pensamientos obsesivos

El TOC de amores lleva a la persona a dudar continuamente de sus sentimientos hacia su pareja.

«Lo quiero, no lo quiero…»: Así afecta el TOC de amores a tu relación de pareja

«Lo quiero, no lo quiero…»: Así afecta el TOC de amores a tu relación de pareja 1254 836 BELÉN PICADO

«¿Lo quiero de verdad?», «¿Será realmente la mujer de mi vida?», «¿Y si resulta que hay otra persona mejor esperándome?», «Si me fijo en otras personas significa que no lo amo lo suficiente»… Tener dudas cuando estamos en una relación es lo más normal del mundo. Pero si nos pasamos la vida deshojando la margarita y esas dudas aparecen sin motivo aparente, se vuelven obsesivas, empiezan a ocupar gran parte del día, no podemos controlarlas y hacen que vivamos en una angustia constante podríamos estar ante un TOC de amores o TOC relacional.

Aunque no está incluido dentro de las categorías que aparecen en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), el TOC de amores se considera un subtipo del trastorno obsesivo compulsivo. Se trata de un problema cada vez más habitual y que provoca un tremendo sufrimiento en quien lo padece. Hasta el punto de llegar a romper una relación que podría ser estupenda solo para huir de la ansiedad y la angustia.

Trastorno obsesivo compulsivo y TOC de amores

El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) se caracteriza por la presencia de pensamientos intrusivos, recurrentes, persistentes e incontrolables que producen una gran ansiedad. Esta ansiedad, a su vez, es contrarrestada a través de conductas repetitivas denominadas compulsiones.

Los TOC más conocidos son aquellos en los que las compulsiones consisten en comportamientos y rituales repetitivos como lavarse las manos, ordenar o comprobar las cosas, etc. Sin embargo, también hay un subtipo denominado TOC primariamente obsesivo o TOC puro en el que los pensamientos intrusivos y obsesivos tienen un mayor peso y la compulsión, al ser habitualmente mental, es mucho menos evidente. El TOC relacional pertenecería a este subtipo.

En realidad, es un auténtico círculo vicioso: hay un hecho o una suposición que lleva a la persona a albergar dudas obsesivas acerca de sus propios sentimientos y que le generan mucha ansiedad. Para neutralizar el malestar, recurre a las compulsiones (conductuales o mentales), pero el alivio que obtiene es solo temporal. No tardan en aparecer nuevas dudas… y vuelta a empezar.

De este modo, el problema se prolonga en el tiempo generando un estado permanente de angustia que a menudo complica la intimidad en la pareja (física y emocional) y acaba por bloquear la capacidad de conexión emocional. Dificultades que la persona puede tomar como otro síntoma más de desenamoramiento.

Las dudas obsesivas y permanentes del TOC de amores causan un enorme malestar.

Las obsesiones…

Hay muchísimas preocupaciones, dudas y temores que pueden asaltarnos si tenemos TOC relacional. Estas son algunas de las obsesiones más habituales:

  • Dudas respecto a los sentimientos hacia la pareja. «¿Me atrae lo suficiente?», «¿Es la persona indicada para mí?», «No me enamoré a primera vista, así que quizás no sea amor de verdad», «¿Y si no la quiero?», «Si no pienso en ella todo el día será que no la amo».
  • Enfocarse en los posibles defectos o características negativas de la personalidad o del aspecto físico de la pareja. Experimentar sensación de rechazo. «En ocasiones lo veo y ya no me atrae, incluso me desagrada», «No es lo suficientemente inteligente, guapo, simpático…», «Hay veces que no disfruto del sexo con ella como antes, esto debe de ser una señal de que no me atrae sexualmente y, por tanto, estoy en la relación equivocada».
  • Incertidumbre respecto al futuro como pareja. Cada día que pasa y con cada nueva duda la persona llega a la conclusión de que su relación está abocada al fracaso y la ruptura es inminente.
  • Imágenes intrusivas. En su fantasía, la persona se imagina a sí misma con otro/a y, aunque son imágenes que le atormentan, no es capaz de detenerlas. «En la oficina hay un compañero que me parece atractivo, tal vez eso quiera decir que ya no quiero a mi marido», «He tenido una fantasía sexual con otra persona, seguro que es porque ya no estoy enamorada de mi pareja».
  • Preocupación obsesiva ante la posibilidad de dañar emocionalmente a la pareja al permanecer en una relación sin saber si la ama verdaderamente. Esta preocupación va unida generalmente a la idea de considerarse mala persona y no sentirse merecedor del amor de su pareja.

En el TOC de amores hay mucha incertidumbre respecto al futuro de la relación.

… Y las compulsiones

Ante las obsesiones, la persona con TOC de relación intentará tranquilizarse y eliminar la angustia buscando pruebas, comprobaciones y chequeos constantes para ver si sus sentimientos son reales, sumergiéndose aún más en esta angustiosa espiral de dudas obsesivas. Estas son las compulsiones más comunes:

  • Comparar la relación con relaciones anteriores, con otras parejas o, incluso, con las que salen en películas o novelas. También pueden establecerse comparaciones entre el inicio de la propia relación y la situación actual, que no sale muy bien parada entre otras cosas por estas dudas obsesivas.
  • Buscar en internet las características que debe reunir una «relación perfecta» o, por el contrario, leer con ansia ese artículo que te revela «las 10 señales que indican que ya no amas a tu pareja».
  • Comprobar si mi pareja sigue atrayéndome mirando sus fotografías, observando si me acuerdo de ella cuando no estamos juntos o fijándome en otras personas para ver hasta qué punto me resultan atractivas.
  • Analizar racionalmente cualquier detalle del vínculo. Revisar qué siento al besar a mi pareja o mi nivel de excitación y de conexión al mantener relaciones sexuales. Examinar la historia de mi relación en busca de argumentos que me indiquen si seguiremos juntos mucho tiempo.
  • Hipervigilancia. Estar en continuo estado de alerta, poner constantemente a prueba a mi pareja en busca de señales que muestren si es la adecuada.
  • Autocastigame. El mismo hecho de tener tantas dudas hace que me vea como una mala persona hasta el punto de convertirme en mi más feroz crítico, lo que aumenta la culpabilidad y la ansiedad. Y, de paso, mi autoestima se resiente.
  • Evitar. Con el fin de alejar todo atisbo de duda, haré lo posible por huir de cualquier tipo de intimidad con mi pareja, no le expresaré mis sentimientos ni tendré muestras de cariño y me alejaré de cualquiera que pueda resultarme mínimamente atractivo.

En resumen, me enredaré en una búsqueda constante de pruebas que confirmen (o desmientan) el amor que siento por mi pareja.

¿Por qué aparece el TOC de amores?

Las dudas obsesivas que caracterizan al TOC de amores pueden aparecer en cualquier momento de la relación, bien a partir de un hecho determinado que las desencadene o sin que haya ningún detonante determinado. Llegan cuando la relación empieza a hacerse más seria, cuando ya llevamos un tiempo y nos damos cuenta de que hemos dejado de sentir mariposas en el estómago, si nuestra pareja ha hecho algo que nos ha decepcionado… En ocasiones, incluso, el detonante puede estar en una simple película en la que nos percatamos de que el vínculo que une a la pareja protagonista, por ejemplo, parece mucho más profundo e intenso que el que nosotros mantenemos .

La idealización del amor romántico y las expectativas irreales que conlleva dicha idealización tienen mucho que ver con este problema. No existen las relaciones ideales ni las mariposas se van a quedar a vivir en nuestro estómago para siempre. La conexión emocional entre los miembros de una pareja va mucho más allá de la intensidad de los primeros encuentros. O de querer estar con esa persona cada minuto del día. Es normal que haya momentos en que tu pareja ‘te caiga mal’ o que necesites unos días para ‘echarle de menos’ y eso no significa que no le quieras o que vuestra relación esté en peligro. Un ejemplo más de esta idealización es creer que si alguien está realmente enamorado jamás podría sentir atracción por otra persona.

Otros factores que influyen en su aparición:

  • Modelos inadecuados y experiencias adversas en la infancia. Por ejemplo, ser testigo del divorcio traumático de los padres. O vivir en un hogar donde las figuras de apego mantienen una insana relación de pareja. Un ambiente rígido, controlador y opresivo en los primeros años, además, favorece que se desarrolle una personalidad dependiente, llena de dudas y sin suficiente capacidad para tomar decisiones.
  • Antecedentes familiares de trastornos de ansiedad o trastorno obsesivo compulsivo.
  • Responsabilidad excesiva, perfeccionismo y autoexigencia. Somos personas reales y, como tales, somos seres imperfectos con luces y también con sombras. Al fin y al cabo, esas imperfecciones son las que nos hacen también únicos
  • Intolerancia a la incertidumbre. Cuando una persona necesita tenerlo todo bajo control y no es capaz de tolerar la más mínima ambigüedad, cualquier señal de duda, por mínima que sea, crecerá y crecerá hasta convertirse en una enorme obsesión que la atormentará durante todo el día.
  • Relaciones traumáticas en el pasado. Haber sufrido un importante fracaso sentimental o haber vivido situaciones traumáticas con parejas anteriores también puede influir en la aparición del TOC de amores.
  • Pensamiento todo o nada. Para quien sufre este trastorno no hay término medio. Si aparece un conflicto en la pareja, ni siquiera llega a cuestionarse que pueda tratarse de una simple discusión o de una crisis que pueda resolverse. O la relación es perfecta y totalmente satisfactoria o está destinada al fracaso.

¿Cómo puedo saber si es TOC de amores o si realmente no quiero a mi pareja?

Ya hemos dicho antes que tener dudas respecto a nuestra relación es totalmente normal. Una señal de que estamos ante un TOC de amores es la intensidad y lo disruptivos que sean esos pensamientos. En el TOC nuestra mente se convierte en una centrifugadora: los pensamientos son constantes, incontrolables, intensos y generan mucho malestar. Tanto que puede llegar a impedir realizar con normalidad los quehaceres cotidianos.

Otra pista es que estas dudas son resistentes a cualquier evidencia o prueba de realidad. Da igual las listas de ventajas e inconvenientes que hagas o que recabes las opiniones de cien personas distintas. Y es que las obsesiones pueden llegar a hacer que veamos certezas donde no las hay, aunque la realidad esté poniendo delante de nuestros ojos que nuestros temores no tienen ningún fundamento.

También puede ayudar a aclararse repasar las características del trastorno (que hemos enumerado más arriba).

De cualquier manera, es importante asumir que nunca estaremos seguros al cien por cien de que la pareja que hemos elegido sea la ‘correcta’. Porque enamorarse es un riesgo.  Y cuando decidimos implicarnos en una relación nos exponemos a la posibilidad de tener éxito, pero también a que la cosa no funcione…

Qué hacer

La aceptación es el primer paso. Cuanto más luches contra las obsesiones, mayor será el malestar y más probabilidad de que se refuercen. Del mismo modo, procura no responder a esos pensamientos obsesivos con actos mentales y/o conductuales destinados a que desaparezcan porque se intensificarán más.

Recuerda que los pensamientos solo son pensamientos, no son hechos. Imaginarse algo continua e intensamente no lo convierte en real. Y, a menudo, ni siquiera serán tus pensamientos reales, sino que estarán pasados por el filtro del TOC.

Busca el apoyo de dos o tres personas de confianza a quienes puedas contarles lo que te pasa. Una de esas personas incluso puede ser tu pareja. No se trata de convertir el TOC en el centro de la relación, pero compartirlo te ayudará a aceptarlo y a verlo con naturalidad.

Se trate de TOC o no, si las dudas y los pensamientos obsesivos son recurrentes y te causan malestar lo mejor es solicitar ayuda psicológica.

(Si lo deseas, puedes ponerte en contacto conmigo y estaré encantada de ayudarte)

Enfrentarse al coronavirus es un desafío para las personas con un trastorno obsesivo compulsivo.

Resistir ante el coronavirus con un TOC de limpieza

Resistir ante el coronavirus con un TOC de limpieza 1271 1603 BELÉN PICADO

Limpiar, desinfectar, lavarse las manos y volver a limpiar. Las medidas de prevención son importantes si queremos evitar el contagio por coronavirus, pero es tan delgada la línea que separa el sentido común de la obsesión… Las medidas de limpieza y desinfección pueden empeorar los síntomas de quienes ya sufren un trastorno obsesivo compulsivo. O abrir la puerta de entrada a las obsesiones y compulsiones en personas con rasgos obsesivos, acusado perfeccionismo o con dificultad a la hora de controlar sus impulsos. La combinación entre coronavirus y TOC supone un difícil reto para quien sufre este trastorno.

Antes de continuar, vaya por delante que todos podemos tener preocupaciones o pensamientos repetitivos e intrusivos de vez en cuando, especialmente en periodos de estrés. El problema llega cuando se les dedica un tiempo excesivo y empiezan a limitar la rutina diaria, causando sufrimiento y un círculo vicioso de ansiedad.

Esa delgada línea roja entre lo saludable y lo obsesivo

Muchas personas se preguntan dónde acaba la prevención y dónde empieza la obsesión por la limpieza y la higiene personal. Te propongo responder a estas preguntas:

  • ¿Desde que empezó la pandemia no puedes dejar de pensar en el coronavirus y estos pensamientos te causan angustia y malestar?
  • ¿Durante la mayor parte del día tienes pensamientos relacionados con la limpieza y la higiene personal (la tuya y la de los demás)?
  • Para aliviar la tensión que te generan esos pensamientos, ¿necesitas ponerte a limpiar y a desinfectar y si no lo consigues aumenta la ansiedad?
  • ¿Dedicas cada vez más tiempo a esas tareas de limpieza y desinfección dejando de lado otras actividades de tu vida cotidiana? (Hay personas que dedican varias horas diarias a limpiar una única habitación)
  • ¿Ves que todo el mundo está cada vez más tranquilo y va recuperando su rutina, mientras tú cada día te angustias más?
  • ¿Este tipo de conductas han comenzado a afectar a tu capacidad laboral, familiar o social?
  • ¿Presionas a tu entorno para que tan limpios y ordenados como tú e, incluso, repasas las tareas de limpieza que otros realizan? (Y te alteras mucho si descubres una mínima mota de polvo)

Si al menos tres de tus respuestas han sido afirmativas es posible que estés acercándote al pantanoso terreno TOC. Ves al virus por todas partes, la ansiedad te asalta hasta volverse insoportable y sientes la necesidad urgente de hacer algo para aliviarla. Entonces, decides desinfectar de nuevo superficies que están impolutas porque acabas de limpiarlas. O vuelves a lavarte las manos, aunque acabas de hacerlo hace apenas unos minutos. Estas acciones te ayudan a aliviar la tensión psicológica y te devuelven la sensación de seguridad y control, pero solo momentáneamente. Al poco tiempo la ansiedad regresa y el proceso se reinicia.

Las personas con TOC se lavan las manos aunque acaben de hacerlo hace unos minutos.

Prisioneros de los propios pensamientos

El trastorno obsesivo compulsivo se caracteriza por la presencia de pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes que producen ansiedad. Esta, a su vez, es contrarrestada a través de conductas repetitivas denominadas compulsiones o rituales.

Hay muchos tipos de TOC y todos se caracterizan por el miedo a algo y por la necesidad de hacer algún ritual (de pensamiento y/o de acción) que disminuya ese miedo. En el de limpieza, uno de los más conocidos y sobre el que hablo en este artículo, hay miedo a contraer una enfermedad incurable, a infectarse o a que se infecten los seres queridos. Priman pensamientos como “Voy a contaminarme”, “Va a ocurrir algo muy malo”, “Tengo que hacer algo por evitar que esto pase”… Estas ideas obsesivas conducirán a conductas compulsivas (rituales de limpieza) orientadas a evitar experiencias relacionadas con la ansiedad (contaminarse).

Durante el confinamiento, las personas con TOC pueden haber seguido con las costumbres metódicas que ya tenían o también pueden haber ido más allá. Esto es, acentuar las precauciones, incluso durante la desescalada, hasta el punto de evitar el contacto con otras personas. Repiten rituales hasta la saciedad, interrumpen continuamente cualquier cosa que estén haciendo para lavarse las manos… Saben que sus pensamientos son irracionales y que todos esos rituales no tienen sentido, pero no pueden evitar realizarlos. Eso les hace sentir vergüenza y, en consecuencia, ocultarse de los ojos ajenos.

Además, ahora que ya podemos salir a la calle, el malestar debido a la COVID-19 ha aumentado para numerosos pacientes. Estos sufren extremadamente ante la posibilidad de contagiarse en el trabajo o en el transporte público, por ejemplo. De hecho, muchos llegaron a sentirse aliviados durante el confinamiento porque se sentían más seguros. Pese a que desde las instituciones sanitarias se permite ir relajando ciertas medidas, las personas con TOC no solo pueden querer mantenerlas, sino que intentarán añadir más. Se aferrarán a las informaciones más catastrofistas que encuentren para tratar de justificar su actitud, confirmar que tenían razón en sus temores y también para convencer a su familia de que hay que hacer las cosas como ellos dicen.

Las personas con TOC saben que sus pensamientos son irracionales y que todos esos rituales no tienen sentido, pero no pueden evitar realizarlos.

Las raíces del TOC

Aunque hay muchos tipos de trastornos obsesivo compulsivos, suelen tener algo en común: ya en la niñez se practicaban pequeños rituales que proporcionaban tranquilidad, cierta sensación de control y ayudaban a tolerar el malestar.

En cuanto al modelo familiar, pudo ocurrir que las figuras de apego viesen peligros por todas partes y cayeran en la sobreprotección. Por ejemplo, unos padres que prohíben a su hijo realizar ciertas actividades que, objetivamente, no entrañan demasiados riesgos. O decidir por él cosas poco importantes de las que podría responsabilizarse. De este modo, el niño llega a la edad adulta con un exagerado temor a todo lo imprevisto y con numerosas inseguridades.

Por otro lado, también pudo suceder que el niño tuviese unos padres demasiado exigentes y severos en distintos ámbitos (también en la limpieza e higiene). Nada de lo que hacía ese niño parecía ser suficiente y se volvió estudioso, ordenado, meticuloso, perfeccionista e hiperresponsable. En parte como una forma de copiar el modelo parental. Y en parte como un intento de alcanzar la aceptación y el cariño de sus figuras de referencia.

Este tipo de trastornos suele aparecer en la adolescencia, pero también pueden surgir directamente en la edad adulta debido a algún evento traumático. El cerebro repite algo que ya funcionó en el pasado como forma de regulación emocional y que quedó anclado (causa-efecto), aunque ahora resulta patológico. Pensar en algo de forma obsesiva ayudó en cierto momento a evitar sensaciones y emociones que resultaban intolerables. Y también ayudó a no pensar en lo que realmente hacía daño (y que estaba asociado a las relaciones de apego).

La importancia de tomar conciencia

  • Entrena la tolerancia a la incertidumbre para no caer en comportamientos compensatorios. Es necesario tomar conciencia de que hay muchos aspectos que no dependen de nosotros y no podemos controlar. Lo mejor es enfocarnos en el momento presente e ir adaptándonos a la nueva situación.
  • Aunque cada vez en menor grado, el coronavirus sigue siendo el protagonista de la actualidad. Así que es importante evitar la sobreexposición a ciertas informaciones, incluyendo especulaciones catastrofistas que circulan en las redes sociales.
  • Si tienes un trastorno obsesivo compulsivo es importante que tomes conciencia de que lo que está sucediendo no está confirmando tus temores previos a la pandemia. Esto es una alerta real y transitoria y las ideas que te asaltan a causa de la enfermedad siguen sin ser reales ni racionales.
  • Limítate a seguir las medidas de higiene establecidas por las autoridades sanitarias y resiste el impulso de añadir más de tu propia cosecha.

El trabajo psicoterapéutico no solo ha de pasar por la reducción de los síntomas. También es importante la reparación del apego y el reprocesamiento emocional de las experiencias traumáticas que están en el origen del trastorno.

La reparación del apego es básica en el tratamiento psicoterapéutico del TOC.

El papel de la familia

Es habitual que la familia, con intención de ayudar a disminuir la ansiedad, lleve a cabo conductas de acomodación al trastorno que, en realidad, ayudan a mantenerlo. Por ejemplo, tranquilizar a la persona con TOC, esperar a que finalice los rituales, mantener las cosas limpias y en orden exactamente como la persona quiere, modificar la rutina familiar, asumir las responsabilidades del paciente, etc.

En el caso de niños y adolescentes, tienden a implicar en las compulsiones a sus padres y hermanos, que colaboran para que no se sientan tan mal. No es raro que el niño exija esta cooperación mediante órdenes, gritos y mal humor. Esto genera enfado y malestar en el resto de la familia y un conflicto entre los padres que no saben cómo manejar la situación. También en pacientes adultos hay familiares que responden con frustración, críticas, enfado e incluso hostilidad.

La solución para ayudar a la persona con TOC pasa por hacerle ver que su manía se ha convertido en obsesión. Una obsesión que, además, la esclaviza a ella y a los que tiene a su alrededor. Eso sí, es necesario transmitirles tranquilidad y sentido común, pero de forma comprensiva y sin machacarles. Ayudándoles a relativizar, restarán intensidad al miedo.

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Cambiar la perspectiva para perder el miedo a la muerte

¿Miedo a la muerte? Cambia la perspectiva y recibe cada día como un regalo

¿Miedo a la muerte? Cambia la perspectiva y recibe cada día como un regalo 1920 1280 BELÉN PICADO

El miedo a la muerte es algo intrínseco al ser humano. En él confluyen el temor ancestral a lo desconocido, a no saber cómo será ese momento, al dolor, a dejar a nuestros seres queridos, a la soledad completa del momento previo y, sobre todo, a dejar de existir. Desde el punto de vista de nuestro instinto de supervivencia, cierto grado de preocupación puede considerarse normal e incluso necesario. Si no fuéramos conscientes de nuestra propia finitud, podríamos llevar a cabo conductas que pondrían en peligro nuestra integridad física. El problema surge cuando esa preocupación se convierte en obsesión y ocupa nuestros pensamientos la mayor parte del día (si quieres saber más acerca de las preocupaciones patológicas, incluida la referente a la muerte, puedes leer mi artículo Comerse la cabeza: Cuando la preocupación se vuelve patológica).

En parte, este temor se ha agudizado por el cambio que se ha producido en el concepto. Hasta mediados del siglo XX, por ejemplo, era habitual que se velara a los difuntos en casa. La muerte no se veía como algo amenazador o extraño, sino como una parte natural del ciclo de la vida. Ahora, sin embargo, no solo la hemos sacado de casa para llevarla a hospitales y tanatorios; también evitamos nombrarla (no sea que la llamemos sin querer). Se nos ha olvidado que vida y muerte están unidas hasta el punto de que una no existe sin la otra. Teniendo en cuenta esto es paradójico que se multipliquen los libros, cursos y charlas relacionados con la inteligencia emocional y con darle un nuevo sentido a la existencia y en ninguna se hable de la necesidad de encontrar un sentido a su final.

La muerte forma parte de la vida

Hemos desarrollado tantas estrategias para alejarnos e intentar evitar lo inevitable  que no estamos preparados para enfrentarnos a ella y la sola idea de pensar en nuestro propio final o en el de un ser querido se nos hace insoportable. Es un tema tabú y hablar de ello, el colmo del mal gusto. «El olvido de la muerte es la deserción de la vida misma», decía Unamuno.

Para perder el miedo a la muerte es importante cambiar la perspectiva. En vez de negarla, tomemos conciencia del tiempo limitado que nos queda porque solo así valoraremos realmente cada día de nuestra vida y lo recibiremos como un regalo. El problema que tiene cerrar los ojos para no ver algo que no nos gusta es que tampoco vemos todo lo bonito que nos rodea.

1. Presta a cada problema la atención que merece

Pregúntate hasta qué punto eso que tanto te preocupa es realmente importante. Asumiendo que tu tiempo (y el de todos) es limitado, te darás cuenta de que muchos de tus problemas no son tan graves y el temor al fracaso o al que dirán dejarán de quitarte el sueño.

2. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy

Y esto sirve para todos los ámbitos de tu vida. El ayer ya se fue y mañana no sabes qué ocurrirá, así que céntrate en el presente que es lo único real. ¿Tienes un deseo? ¿Te gustaría conseguir algo? Bien, pues decide, concreta y trabaja en ello, pero no te duermas en los laureles pensando que “total, aún queda tiempo”. No tienes toda la eternidad

3. Celebra la vida con las personas que te importan

Expresa lo que sientes a tus seres queridos. Como no sabes cuánto tiempo os queda para estar juntos, diles todos los “te quiero”, “te extraño” o “quiero verte” que tengas reservados para una ocasión especial. Busca cada día momentos para celebrar la vida con las personas que te importan. Y si ha habido algún malentendido entre vosotros, hablad sobre ello sea cual sea la decisión que toméis. Cuantos menos asuntos pendientes, mejor.

4. Vive con conciencia y gratitud

Anota al final del día al menos un momento que haya merecido la pena vivir, un instante de esos que, al recordarlos, te dibujan una sonrisa y da gracias por ello.

“No puedo fingir que no tengo miedo. Pero el sentimiento que predomina en mí es la gratitud. He amado y he sido amado; he recibido mucho y he dado algo a cambio; he leído, y viajado, y pensado, y escrito”, declaró el neurólogo Oliver Sacks tras saber que padecía un cáncer en fase terminal.

Vive con conciencia y gratitud

5. Colecciona momentos

La satisfacción que te generará comprar un móvil de última generación durará exactamente lo que tarde en salir el siguiente modelo y el día que venga a buscarte la Parca no podrás llevarlo contigo. Sin embargo, las experiencias que vivas no solo te acompañarán hasta el final, sino que su valor irá incrementándose con el paso del tiempo. Colecciona instantes en vez de cosas materiales.

6. ¿Cómo quieres que sea tu vida a partir de hoy?

¿Cómo te gustaría ser recordado cuando ya no estés? Reflexionar sobre ello te ayudará a visualizar cómo quieres que sea tu vida a partir de hoy.

¿Qué harías hoy si fuese el último día de tu vida? Si mañana ya no estuvieras aquí, ¿con quién te gustaría compartir tus últimos momentos? ¿A quién le escribirías una carta de despedida y qué le dirías en ella? ¿Qué asunto pendiente solucionarías?

“Durante los últimos 33 años de mi vida, he mirado al espejo cada mañana y me he preguntado: ‘¿Si hoy fuera el último día de mi vida, me gustaría hacer lo que voy a hacer hoy?’. Si la respuesta es no demasiados días seguidos, sé que algo tengo que cambiar (…). Recordar que pronto habré fallecido, es la herramienta más importante que jamás he encontrado para tomar las grandes decisiones de mi vida” (Steve Jobs, durante el discurso que dio en la Universidad de Stanford en 2005).

7. Cosas que hacer antes de morir

Haz una lista con todo aquello que te gustaría hacer antes de morir y ponte manos a la obra. Es triste, pero a veces es necesario sufrir alguna experiencia que nos ponga al borde de la muerte o experimentar la pérdida de alguien cercano para que seamos conscientes de la fugacidad de la vida. Esto es lo que le pasó a Candy Chang, una artista plástica que tras perder a una persona muy querida para ella convirtió la fachada de una casa abandonada de Nueva Orleans en un mural. En él escribió una larga lista de frases que comenzaban con «Antes de morir quiero…» para que la gente las completara. El experimento urbano ha recorrido numerosos países, entre ellos España.

¿Qué te gustaría hacer antes de morir?

En caso de que, a pesar de poner en práctica lo anterior, el miedo siga generándote una ansiedad persistente, anormal e injustificada (tanatofobia) y te sientas incapaz de seguir normalmente con tu vida cotidiana, pide ayuda profesional. (Si lo deseas, puedes ponerte en contacto conmigo, estaré encantada de ayudarte).

Si te interesa

Una película:

“Coco”. En la cultura mexicana, a diferencia de lo que ocurre en la nuestra, la vida y la muerte están unidas de forma indisoluble. Y esta es la base sobre la que se asienta esta maravillosa película de dibujos animados, producida por Pixar y dirigida por Lee Unkrich en 2017. Aporta una visión de la muerte llena de color, humor e imaginación.

Un cuento:

“El pato y la muerte”, de Wolf Erlbruch. Un día, el pato se percata de alguien le sigue. “¿Quién eres? ¿Por qué me sigues tan cerca y sin hacer ruido?”, pregunta. Y la muerte le contesta: “Me alegro de que por fin me hayas visto. Soy la muerte”. El pato se asusta: “¿Ya vienes a buscarme?». «He estado cerca de ti desde el día que naciste…, por si acaso…”. En este cuento, el autor presenta a la muerte con sencillez e incluso con amabilidad, pero sin fantasías ni sentimentalismos. Un libro para hablar sobre el tema con los niños y también para ayudar a cambiar la visión de los adultos.

Preocupaciones patológicas

Comerse la cabeza: cuando la preocupación se vuelve patológica

Comerse la cabeza: cuando la preocupación se vuelve patológica 1920 1280 BELÉN PICADO

Todos nos preocupamos. Preocuparse no solo es una cualidad inherente al ser humano sino también funcional en ciertos momentos, especialmente en el contexto de la toma de decisiones y la resolución de problemas. ¿Qué ocurriría si desapareciera nuestro hijo y no nos preocupáramos? ¿O si no nos importase dejar de pagar el alquiler? Entonces, ¿cuándo se convierte en una preocupación patológica?

Lo que diferencia a una preocupación patológica de una preocupación normal es la frecuencia con que aparece, la intensidad del malestar, la duración y la baja probabilidad de que ocurra. Cuando una persona se preocupa mucho con el deseo de que no ocurra un accidente y este no se produce (debido en realidad a su baja probabilidad), la conducta se refuerza y el malestar también. La temática de estos pensamientos es amplia: enfermedades, despidos, rupturas sentimentales, muertes, miedo a que pase algo malo a nuestros seres queridos, etc.

Hay varias señales que avisan de que las preocupaciones se han vuelto desadaptativas:

  • Te angustias por cosas a las que la mayoría de la gente no les da tanta importancia.
  • Te resulta muy difícil dejar de dar vueltas a algo y, en consecuencia, no puedes relajarte.
  • Tu preocupación raramente te ayuda a alcanzar una posible solución para un problema particular.
  • Tienes la sensación de que si no te preocupas se producirá un acontecimiento terrible.
  • Te preocupas cuando las cosas te van bien en la vida.

Baja tolerancia a la incertidumbre

Otra característica de la preocupación patológica es la baja tolerancia a la incertidumbre. Para alguien puede ser más inquietante no saber cuándo se va a morir que el mismo hecho de la muerte. Es más, puede preferir saber con seguridad que no fallecerá antes de los 60 a no saberlo y vivir hasta los 90. En momentos de incertidumbre, este tipo de personas piden insistentemente la opinión de otros antes de tomar una decisión, retrasan la finalización de un proyecto o evitan situaciones ambiguas (leer noticias sobre un tema que les preocupa).

Ante circunstancias así, caben dos posibilidades: o aumentar la certeza o aumentar la tolerancia. Como lo primero es imposible porque la incertidumbre forma parte de nuestra existencia, lo más adaptativo es aumentar el grado de tolerancia a estas situaciones. ¿Cómo? Exponiéndose a ellas, dejando de realizar conductas dirigidas a eliminar la incertidumbre (sobreproteger a nuestros hijos haciendo cosas por ellos) y realizando justo las que evitamos (aplazar la visita al médico por si nos “encuentra algo»).

Asimismo, la incertidumbre se ve favorecida por pensamientos del tipo ¿Y si… tengo un accidente? ¿Y si… suspendo el examen? Para evitar el desasosiego que generan estas ideas aparece la preocupación, en un intento de encontrar soluciones antes de que ocurra lo temido.

Hay que aprender a lidiar con la preocupación

¿Cómo nos afecta la preocupación patológica?

  • Se reduce la capacidad para procesar emocionalmente la información amenazante. Cuando percibimos una amenaza, la primera estructura cerebral que se pone en marcha es la amígdala. De ahí la información amenazante pasa a la corteza prefrontal, donde se procesa.
    Si no hay motivo para alarmarse, la información se integra en nuestra red neuronal y la próxima vez que ocurra algo parecido no nos alteraremos. Esto sucedería en una situación normal, pero hay personas que temen tanto las fatalidades que ‘anuncian’ sus preocupaciones que el proceso normal no llega a activarse. Por consiguiente, tampoco se llevarán a cabo las acciones para reevaluar y/o afrontar la amenaza. El resultado es que cualquier hecho similar en el futuro, como no está en la red neuronal, hará saltar la alarma y las preocupaciones se mantendrán.
  • Se adoptan conductas de seguridad en un intento de controlar la incertidumbre, aunque luego se consigue lo contrario. Esto ocurre cuando nuestro hijo se va de viaje y le llamamos constantemente para comprobar que está bien; cuando consultamos continuamente con el médico tanto por síntomas propios como por los de familiares, magnificando la importancia de dichos síntomas; o cuando nos negamos a ver ciertos programas de televisión.
  • Las preocupaciones excesivas y constantes pueden acabar desembocando en un trastorno de ansiedad. De hecho, son el principal síntoma del trastorno de ansiedad generalizada (TAG). Además de preocupación patológica, los afectados por esta psicopatología también presentan dificultad para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular, problemas de sueño, mareos, palpitaciones, molestias en el estómago…

Evitar los pensamientos no es una buena idea

Está demostrado que cuando intentamos evitar un pensamiento que nos abruma lo único que conseguimos es pensar todavía más en ello. Te propongo un experimento que a veces utilizo en mi consulta: cierra los ojos durante un minuto e imagina cualquier cosa, excepto un oso blanco o las palabras “oso blanco”. Si el pensamiento o las palabras pasan por tu cabeza levantas la mano tantas veces como ocurra (pide a alguien que esté presente y lleve la cuenta). Una vez que hayas terminado cuenta las veces que has pensado en el oso blanco, comparándolo con las veces que se te ha pasado por la cabeza desde que te has levantado, por ejemplo.

Cuando intentamos no pensar en el algo suelen producirse dos efectos:

  • Efecto de aumento: El pensamiento puede hacerse más frecuente mientras se intenta evitarlo.
  • Efecto de rebote: Después de intentar suprimir un pensamiento es posible que, posteriormente, aparezca de forma inesperada en nuestra mente.

La preocupación patológica puede desembocar en un trastorno de ansiedad

Qué puedes hacer ante las preocupaciones excesivas

Lo primero que hay que aprender es que nosotros no somos nuestros pensamientos y que la mayoría de nuestros miedos, son solo eso, miedos, y no realidades.

  • Escribe un diario. Apunta por la mañana tus preocupaciones y los resultados temidos de cada una, puntuando de 1 a 5 lo negativos que serían en caso de que ocurriera lo que temes. Por la noche, anota los resultados reales, si han sido mejores o peores de lo esperado y en qué grado has sabido afrontar los efectos negativos si se han producido. Comprobarás que solo ocurren una mínima parte de los hechos temidos, que normalmente no son tan malos y que la mayoría se afrontan mejor de lo esperado.
  • Establece 30 minutos al día y dedícalos a las preocupaciones (es mejor que no sea al final de la jornada). Machácate si hace falta pero cuando termine la media hora fijada (puedes ponerte una alarma), paras. El resto del tiempo, cuando te asalte una preocupación la pospones hasta el día siguiente y te concentras en lo que estás haciendo.
  • Sustituye el “¿Y si…?” por el “¿Y qué si…?. Hay una gran diferencia entre pensar “¿Y si no me seleccionan para ese empleo?” (No soy lo suficientemente bueno, así que seguro que en otras empresas también me rechazarán) y “¿Y qué si no me seleccionan para ese puesto de trabajo?” (La experiencia me sirve como entrenamiento de cara a la siguiente entrevista y estaré mucho más preparado).
  • Ciertas técnicas como la respiración diafragmática o la relajación progresiva de Jacobson pueden ayudar a reducir la ansiedad que generan las preocupaciones desadaptativas. Practicar yoga también es una buena idea.

El yoga ayuda a reducir la ansiedad

  • No te enfades si no puedes controlar esos pensamientos intrusivos que te asaltan de repente. Aplica los principios del mindfulness cuando tengas uno: acéptalo, obsérvalo sin juzgar y déjalo ir.
  • Vive el “aquí y ahora”. Cuanto más enfoques la atención en lo que estás haciendo (comer, darte una ducha, regar una planta…), menos energía pondrás en pensar en otros temas. No podemos estar, de forma consciente y plena, en dos actividades a la vez.
  • Acude a un psicólogo que te ayude a llegar a la raíz del problema, ya que los pensamientos obsesivos ceden cuando trabajamos el origen del conflicto que los sostiene. La Desensibilización y Reprocesamiento por los Movimientos Oculares (EMDR) contribuirá a eliminar la preocupación y la ansiedad que genera. (Si lo deseas puedes ponerte en contacto conmigo y te acompañaré en tu proceso)

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