A mediados de 2020, en España había 2,1 millones de personas con cuadros depresivos y de ellas 230.000 con depresión grave (según la Encuesta Europea de Salud). Sin embargo y pese a estos datos, todavía hay un gran desconocimiento acerca de este trastorno mental. En ello influye, tanto el estigma que aún recae en quienes lo sufren, como los numerosos mitos sobre la depresión que siguen circulando. Pensar que solo aparece cuando ocurre algo malo, que se cura sola o que es un signo de debilidad son falsas creencias que hay que desmontar si queremos conocer lo que es verdaderamente la depresión. Vamos a repasar algunas de estas ideas equivocadas:
1. «Estar deprimido es, básicamente, lo mismo que estar triste»
Estar triste, de ‘bajón’ o ‘depre’ no es lo mismo que estar deprimido, ni mucho menos. La tristeza es una emoción básica que nos acompaña a todos desde que nacemos, necesaria para nuestro desarrollo emocional y que constituye una respuesta normal ante situaciones dolorosas de la vida, pérdidas significativas, etc. La depresión, sin embargo, es una alteración del estado de ánimo que interfiere de forma significativa en la vida de quien la padece, tanto física, como mental y emocionalmente.
Aunque entre los síntomas de este trastorno está la tristeza intensa y duradera en el tiempo, no es así en todos los casos. No todas las personas deprimidas se muestran tristes. En vez de esta emoción, puede predominar el aplanamiento emocional, la apatía, la anhedonia (incapacidad para sentir placer) o, incluso, el enfado.
2. «No se sentirá tan mal cuando está riéndose y pasándolo bien»
Suele pensarse que sonreír, pasárselo bien o disfrutar de buenos momentos (al menos aparentemente) está totalmente reñido con atravesar una depresión. Por un lado, igual que las personas que no la padecen pueden tener días malos, quienes la sufren también pueden vivir momentos alegres, aunque sean breves (por ejemplo, ante la visita de un ser querido).
Por otra parte, hay quienes enmascaran su verdadero estado de ánimo tras una sonrisa, falsas demostraciones de felicidad o mostrando a los demás lo que se espera de ellos en cada momento. Es lo que se conoce como depresión atípica o depresión sonriente.
3. «De la depresión no se sale, es algo para toda la vida»
Con un buen diagnóstico y un tratamiento adecuado e individualizado, la persona que sufre depresión puede recuperarse y llevar una vida normal. Eso sí, para evitar recaídas o que el trastorno se cronifique, es muy importante pedir ayuda cuanto antes e implicarse de forma activa en el proceso (tanto el paciente como la familia).
Cuando hay muchos antecedentes familiares o las depresiones han sido recurrentes desde una edad muy temprana, sí hay más posibilidades de que se produzcan recaídas. Por eso el diagnóstico precoz del primer episodio depresivo es clave en el abordaje de los síntomas y para un mejor pronóstico de la enfermedad.
4. «Uno se deprime cuando le ha ocurrido algo malo»
La muerte de un ser querido, una ruptura sentimental, perder el empleo… Hay experiencias adversas en la vida que pueden provocar una intensa tristeza, preocupación, angustia o abatimiento, pero no siempre dan lugar a un cuadro depresivo. Y cuando esto pasa, pocas veces la persona entra en depresión solo por ese hecho traumático. Aquí entrarán en juego su capacidad de regulación emocional, sus estrategias de afrontamiento, etc.
También hay variables que pueden influir en la aparición de un trastorno depresivo sin que haya necesariamente una circunstancia externa negativa, como ciertos factores genéticos u hormonales. En el caso de la depresión posparto, por ejemplo, se piensa que la causa de su aparición tiene que ver con la caída repentina de los niveles de determinadas hormonas que aumentaron previamente durante el embarazo.
Y en otros casos ocurre que la persona es incapaz de reconocer un desencadenante claro, un hecho externo que haya provocado el trastorno.
5. «¡Cómo vas a estar deprimida con lo bien que te va la vida!»
Esta falsa creencia está relacionada con la anterior. Como decíamos, puede ocurrir que alguien no sea capaz de identificar el desencadenante directo de su depresión. Es más, es posible que se encuentre en un momento de su vida aparentemente bueno: con trabajo, un amplio círculo de amistades, una buena situación económica… Justo este «no saber qué está pasando» le lleva a sentirse culpable por estar mal y a callar, unas veces por vergüenza y otras porque siente que no tiene derecho a quejarse cuando otros están mucho peor. Si, además, los allegados tampoco validan cómo se siente, lo más probable es que esa persona no pida ayuda, agravándose cada vez más su situación.
6. «La depresión es una señal de debilidad y propia de una personalidad inestable»
En 2017, un grupo de expertos en salud mental elaboró una encuesta para conocer la opinión de los españoles sobre la depresión. Según los resultados obtenidos, el 60 por ciento de los encuestados relacionaron la depresión con una personalidad inestable y el 49 por ciento con un carácter débil. Este es otro mito muy arraigado y que contribuye a que las personas con depresión se sientan culpables por no ser capaces de afrontar su situación y eviten buscar ayuda.
La realidad es que la depresión no tiene que ver en absoluto con que una persona tenga un carácter débil o fuerte. Se trata de una enfermedad en cuyo origen pueden intervenir múltiples factores, desde estresores externos a variables biológicas y ambientales, pasando por el consumo de ciertos medicamentos, alcohol, drogas, etc. De hecho, hay muchas personas con éxito en la vida y con una buena capacidad para afrontar las adversidades, que un momento dado han atravesado una depresión. Es el caso del futbolista Andrés Iniesta, la presentadora Mercedes Milá o de personajes históricos como el presidente de Estados Unidos Abraham Lincoln, la escritora Virginia Woolf o el primer ministro británico Winston Churchill.
7. «Salir de una depresión es cuestión de fuerza de voluntad, nada más»
Esta creencia errónea tiene que ver con la anterior. Todavía hay muchos que piensan que para acabar con una depresión basta con esforzarse en estar bien y que quien no lo consigue es porque no le echa ganas o no tiene suficiente fuerza de voluntad.
Es importante comprender que si una alguien que está deprimido no pone más de su parte no es porque no quiera, sino porque su enfermedad se lo impide. De hecho, a menudo esta situación genera más ansiedad aún en el paciente. Con comentarios como «Anímate», «Debes ser más positivo» o «Tienes que poner un poco más de tu parte», lo único que hacemos es aumentar el malestar que ya siente la persona. Ni la fuerza de voluntad ni el querer curarse le va a ayudar sin un tratamiento adecuado.
8. «Lo que necesitas es salir a divertirte con los amigos, verás cómo se te pasa la depresión»
Es cierto que salir, hacer ejercicio, alimentarse bien o llevar una rutina son pautas que ayudarán a aliviar los síntomas depresivos. Pero, por sí solas, no van a curar el trastorno. Es más, en casos graves alcanzar alguno de estos objetivos puede suponer una meta inalcanzable.
El apoyo social y el cariño de los seres queridos es una parte muy importante en el proceso de recuperación, pero no es lo único que necesita la persona deprimida. Por muy buenas intenciones que tengan familiares y amigos eso no los convierte en psicoterapeutas. También hay que tener muy presente que un exceso de implicación y de sobreprotección puede ser tan contraproducente como restar importancia a la enfermedad.
9. «Seguro que se ha inventado que está deprimido para no ir a trabajar»
Así piensa casi la mitad de los españoles. Según la encuesta que os he mencionado antes, el 48 por ciento cree que este trastorno puede fingirse. Este mito contribuye, como otros, a banalizar y frivolizar la depresión. Hay ciertos casos, anecdóticos, en los que puede llegarse a engañar al profesional, pero es sumamente difícil simular una enfermedad que genera tanto sufrimiento a quien la sufre.
10. «Deja que pasen unas semanas y la depresión desaparecerá sola»
La depresión no es algo pasajero que aparece de repente y se esfuma de un día para otro. Si me siento a esperar a que mi depresión desaparezca por sí sola solo conseguiré agravarla todavía más y es muy posible que acabe cronificándose. Superar la depresión requiere ayuda profesional y, además, en muchos casos es un proceso lento. Habrá pacientes que solo necesiten psicoterapia para superarla y otros que requieran medicación. Pero, en cualquier caso, no va a desaparecer por arte de magia.
Precisamente alrededor de los antidepresivos también hay prejuicios. Si bien es cierto que a menudo se recetan para tratar un malestar provocado por situaciones vitales en las que no hacen falta, también lo es que hay casos en los que sí son necesarios.
En cualquier caso, el tiempo no cura la depresión y, desde luego, ignorarla no hará que desaparezca. Cuanto antes iniciemos un tratamiento, mejor pronóstico y menor posibilidad de que los síntomas se agraven. No debemos olvidar que la depresión puede llegar a generar tanto sufrimiento que la persona vea en el suicidio la única salida.
11. «La medicación es suficiente para recuperarse de un cuadro depresivo»
Tan equivocado es pensar que la depresión se cura sola como confiar en que basta con la medicación para que desaparezca. Los antidepresivos ayudan y muchas veces son necesarios, pero la psicoterapia y un cambio en el estilo de vida es igualmente importante. Cuando se trata de una depresión severa, lo más eficaz es combinar el tratamiento farmacológico con el psicoterapéutico. Si solo tiramos de fármacos y no vamos al origen del trastorno ni mejoramos nuestros recursos y nuestras estrategias de afrontamiento, lo más seguro es que antes o después se repita la situación.
Además, siempre se sigan las pautas de un profesional, los antidepresivos no tienen por qué generar dependencia y mucho menos alteran la personalidad. Eso sí, tampoco nos vamos a sentir genial de un día para otro.
12. «Antes la gente no se deprimía»
Es verdad que en los últimos tiempos ha empezado a darse más visibilidad a la salud mental en general y a la depresión en particular. Y también que hay un mayor diagnóstico de casos. Pero la depresión no solo no es una enfermedad moderna, sino que es uno de los trastornos mentales más antiguos que se conocen. De hecho, el primero en referirse a ella fue Hipócrates, un médico del siglo V a. C. Solo que él la llamaba «melancolía». La primera persona a la que se atribuye el uso del término «depresión», en 1725, fue el poeta y médico británico Richard Blackmore.
13. «La depresión es un problema propio de la cultura occidental»
En todas las culturas hay patologías mentales, aunque no en todas se muestran y expresan del mismo modo. En relación a la depresión en personas mayores, por ejemplo, en España la fatiga y el cansancio son síntomas prevalentes mientras que en Nigeria lo es la desesperanza. A esta conclusión se llegó en una investigación realizada el año pasado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y el Centro de Investigación Biomédica en Red en Salud Mental (CIBERSAM).
Según otro estudio, en ciertas culturas asiáticas como la china se tiende a describir la depresión desde un punto de vista físico más que psicológico debido a que la enfermedad mental está muy estigmatizada. De este modo, explican los autores, «la somatización permite expresar la angustia mental de una forma socialmente aceptable».
14. «Los niños no se deprimen. Cómo van a deprimirse si no tienen preocupaciones ni responsabilidades…»
Una de las cosas que dificultan el diagnóstico en niños es creer que este trastorno no les afecta. Entre las dificultades para detectar una depresión en los más pequeños está el hecho de que, a determinadas edades, no saben cómo expresar sus emociones.
Además, a menudo muestran síntomas diferentes a los de los adultos. Por ejemplo, en los niños es más común que haya rabietas o que se muestren más irritables y agitados de lo habitual. Igualmente, la depresión puede exteriorizarse a través de somatizaciones, como dolores de cabeza, de barriga, diarreas, vómitos, alteraciones del apetito y del sueño…
15. «La depresión es cosa de mujeres»
Es cierto que afecta a un mayor número de mujeres, pero eso no significa que los hombres no la sufran. Lo que ocurre es que, a veces, ellos tienden más a ocultar su situación y son más reacios a buscar ayuda. Esta resistencia, a su vez, tiene que ver con creencias igualmente erróneas y relacionadas con una equivocada idea de la masculinidad («Los chicos no lloran», «Los hombres siempre tienen que mostrarse fuertes»…).
En cuanto a los síntomas, en ellos suele haber una mayor tendencia a abusar del alcohol y de otras sustancias, hay más somatización, tienen comportamientos más temerarios, se muestran más irritables y también presentan una mayor tasa de suicidio.
No lo olvidemos: La depresión no entiende de género, de edad ni de estratos económicos o sociales.
Gracias Belén muy bien explicado… Aunq muchos tenemos el gran problema de no poder pagar una terapia en condiciones y no tenemos más opciones, o tomamos antidepresivo o nos quedamos como estamos, es una auténtica pena vivir así muertos en vida y encima la ansiedad suele ir de la mano… Es horrible.
Por cierto conoces el rasgo pas?
En caso de que así sea, podrías hablar de ello? Muchas gracias ❤️