Seguro que muchos de vosotros en algún momento y sin que nadie os dijera que estabais haciendo algo terapéutico, habéis sentido la necesidad de volcar vuestros sentimientos en un papel. A través de la palabra escrita expresamos lo que sentimos, canalizamos nuestras emociones y ordenamos nuestros pensamientos. Por eso, muchos psicólogos utilizamos la escritura como herramienta terapéutica durante la sesión y también como tarea para casa.
Llevar un diario, registrar nuestros sueños, escribir poemas, relatos o cartas de amor… Incluso la simple escritura automática nos ayuda a saber más de nosotros mismos, a cambiar patrones de pensamientos, a transformar lo negativo en positivo y a canalizar nuestra creatividad e imaginación.
Atrapando pensamientos y emociones
Si cuando hacemos meditación tenemos que dejar pasar nuestros pensamientos sin quedarnos enganchados a ellos, en la escritura se trata de atraparlos y reflejarlos en el papel. Es un modo de traer a la consciencia y observar eso que estaba en un segundo plano y de lo que no nos habíamos percatado, de dejar que se haga figura lo que estaba en el fondo. Escribir nos obliga a sentarnos con nosotros mismos, a aislarnos del mundo para saber cómo estamos hoy, cómo nos sentimos ahora.
Según James Pennebaker, psicólogo estadounidense y experto en escritura terapéutica, «escribir cambia la forma en la que la gente piensa y organiza su mundo interno. Exige detenerse sobre la experiencia y reevaluar sus circunstancias, hasta que se alcanza una nueva representación en el cerebro. Es un proceso que implica reinscribir las emociones en un nuevo formato».
La escritura como herramienta en el proceso de terapia
Por lo general, cuando comienzo un nuevo proceso terapéutico animo a mis pacientes a hacerse con un cuaderno nuevo para tomar notas durante las sesiones y escribir entre sesión y sesión. Por supuesto, el objetivo no es convertirse en escritor profesional sino tener la oportunidad de expresar y liberar lo que uno lleva dentro.
Lo hago por varias razones. Por un lado, funciona como recordatorio de sensaciones, ideas o hechos que tienen lugar en el día a día. Por otro, a veces, durante la semana, el paciente vive un incidente difícil y cuando lo lleva a sesión encuentra dificultades para revivir la emoción que sintió en aquel momento. Si lo deja sobre el papel, no solo quedarán plasmadas sus emociones. Además, es muy probable que al leer lo escrito en la consulta las reviva. Otro motivo es que después de trabajar sobre un tema durante la sesión, pueden surgir en los días posteriores nuevas asociaciones relacionadas con lo hablado en la consulta.
La palabra escrita también ayuda al paciente a darse cuenta de su mejoría. Cuando estamos enfermos y el síntoma desaparece, es habitual que en poco tiempo ya no recordemos lo mal que lo pasamos. Así que dejar por escrito lo que se siente puede ayudar a tomar conciencia del progreso.
Otras ventajas de recurrir a la escritura como herramienta terapéutica:
- Aumenta el compromiso del paciente con su propio proceso de curación, lo mantiene conectado con él mismo y su proceso entre una sesión y otra.
- Al tener una participación activa, el paciente es protagonista de su propia recuperación.
- Facilita la expresión de sentimientos y emociones.
- El paciente contará con una nueva herramienta para encarar los conflictos cuando el proceso terapéutico se interrumpa o acabe.
De las cartas a la escritura automática
Las formas en las que se puede recurrir a la escritura como herramienta terapéutica y de autoconocimiento son varias. Algunas de ellas son:
- Cartas. La carta es un instrumento muy eficaz para contactar con los sentimientos que nos generan personas ante las que experimentamos una dualidad de emociones y también para cerrar asuntos pendientes. Una posibilidad es escribir una carta a alguien con quien estás enfadado y con quien no puedes hablar porque ha muerto, no quieres volver a verle o, simplemente, no te atreves a llamarle. Por escrito puedes contarle todo lo que deseas sin necesidad de hacerle llegar esa carta. Puedes expresar tu enfado, decir lo que realmente piensas de esa persona, pedirle perdón o despedirte. También puede pedirse al paciente que se escriba una carta a sí mismo, a un síntoma, a una sensación…
- Diario. Cuando escribimos un diario estamos respondiendo a la pregunta ¿Quién soy yo?. Además, si lo escribimos de forma sistemática, estamos favoreciendo que aumente nuestra conciencia reflexiva. Escribir en forma de diario es como hablar con uno mismo en silencio. Se permanece en una especie de presente continuo y, al releerlo, las vivencias pasadas se experimentan como si estuvieran ocurriendo «aquí y ahora». Freud, por ejemplo, llevaba un diario de sueños en el que incluía también las circunstancias de su vida en la que estos habían tenido lugar, con los pensamientos, sentimientos y vivencias que en ellas habían surgido.
- Autoinformes y registros. Ayudan a tomar conciencia sobre el propio proceso personal, a mejorar la autobservación y la capacidad de reflexión y a detenerse en situaciones que en el momento en que ocurrieron pasaron inadvertidas. A los psicólogos nos resultan muy valiosos para conocer mejor a la persona y su interpretación de la realidad según sus expectativas, valores…
- Autobiografía. A veces reprimimos y ‘olvidamos’ ciertos episodios de nuestra vida que pueden reaparecer al escribir nuestra autobiografía. También puede servirnos para traer al presente hechos que, sin ser traumáticos, pueden ayudarnos a comprender nuestras actitudes y comportamientos presentes.
- Escritura automática. Técnica que consiste en escribir lo primero que pase por la cabeza. Sin borrar, sin tachar, sin pararse a pensar. El propósito es dejar fluir las ideas libremente, sin juicios y sin el filtro de la lógica. Así, mediante una asociación libre de ideas, es posible hacer que afloren ideas que permanecían en el inconsciente.
Quiénes se benefician más
La escritura como herramienta terapéutica es especialmente beneficiosa para determinados tipos de personas. Es el caso de quienes tienden a tener olvidos selectivos o completos sobre vivencias relacionadas con conflictos. O aquellos que están muy conectados con el mundo exterior y poco con su mundo interior (cuando llega la sesión les cuesta recordar algo de lo que no fueron suficientemente conscientes cuando sucedió). Lo mismo ocurre con las personas que recuerdan los sueños nada más despertar, pero los olvidan enseguida.
Asimismo, la escritura puede ayudar mucho a pacientes con dificultades para expresar verbalmente lo que les ocurre, sienten, piensan o necesitan. Para ellos, escribir es una forma de exteriorizar aquello que les afecta sin presión y sin sentir vergüenza. En personas introvertidas escribir sobre sus sentimientos o pensamientos les ayuda, no solo a expresarlos, sino también a ordenarlos en su cabeza.
También hay veces en que la persona, pese a tener las habilidades necesarias, no se siente segura o capaz de realizar tareas que conlleven escribir o esta actividad le genera ansiedad. En este caso, sería necesario reforzar otros aspectos como la autoeficacia, la autoestima o el autoconcepto.
Muchas gracias me ha encantado be inspirado.