y si le pillas y se te ocurre enfrentarte, dará la vuelta a la tortilla. Te convertirá a ti en un paranoico y, probablemente, inventará un nuevo embuste para tapar el primero.
Iñaki Piñuel describe esta asombrosa capacidad para mentir en su libro Amor Zero: «Suelen negarlo todo, respondiendo con evasivas o inventando sobre la marcha nuevas y fabulosas versiones de la realidad. Poseen enorme habilidad para improvisar instantáneamente cualquier mentira que les posibilite un escape inmediato, con intención de desviar la atención de su comportamiento hacia otro tema. Esta perversa habilidad para la mentira resulta enormemente chocante y suele dejar a sus víctimas perplejas y psicológicamente desarboladas».
Ni son confiables, ni ellos se permiten confiar en nadie. A menudo perciben que los demás tienen malas intenciones. Pero en realidad lo que están haciendo es proyectar en el otro su propia desconfianza. - Se cree superior al resto de los mortales. Narcisismo, egocentrismo patológico y desmesurado y sentido de autovaloración grandilocuente son otras características de estos individuos. Este narcisismo, además, hace que sean incapaces de amar. En una relación auténtica y honesta, se establece un vínculo entre iguales y nos permitimos mostrarnos vulnerables ante la otra persona. Pero esto es algo que un psicópata nunca hará.
- No conoce la empatía. Uno de los rasgos principales que definen al psicópata es su falta de empatía, lo que puede llevarle a ser insensible y muy cruel. Si a una persona no le importan tus sentimientos ni cómo te afecte su conducta, es evidente que no tendrá escrúpulos en hacer lo necesario para lograr sus fines. No importa si estos fines son económicos, sexuales, si busca escalar socialmente o si pretende lograr un ascenso profesional.
Aquí tenemos que diferenciar la empatía afectiva o emocional de la empatía cognitiva. La primera nos ayuda a identificarnos con los sentimientos de la otra persona; con la segunda podemos entender y reconocer qué está sintiendo, pero desde una perspectiva mental y no desde la emoción propia. El psicópata solo tiene capacidad para experimentar la segunda, pero sí puede llegar a fingir empatía emocional con una finalidad meramente manipuladora. - Tiene mucha facilidad para manipular y engañar. Utilizará sus dotes de persuasión, su capacidad observadora y su facilidad para la seducción como herramientas para manipular y lograr sus objetivos. Por ejemplo, vivir a costa del esfuerzo, el trabajo o el dinero de los demás (estilo de vida parasitario).
El psicópata es muy hábil a la hora de manejar a las personas de su entorno. Aprovechan sus debilidades para controlarles, dominarles o ejercer maltrato psicológico sobre ellas. Para él, el fin justifica los medios.
- No conoce los remordimientos, la culpa ni la vergüenza. Lo normal es sentir remordimientos cuando mentimos, manipulamos u obramos en contra de nuestros principios y valores. Pero esto no ocurre con el psicópata, que no va a sentirse culpable, haga lo que haga. Esto no significa que no se dé cuenta de que su conducta está perjudicando a alguien. Es plenamente consciente. Pero no le importa en absoluto.
Como carece de los escrúpulos morales que a los demás nos hacen recapacitar, disculparnos o arrepentirnos, seguirá actuando igual siempre que la situación lo requiera. Y si alguna vez se disculpa o muestra arrepentimiento, será mejor que no te fíes porque nunca será verdadero. Solo lo hará si considera que puede sacar algún beneficio. - Se mantiene impasible en cualquier circunstancia. Muestra una ausencia de nerviosismo, miedo o ansiedad en situaciones en las que sería normal reaccionar con estas emociones. No se inmuta en momentos de tensión y esto puede dar lugar a una falsa sensación de seguridad a quien está con él.
- No está loco. Tanto Hare como Cleckley destacan la «ausencia de alucinaciones y otros signos de pensamiento irracional o manifestaciones psicopatológicas». Tanto el psicópata delincuente como el integrado saben perfectamente lo que hacen, son conscientes de sus actos y distinguen el bien del mal.
- Tiene dificultades para trazar un plan de vida y seguirlo. Uno de los rasgos que apuntan los expertos es la incapacidad para establecer metas realistas a largo plazo e ir a por ellas. Puede trazar grandes y fantasiosos planes, pero no se parará a pensar en los medios que necesita para lograrlos.
- No se hace responsable de sus acciones. Como considera que ‘nunca se equivoca’ tampoco aceptará la responsabilidad de sus actos. Ni será capaz de aprender de sus errores o extraer lecciones de las experiencias vividas. Además, si ha cometido alguna ‘fechoría’, y aun anticipando las posibles consecuencias si le pillan, no va a sentir ansiedad ni miedo. Precisamente esta ausencia de nerviosismo o de temor hace que sea tan difícil pillarle. Esta irresponsabilidad también le convierte en un experto en esquivar obligaciones y en culpar a a otros de sus propios errores.
- Se aburre enseguida. Su impulsividad y la tendencia a aburrirse de cualquier cosa (trabajos, tareas, parejas…) suelen llevarle a una búsqueda continua de nuevos estímulos, experiencias y sensaciones fuertes.
- Es impulsivo y con dificultades para el autocontrol. La obsesión por conseguir lo que quiere a toda costa le hace casi inmune al castigo y a las posibles consecuencias. Estas circunstancias y el hecho de no sopesar los riesgos de sus acciones aumentan, además, las probabilidades de que pueda recurrir a la violencia. Cuando quiere algo, lo quiere ya y le da igual el coste que pueda tener para él mismo y, sobre todo, para los demás.
- Es incapaz de establecer vínculos afectivos profundos y a largo plazo. Es habitual que el psicópata sea infiel, tenga una conducta sexual promiscua y encadene (o solape) múltiples parejas. Muchas de las características expuestas anteriormente influyen en esta inestabilidad en sus relaciones. Como no pueden conectar afectivamente y se aburren con facilidad, es probable que abandonen a su pareja cuando hayan conseguido lo que querían. O hayan encontrado sustituto/a. Solo si el psicópata considera que la relación le ‘sale rentable’ (por prestigio, comodidad, causas económicas…) tratará de mantenerla en el tiempo. Eso sí, con infidelidades, humillaciones y/o desvalorizaciones incluidas. En cuanto al sexo, suelen utilizarlo como un modo más de manipulación.
- Las normas no van con él. Aunque se trate de un psicópata integrado, es habitual que no acepte las normas y se comporte fuera de los patrones de conducta aceptados. Considera que tiene unas normas propias que son mejores y, desde luego, mucho más importantes que las del resto de los mortales. Esto puede llevarle a adoptar alguna que otra conducta antisocial, sin motivos aparentes que la justifiquen.
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Cómo sobrevivir a la relación con un psicópata integrado (y salir reforzada). El proceso de sanación tras la relación con un psicópata integrado no es rápido ni fácil, pero es posible recuperar la propia vida. En este artículo, que encontraréis en este mismo blog, doy algunas pautas para conseguirlo.
Está muy bien explicado y las personas que leemos estas aseveraciones, quizá nos veamos reflejados en algunas de ellas, yo sí, y reconozco también en otras personas algunas cosas expuestas también. Sí, a veces la vida es como un guión que te invita a seguirlo, aunque yo personalmente soy bastante anárquica, sin embargo, me gusta amar a alguien, sentirla y estar en la realidad con ella, además soy empática con los otros, etc. Un poco locos sí que estamos en general, yo sí.