Es normal que desde niños aprendamos a identificar, interpretar y expresar nuestros sentimientos, pero algunas personas son incapaces de hacerlo. Cuando esta dificultad se convierte en una constante, nos encontramos ante una alteración denominada alexitimia. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN) afecta al 10 por ciento de la población y, aunque no es exclusiva de los hombres, ellos la padecen en una proporción muy superior a la de las mujeres.
En realidad, los afectados sí experimentan emociones, lo que ocurre es que no pueden expresarlas ni son conscientes de las reacciones físicas que estas provocan. Por ejemplo, si se les contrae el estómago y sienten dolor o cierta molestia, nunca lo atribuirán a una situación de carácter emocional. Así, al no poder expresar y exteriorizar las emociones, es el cuerpo quien sufre las consecuencias. Y lo hace en forma de problemas digestivos, caída del cabello, contracturas, colon irritable, dolor crónico, psoriasis, y un largo etcétera de somatizaciones.
Alexitimia y cerebro
Vamos a tomar como ejemplo una sensación corporal, por ejemplo en el estómago. En este órgano podemos notar desde el ‘revoltijo’ que anuncia que estamos enfadándonos a las mariposas que revolotean cuando nos enamoramos o, incluso, los sonidos típicos cuando tenemos hambre… Cuando se produce alguna de estas sensaciones la señal llega al cerebro que es el encargado de valorar si es una emoción o algo orgánico. Igualmente, nos dice si se trata de una emoción agradable o desagradable y su grado de intensidad. Una vez que ha tenido lugar esta valoración, tomaremos conciencia de la emoción correspondiente y podremos ponerle palabras.
Lo que ocurre en las personas alexitímicas es que se produce una falta de comunicación entre los dos hemisferios cerebrales. Esto impide que las señales de las regiones emocionales, predominantes en el hemisferio derecho, lleguen a las áreas del lenguaje, que están en el izquierdo. Por tanto, no solo no pueden relacionar la sensación física con el sentimiento, sino que tampoco pueden verbalizar lo que sienten. Esto significa que si presentan las respuestas físicas asociadas a las emociones (lágrimas, aumento del ritmo cardiaco, rubor…), es posible que noten que algo está cambiando en su cuerpo, pero son incapaces de relacionarlo con sus propios sentimientos.
Rígidos, sin sentido del humor y con dificultades en las relaciones interpersonales
El trastorno implica un deterioro en la capacidad de relacionarse. Además de no poder expresar sus afectos, la persona tiene dificultades para comprender lo que sienten otros, no sabe interpretar las emociones de los demás (baja capacidad de mentalización). Frases como “Te quiero” no tienen sentido emocional para un alexitímico. Tampoco son capaces de experimentar felicidad al recordar un hecho que en su día les hizo felices, ni de asociar imágenes visuales y pensamientos a un estado emocional concreto.
Otro de los rasgos que caracteriza al trastorno es la tendencia al conformismo social. Aunque se trata de personas aparentemente bien adaptadas, no tienen sentido del humor y muestran un comportamiento muy rígido y dependiente de las convenciones sociales. Por otra parte, la falta de empatía hace que, socialmente, se comporten de un modo correcto, pero les sea difícil mantener una conversación mínimamente personal o íntima.
La mayoría de los afectados han sufrido carencias afectivas en la infancia y son personas calladas, introvertidas y tendentes al aislamiento. También es común que sufran trastornos sexuales, como impotencia o ausencia de libido.
La toma de decisiones tampoco es lo suyo, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un proceso en el que la emoción juega un papel muy importante.
Ahora bien, es importante apuntar que hay diferencias entre un psicópata y un alexitímico. En el primer caso, se trata de personas que mienten, sin ética, dominantes, encantadoras y con una gran capacidad de interpretar y aprovecharse de los sentimientos de los demás. Por el contrario, el individuo con alexitimia sí tiene emociones (lo que pasa es que no las reconoce), es socialmente conformista, a menudo con una ética muy rígida, generalmente sumiso y no sabe interpretar las emociones del otro.
Tipos de alexitimia
En algunos casos la alexitimia tiene un origen biológico, al existir un déficit neurológico que obstaculiza la comunicación entre el sistema límbico del cerebro, encargado de gestionar las emociones, y el neocórtex o cerebro racional. Puede ser hereditaria e iniciarse en la infancia, con el bloqueo temprano en el desarrollo afectivo del niño, o producirse a causa de una patología neurológica, como un ictus, esclerosis múltiple, párkinson, etc. Asimismo, a menudo aparece asociada con otros trastornos como autismo, esquizofrenia, adicciones, trastornos alimentarios, etc.
En el caso de la esclerosis múltiple, algunos investigadores creen que la alexitimia es, en muchos casos, la causante de los brotes. Esto sería debido a que la dificultad de expresión de las emociones aumenta el estrés y éste da lugar a una exacerbación de la enfermedad. En estos casos, el brote constituye un modo de expresión del cuerpo de las emociones que no ha verbalizado.
La alexitimia también puede aparecer como un mecanismo de defensa del cerebro ante situaciones muy traumáticas. Al no poder asimilar un alto nivel de sufrimiento, la mente ‘desconecta’ las vías que se encargan de procesar las emociones y las reprime. Es lo que ocurre en el trastorno de estrés postraumático (TEPT). Esto se observó, por ejemplo, entre los supervivientes de los campos de concentración nazis y los de la guerra del Vietnam, según explica Francisco Alonso-Fernández en un artículo muy interesante sobre la alexitimia.
Tratamiento: Educación emocional, habilidades sociales e introspección
Es importante tratar la alexitimia o, de lo contrario, podría desembocar en depresión, aislamiento social y, como he apuntado antes, en problemas psicosomáticos. A menudo, la persona que la sufre no se da cuenta del problema, por lo que se hace especialmente necesario el apoyo de alguien de su entorno (generalmente la pareja o los familiares más cercanos) para que tome conciencia y pida ayuda psicológica.
La intervención psicoterapéutica pasa, en primer lugar, por comprobar si la alexitimia que presenta la persona tiene un origen psicológico o neurobiológico. Y, si es el caso, tratar el trastorno al que esté asociado. Asimismo, será necesario trabajar la inteligencia emocional: entrenar la capacidad para aprender a reconocer, expresar y regular las emociones, así como trabajar en las habilidades sociales y mejorar la capacidad de introspección.
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Una película
Alegría tristeza. En esta película de 2018 se muestra el día a día de Marcos (Roberto Álamo), un bombero que tras sufrir en primera persona el atentado del 11-M, tendrá que lidiar con la alexitimia. Una psicóloga será quien le ayude a recuperar sus emociones y, sobre todo, a recuperar la relación con su hija.