Introyecto

El poder de la introyección o por qué adoptamos creencias ajenas sin cuestionarlas

El poder de la introyección o por qué adoptamos creencias ajenas sin cuestionarlas

El poder de la introyección o por qué adoptamos creencias ajenas sin cuestionarlas 1500 1000 BELÉN PICADO

Las personas que nos rodean y el entorno en el que vivimos influyen profundamente en la construcción de nuestra identidad. Es normal adoptar ideas, valores y creencias de aquellos con quienes mantenemos un contacto cercano, a quienes admiramos o con quienes compartimos una visión de la vida similar. El problema surge cuando adoptamos de manera inconsciente valores o actitudes de otras personas sin cuestionar si realmente se alinean con nuestras propias necesidades y deseos. Este mecanismo de defensa denominado introyección puede llevarnos a vivir según creencias que ni siquiera nos pertenecen y a entrar en una dinámica que condicionará nuestra forma de relacionarnos con el mundo.

Al no cuestionar los introyecto,  asumimos que forman parte de nuestra propia identidad cuando en realidad son creencias impuestas por el entorno. Por ejemplo, aceptar como verdad absoluta que «llorar en público es una muestra de debilidad» sin darme cuenta de que esta idea proviene de mi entorno familiar o social y no de una reflexión personal.

La introyección como parte del desarrollo

De niños somos como esponjas y absorbemos, sin ningún filtro, creencias, valores y comportamientos de nuestros padres o cuidadores principales. Y eso no es negativo. Al contrario, se trata de un proceso fundamental tanto para nuestra socialización como para el desarrollo de nuestra personalidad.

En este sentido, los introyectos nos proporcionan un ‘mapa’ para poder entender el mundo y aprender a relacionarnos con los demás. Sin embargo, aunque nos ayudan a ubicarnos, nos aportan seguridad y contribuyen a que comprendamos las expectativas del entorno, también es crucial que desarrollemos nuestro propio criterio y aprendamos a diferenciar entre lo que hemos adoptado de otros y lo que realmente resuena con nuestra verdadera identidad. Es lo que hacemos al llegar a la adolescencia. Empezamos a cuestionarnos valores y normas adquiridos en la infancia y a decidir por nosotros mismos cuáles tienen que ver realmente con nosotros.

Ahora bien, puede ocurrir que ciertos introyectos, como valores familiares profundamente arraigados o expectativas sociales demasiado rígidas, se mantengan sin llegar a ser desafiados, lo que puede llevarnos a conflictos internos que seguiremos cargando en la edad adulta. Esto suele ocurrir cuando hay una excesiva dependencia emocional de los padres o cuidadores o cuando se busca continuamente la aprobación externa. Si sentimos que no tenemos control sobre nuestro entorno o tendemos a buscar seguridad fuera de nosotros, es fácil que acabemos adoptando creencias o comportamientos ajenos para sentirnos aceptados y evitar el rechazo. De este modo, quienes crecen en ambientes inestables o inseguros tienden a desarrollar más introyectos como forma de encontrar sentido o estructura en su vida.

El poder de la introyección o por qué adoptamos creencias ajenas sin cuestionarlas

Imagen de Vectorarte en Freepik

La introyección como mecanismo de defensa

Los mecanismos de defensa son estrategias psicológicas inconscientes cuyo objetivo es ayudarnos a mantener nuestro equilibrio interior. Nos ayudan a defendernos de pensamientos y sentimientos negativos que pueden amenazar nuestra autoimagen y generarnos mucho dolor y angustia.

Cuando adoptamos una idea o un comportamiento sin cuestionarlo y sin una reflexión crítica previa, ya sea porque lo percibimos como nuestro deber, como una forma de no decepcionar o llevados por la necesidad de agradar al otro, el proceso de la introyección pasa de ser parte de nuestro crecimiento a convertirse en un mecanismo de defensa que puede acabar causándonos mucho malestar e impidiendo que desarrollemos nuestra propia personalidad.

El propósito de la introyección como mecanismo de defensa es protegernos ante situaciones que nos generan ansiedad y en momentos en los que nos enfrentamos a algo especialmente doloroso, amenazante o que no encaja en nuestro conjunto de creencias. También es una forma de intentar tener algo de control en situaciones que percibimos como incontrolables. Y es posible que temporalmente funcione y nos permita sentirnos más seguros o protegidos en un contexto emocional difícil. Pero, a largo plazo, acabaremos perdiendo la capacidad de diferenciar entre nuestras propias emociones y las de los demás, desarrollando una identidad basada en mandatos o expectativas externas, en lugar de en lo que nosotros necesitamos.

Tragar sin masticar

Fritz Perls, fundador de la terapia Gestalt, utiliza una poderosa analogía relacionada con el proceso de digestión para explicar el concepto de introyección como mecanismo de defensa. Al igual que nuestro sistema digestivo procesa y asimila los alimentos, nuestro «yo» psíquico debería hacer lo mismo con las ideas, creencias y valores que recibimos del entorno. Este proceso natural implica tomar lo externo, descomponerlo, asimilar lo útil y desechar lo que no nos sirve. Sin embargo, en la introyección, este proceso no se completa correctamente.

Del mismo modo que no llegamos a descomponer y digerir la comida cuando no la masticamos y nos la tragamos entera, cuando introyectamos estamos absorbiendo ideas, valores o creencias externas sin cuestionarlas, sin filtrarlas ni evaluarlas críticamente. Como resultado, esas ideas no digeridas permanecen dentro de nosotros, afectando a nuestras decisiones, comportamientos y emociones sin ser realmente parte de nuestro propio ser. Esto puede generar conflictos internos, ya que a veces estas creencias introyectadas no se corresponden con nuestras verdaderas necesidades o deseos. En consecuencia, para vivir de manera auténtica, necesitamos revisar y procesar estas influencias externas, integrando lo que resuena con nosotros y desechando lo que no.

El poder de la introyección o por qué adoptamos creencias ajenas sin cuestionarlas

Algunos ejemplos

Para entender aún mejor hasta qué punto nos influye la introyección y cómo nos afectan todas esas creencias culturales o familiares que adoptamos sin cuestionar vamos a ver algunos ejemplos:

  • Un niño adopta los valores o comportamientos de su padre maltratador para evitar su rechazo y desaprobación y hacer más tolerable la convivencia. En situaciones de vulnerabilidad o dependencia (infancia, relaciones desiguales) la introyección permite que la persona internalice características de figuras poderosas o significativas para mitigar su malestar. Además, al introyectar los aspectos abusivos y amenazantes, se crea la falsa percepción de tener un mayor control sobre ellos.
  • «Los hombres no lloran», «Las niñas buenas no se enfadan» Hay ciertos estereotipos de género que nos ‘tragamos’ desde una edad muy temprana generando creencias sobre cómo ‘deberíamos’ comportarnos en función de nuestro género. Al aceptar estas ideas sin pasarlas por ningún filtro las convertimos en introyectos que limitan nuestra capacidad para expresarnos emocionalmente en la vida adulta y condicionan la manera en que hombres y mujeres nos relacionamos.
  • «El trabajo dignifica», «Lo que cuenta no es lo que eres sino lo que haces», «Tienes que ser perfecto en lo que hagas». En sociedades donde se da una gran importancia al éxito es común interiorizar la idea de que el valor de una persona depende de lo duro que trabaje o de lo productivo que sea. Una persona que ha crecido en un entorno donde se repite continuamente que «el trabajo dignifica», puede internalizarla sin cuestionarla y hacerla parte de su identidad. Asumirá que trabajar es lo que le otorga valor personal, sin importar las condiciones en las que lo haga o la satisfacción que le proporcione la actividad que realiza. El resultado es el agotamiento y un acusado sentimiento de insuficiencia cuando no se cumplen esas expectativas.
  • Creencias sobre las relaciones afectivas. Convertir en una verdad absoluta la idea de que «es necesario encontrar a tu media naranja para ser feliz», sin siquiera cuestionarla, nos lleva directos a la dependencia emocional. Este introyecto puede generar en la persona la sensación constante de que su felicidad depende de que encuentre a su «pareja ideal». Se obsesionará con la idea de estar en una relación y una vez que encuentre pareja, es probable que desarrolle una dependencia emocional. Otros introyectos similares: «Una pareja debe ser para toda la vida», «Cuando seas mayor debes casarte y tener hijos».
  • Una persona que está atrapada en una relación abusiva puede introyectar los mensajes despectivos del abusador, llegando a creer que realmente es «inútil» o «no merece ser amada». Este proceso permite a la persona soportar la situación, pero a costa de su autoestima.
  • Síndrome de Estocolmo. Se da en contextos extremos: secuestros, relaciones abusivas o de maltrato, entornos de privación extrema de libertad (prisiones, campos de concentración), sectas o situaciones de explotación laboral. La víctima, en una situación de gran vulnerabilidad y peligro, adopta las ideas, actitudes o creencias del agresor como un mecanismo de defensa para sobrellevar la experiencia traumática, poder sobrevivir emocionalmente y tener una mayor percepción de control sobre una situación que, en realidad, es incontrolable. Este proceso de internalización puede llevar a justificar o minimizar el daño recibido, creyendo que el comportamiento del agresor es de alguna manera legítimo y asumiendo que el abuso o la violencia que sufre es «por su bien» o «merecido». En lugar de rechazar al agresor, la víctima adopta sus valores o justificaciones, ya que confrontar la realidad podría ser demasiado doloroso o aterrador.
  • Adoptar comportamientos y decisiones que no están alineados con nuestras necesidades o deseos individuales. A Raquel nunca le ha interesado la natación, pero empieza a practicarla al saber que su jefa, por quien siente un gran respeto, tiene esta afición. En lugar de evaluar si realmente disfruta con este deporte, ha asumido automáticamente que, al ser algo que le gusta a alguien a quien admira tanto, será perfecto para ella también. Y así, de paso, evita un posible conflicto interno entre lo que hace y lo que siente, convenciendo a su mente de que es una buena elección simplemente porque viene de una persona que tiene como referente. En este caso, Raquel no está considerando sus propios gustos o preferencias y antepone la opinión de su jefa por encima de sus propios sentimientos.
  • «Eres una inútil», «No vales para nada», «Qué torpe», «Eres un perdedor» Cuando figuras importantes para nosotros nos repiten frases como estas durante la infancia, lo más seguro es que las internalicemos sin cuestionarlas. Al hacerlas nuestras, empezaremos a vernos a través de ese filtro negativo dañando profundamente nuestra autoestima. Por ejemplo, si hago mío el mensaje de «No puedes», desarrollaré una sensación de incapacidad generalizada que me impedirá asumir retos o creer en mis propias capacidades.
  • «La vida es un valle de lágrimas», «El sacrificio es la base del éxito», «Sin dolor no hay recompensa» Estos introyectos normalizan el sufrimiento y la idea de que el dolor es un requisito necesario para alcanzar cualquier éxito o recompensa. Algo que puede llevar a una justificación inconsciente del sacrificio extremo o a la hiperexigencia en diferentes áreas de la vida (trabajo, relaciones personales…). También se desvaloriza el bienestar, dando por hecho que la felicidad o el éxito conseguidos sin sufrimiento carecen de valor o no son legítimos. Y como solo se puede alcanzar algo bueno a través del dolor, nos prohibiremos disfrutar de los logros que hayamos alcanzado sin grandes sacrificios.
  • «Hay que perdonar siempre», «El perdón os hará libres», «Hay que perdonar y olvidar» Expresiones como estas se convierten en introyectos cuando se adoptan sin reflexión crítica. Frecuentemente promovidas por enseñanzas religiosas, culturales o familiares, pueden llevar a perdonar en todas las circunstancias. Incluso cuando no se ha procesado adecuadamente el daño recibido o cuando el perdón podría no ser saludable. Si se internaliza sin cuestionar, la persona puede sentir que está obligada a perdonar, aunque eso le cause malestar emocional o le impida poner límites sanos. En este caso, el introyecto de que el perdón es la única opción correcta puede generar conflictos internos. Sobre todo, si se siguen disculpando comportamientos o situaciones que hacen daño, en lugar de procesar lo que se siente y tomar decisiones más alineadas con el propio bienestar emocional.
    (En este blog puedes leer el artículo “Perdonar no es olvidar ni justificar (Qué es y qué no es el perdón»)
El poder de la introyección o por qué adoptamos creencias ajenas sin cuestionarlas

Imagen de Małgorzata Tomczak en Pixabay

¿Cómo identificar tus propios introyectos?

Reconocer nuestros introyectos no es tarea fácil. Sin embargo, si queremos romper patrones disfuncionales, salvaguardar nuestra autoestima y responder a nuestras verdaderas necesidades es necesario hacerlo. A continuación, os doy algunas pautas para iniciar este proceso de autoexploración:

  • Presta atención a los pensamientos recurrentes. Especialmente aquellos que surgen en situaciones emocionales intensas, como ante el miedo al rechazo o ante la necesidad de aprobación. Pregúntate: ¿De dónde provienen esas creencias? ¿Desde cuándo las tienes? ¿Realmente coinciden con lo que tú piensas? ¿O más bien pertenecen a otras personas, como tus padres o tu entorno?
  • Explora tus patrones de conducta. Observa comportamientos que parecen surgir de manera automática. Puede ser la autocrítica constante o la tendencia a evitar conflictos a toda costa («Las personas buenas no causan problemas», «Debo ser perfecto para ser aceptado», etc.). ¿Puedes recordar momentos de tu vida en los que no hiciste lo que querías por miedo a no encajar o a ser rechazado? ¿Qué creencias o valores sientes que te representan más, aunque aún no puedas vivir de acuerdo con ellos?
  • Piensa en personas significativas de tu infancia o adolescencia. ¿Qué valores, expectativas o actitudes te transmitieron? ¿Sigues adoptando esos valores, aunque ya no coincidan con tu forma de ver el mundo? ¿Cuánto peso tienen para ti las expectativas de tus padres, tus amigos cercanos o tu pareja? ¿Hasta qué punto te cuesta hacer algo que contradiga lo que ellos creen que es mejor?
  • Haz una lista de creencias sobre ti mismo/a y sobre el mundo, especialmente aquellas que te causan malestar. Luego, analiza cuáles resuenan como tuyas y cuáles parecen haber sido impuestas desde el exterior. En este último caso, ¿de dónde crees que vienen? ¿Cómo han afectado a tu vida? ¿En qué ocasiones han influido en tus decisiones, pensamientos o sentimientos?
  • Considera si esas ideas te están beneficiando, necesitan una revisión o, por el contrario, te están perjudicando. En el caso de que te estén haciendo daño, pregúntate cómo te sentirías sin ellas. Si sientes alivio o liberación al visualizar tu vida sin esos pensamientos, es probable que sean introyectos negativos y no partes auténticas de tu identidad.

Estos pasos pueden ayudarte a identificar algunos introyectos y a darte cuenta de cómo te han afectado en tu vida. Sin embargo, si deseas ir más allá, un abordaje terapéutico te ayudará a trabajarlos con más profundidad. Y también a traer a la superficie aquellos que todavía permanecen ocultos y de los cuales no eres consciente.

(Si lo deseas, puedes ponerte en contacto conmigo y te acompañaré en tu proceso)

Referencias

Peñarrubia, F. (1998). Terapia Gestalt. La vía del vacío fértil. Madrid: Alianza Editorial.

Perls, F. (1976). El enfoque guestáltico. Testimonios de terapia. Santiago de Chile: Cuatro Vientos.

Pinillos, I. y Fuster, A. (2012). Guerreros de la mente. Claves para superar las amenazas de nuestro mundo interior. Grijalbo.

 

El personaje principal de "Valeria" sufre el síndrome del impostor.

«Soy un fraude» o el síndrome del impostor (y cómo superarlo)

«Soy un fraude» o el síndrome del impostor (y cómo superarlo) 768 513 BELÉN PICADO

Valeria es el título de una serie de Netflix y que relata el día a día de una escritora treintañera. Ya en el primer capítulo, la protagonista descubre que su falta de inspiración podría estar relacionada con el síndrome del impostor. “Personas que viven atormentadas de descubrir en cualquier momento que no son tan inteligentes como parece”, lee Valeria (Diana Gómez) en internet mientras busca como recuperar el favor de las musas. Elisabeth Benavent, autora de los libros en los que se basa la serie, declaró en una entrevista que ella empezó a sufrirlo cuando sus libros comenzaron a venderse: “Pensaba: ‘Esto no puede ser, en realidad no me lo merezco; esto solo es una moda’. Soy un poco angustiosa y convivo con el síndrome del impostor todos los días. Comprendo muy bien a Valeria”.

De Victoria Abril a Michelle Obama

Os sorprendería saber cuántas personas sufren o han sufrido el síndrome del impostor. Según algunos estudios, siete de cada diez han pasado por ello alguna vez en su vida. Victoria Abril, una de nuestras actrices más internacionales, describe muy bien en qué consiste en una entrevista que le hicieron en 2017: “Hasta los 30 yo tenía el síndrome del impostor. Me levantaba pensando, ‘Dios mío, el día que España se despierte y se dé cuenta de que no soy ni guapa, ni alta, ni actriz, que no he estudiado, que lo único que hago es sobrevivir y avanzar como puedo…’. Vivía un poco angustiada en ese sentido”. Más recientemente, Penélope Cruz confesó en el programa de televisión El Hormiguero: «El primer día de los rodajes te juro que siempre creo que me van a echar».

Resulta curioso que personas admiradas y que son la personificación del éxito, tengan estos pensamientos, ¿verdad?. La mismísima Michelle Obama, ex Primera Dama de Estados Unidos y una abogada de gran prestigio, ha admitido sufrirlo. Y no solo ella. También empresarias de éxito, científicas, escritoras o actrices tan conocidas como Kate Winslet, Natalie Portman y Meryl Streep. Suele afectar en mayor medida a las mujeres, aunque algunos hombres también han pasado por ello. Es el caso del pianista británico James Rhodes o el primer hombre que pisó la Luna, Neil Armstrong.

Perfeccionismo y autoexigencia en exceso

Todos podemos experimentar inseguridad ante ciertos retos o en determinadas situaciones de nuestra vida, sobre todo si son nuevas. La diferencia está en que en el síndrome del impostor esa inseguridad es intensa y permanente y general un considerable malestar emocional.

Quienes lo sufren sienten que son un fraude, que no son lo suficientemente buenos. Creen que no merecen sus logros, que lo que han conseguido ha sido por un golpe de suerte y que la gente puede darse cuenta en cualquier momento. Por lo general, viven este problema en silencio, muchas veces por temor a las burlas o a que les acusen de ‘pecar de falsa modestia’. Sin embargo, esto no es así. Estas personas se sienten verdaderamente incómodas cuando reciben el reconocimiento y la valoración de otros porque son incapaces de internalizar sus éxitos.

Otras características que suelen compartir son el perfeccionismo, la autoexigencia, la autocrítica y el miedo al fracaso. La persona llega a invertir más horas de las necesarias en prepararse para algo que ya domina o puede dar respuestas vagas y evasivas por temor a no ser capaz de hacerlo perfecto. Este exceso de autoexigencia puede desembocar en estrés, ansiedad, trastornos del sueño o depresión, entre otros problemas.

Por otra parte, conviene saber que intentar ayudar a alguien con este problema insistiendo en reconocer sus méritos o diciéndole todo lo que hace bien y lo que ha conseguido puede generarle más angustia y aumentar su sensación de ser un fraude. Esto es así porque su problema no tiene tanto que ver con la validación externa, que habitualmente sí tienen (lo que pasa es que no acaban de creérsela), como con la falta de reconocimiento interno. Esta falta es tan acusada que la persona no puede ver con objetividad sus propios logros. Por ello, parte de la solución está en que sean ellos mismos quienes aprendan a verse objetivamente, con sus virtudes y limitaciones.

El síndrome del impostor afecta más a las mujeres.

‘Impostores’ en todos los ámbitos de la vida

Generalmente, afecta a profesionales que se mueven en áreas donde hay mucha competencia (laborales o académicas). La psicóloga Pauline Clance, que fue la primera en utilizar el término «síndrome del impostor» en 1978, cuenta que ella misma lo sufrió en la escuela. Con el tiempo se hizo profesora y vio que a muchos de sus alumnos también les ocurría.

En el terreno laboral, quienes tienen este patrón de comportamiento pueden ver muy limitadas sus posibilidades. Por ejemplo, es posible que no presenten su candidatura a un empleo para el que están plenamente capacitados o que no soliciten un ascenso por considerar que «no lo merecen».

Pero el síndrome del impostor también se produce en otros ámbitos, como el familiar, el social o el afectivo. En este último caso, la persona no comprende que pueda ser amada o deseada y vive atormentada por la posibilidad de que la abandonen en cualquier momento. Y esto puede llevar en ocasiones a evitar el compromiso o a implicarse de manera superficial, dando por hecho que, antes o después, su pareja la conocerá realmente y la dejará.

El alto precio de presionar a los niños por ser los mejores

Las dinámicas familiares que se establecen en la infancia tienen mucho que ver en la aparición del síndrome del impostor. En algunas familias, directa o indirectamente, se cataloga a los hijos como el torpe, el inteligente, el gracioso… Y esto influye en el modo en que el niño construye su autoconcepto, es decir, en cómo se ve a sí mismo. Esas etiquetas a menudo le acompañan hasta la edad adulta y luego es muy difícil desprenderse de ellas.

En otras ocasiones, hay una falta de refuerzo afectivo por parte de las figuras de apego que, además, presionan en exceso al niño para que sea el mejor en los estudios, el deporte, etc.  En esas familias son habituales frases del tipo «Tú puedes hacerlo mejor», «Un notable no es suficiente», «Tienes que esforzarte más»… El niño siente que nunca será lo suficientemente bueno para sus padres y, sin darse cuenta, irá haciendo suyas esas frases, convirtiéndolas en la voz de su juez interior. Estas ideas que nos tragamos sin digerir son los introyectos y juegan un papel muy importante en el desarrollo del síndrome del impostor. Poco a poco, vamos interiorizando la exigencia de los demás hasta que ese nivel de perfeccionismo deja de ser marcado desde el exterior y somos nosotros mismos quienes nos lo exigimos.

(En este blog puedes leer el artículo «El poder de la introyección o por qué adoptamos creencias ajenas sin cuestionarlas»)

El síndrome del impostor también puede aparecer en la edad adulta como consecuencia de la parentalización. Cuando el niño se convierte en el cuidador y apoyo principal de sus figuras de apego, carga sobre sus hombros una responsabilidad imposible de asumir. Sin embargo, no atribuye esta dificultad a que es un niño y a que no puede cumplir las funciones de un adulto. Al contrario, siente que ha fallado a sus padres y que nunca será lo suficientemente bueno. Y en su subconsciente, la falta de apoyo y de refugio por parte de aquellos así se lo confirma. Ya de adulto, habrá interiorizado esa inseguridad y no importará el éxito que alcance y cuánto le feliciten. Siempre tendrá la sensación de no ser tan bueno, tan inteligente o tan válido y de no merecer lo bueno que le pase.

La presión excesiva puede provocar consecuencias muy negativas.

Cómo superar el síndrome del impostor

  • Cuando tengas pensamientos o sentimientos que te lleven a creer que eres un impostor o una impostora, escríbelos. Una vez que los hayas anotado, somételos a una evaluación realista. ¿Qué pruebas objetivas avalan dichos pensamientos?
  • Haz una lista con los logros que vas consiguiendo y revísala cuando el perfeccionismo o los pensamientos ‘impostores’ asomen en el horizonte.
  • Repasa tus fortalezas y tus debilidades. Aceptarse y asumir que no somos perfectos es un reto tan difícil como necesario.
  • Descubre la gama de grises porque no todo en la vida es blanco o negro. Unas veces merecerás que reconozcan tus logros y otras te tocará corregir lo que no has hecho bien. No eres perfecto, pero el resto del mundo tampoco lo somos.
  • Sincérate con alguien cercano en cuya opinión confíes y cuéntale qué te ocurre. Mantener un diálogo abierto sobre lo que te angustia te ayudará a relativizar. También te vendrá bien abrirte con alguien a quien respetes o admires a nivel académico o profesional. Enseguida te darás cuenta del gran número de ‘impostores’ que hay por ahí, incluso quienes menos te lo esperas.
  • Sé amable contigo mismo. Repito: Nadie es perfecto. Así que perdónate cuando cometas errores y felicítate cuando obtengas algún logro.
  • Agradece los halagos y punto. La próxima vez que alguien te felicite o te haga un cumplido, no te justifiques ni pongas una excusa. Simplemente, sonríe y da las gracias.
  • Comparte tu experiencia. Ayuda a otras personas con menos formación o experiencia y verás cuánto puedes aportar.

Y un último apunte: Recuerda que el verdadero impostor nunca sentirá ni admitirá que es un impostor.

Puede interesarte

Lectura

Fugas o la ansiedad de estar vivo. El pianista británico James Rhodes habla en este libro sobre el síndrome del impostor. Confiesa que cada vez que se sube a un escenario, sobre todo en el inicio de sus giras, anticipa que el público va a darse cuenta de sus fallos y va a ver que no tiene suficiente talento para estar ahí.

El síndrome de la impostora. Elisabeth Cadoche y Anne de Montarlot tratan de responder a la pregunta ¿Por qué las mujeres siguen sin creer en ellas mismas?. Para ello, aportan estudios científicos en los que se ha analizado esa falta de confianza e incluyen testimonios de mujeres que la han sufrido, a pesar de ser exitosas en sus profesiones.

«He estado en las mesas y comités más poderosos que podáis imaginar. También en ONGs, fundaciones, multinacionales y cumbres del G-20. Tengo un asiento en la ONU. Os aseguro que nadie es tan brillante como aparenta.» (Michelle Obama)

POLÍTICA DE PRIVACIDAD

De conformidad con lo dispuesto en el Reglamento General (UE) Sobre Protección de Datos, mediante la aceptación de la presente Política de Privacidad prestas tu consentimiento informado, expreso, libre e inequívoco para que los datos personales que proporciones a través de la página web https://www.belenpicadopsicologia.com (en adelante SITIO WEB) sean incluidos en un fichero de “USUARIOS WEB Y SUSCRIPTORES” así como “CLIENTES Y/O PROVEEDORES”

Belén Picado García como titular y gestora del sitio web que visitas, expone en este apartado la Política de Privacidad en el uso, y sobre la información de carácter personal que el usuario puede facilitar cuando visite o navegue por esta página web.

En el tratamiento de datos de carácter personal, Belén Picado Psicología garantiza el cumplimiento del nuevo Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea (RGPD). Por lo que informa a todos los usuarios, que los datos remitidos o suministrados a través de la presente serán debidamente tratados, garantizando los términos del RGPD. La responsable del tratamiento de los datos es Belén Picado García.

Belén Picado García se reserva el derecho de modificar la presente Política de Protección de Datos en cualquier momento, con el fin de adaptarla a novedades legislativas o cambios en sus actividades, siendo vigente la que en cada momento se encuentre publicada en esta web.

¿QUÉ SON LOS DATOS PERSONALES?

Una pequeña aproximación es importante, por ello, debes saber que sería cualquier información relativa a una persona que facilita cuando visita este sitio web, en este caso nombre, teléfono y email, y si adquiere algún producto necesitando factura, solicitaremos domicilio completo, nombre, apellidos y DNI o CIF.

Adicionalmente, cuando visitas nuestro sitio web, determinada información se almacena automáticamente por motivos técnicos como la dirección IP asignada por tu proveedor de acceso a Internet.

CALIDAD Y FINALIDAD

Al hacer clic en el botón “Enviar” (o equivalente) incorporado en nuestros formularios, el usuario declara que la información y los datos que en ellos ha facilitado son exactos y veraces. Para que la información facilitada esté siempre actualizada y no contenga errores, el Usuario deberá comunicar, a la mayor brevedad posible, las modificaciones de sus datos de carácter personal que se vayan produciendo, así como las rectificaciones de datos erróneos en caso de que detecte alguno. El Usuario garantiza que los datos aportados son verdaderos, exactos, completos y actualizados, siendo responsable de cualquier daño o perjuicio, directo o indirecto, que pudiera ocasionarse como consecuencia del incumplimiento de tal obligación. En función del formulario y/o correo electrónico al que accedas, o remitas, la información que nos facilites se utilizará para las finalidades descritas a continuación, por lo que aceptas expresamente y de forma libre e inequívoca su tratamiento con acuerdo a las siguientes finalidades:

  1. Las que particularmente se indiquen en cada una de las páginas donde aparezca el formulario de registro electrónico.
  2. Con carácter general, para atender tus solicitudes, consultas, comentarios, encargos o cualquier tipo de petición que sea realizada por el usuario a través de cualquiera de las formas de contacto que ponemos a disposición de nuestros usuarios, seguidores o lectores.
  3. Para informarte sobre consultas, peticiones, actividades, productos, novedades y/o servicios; vía e-mail, fax, Whatsapp, Skype, teléfono proporcionado, comunidades sociales (Redes Sociales), y de igual forma para enviarle comunicaciones comerciales a través de cualesquier otro medio electrónico o físico. Estas comunicaciones, siempre serán relacionadas con nuestros tema, servicios, novedades o promociones, así como aquellas que considerar de su interés y que puedan ofrecer colaboradores, empresas o partners con los que mantengamos acuerdos de promoción comercial. De ser así, garantizamos que estos terceros nunca tendrán acceso a sus datos personales. Siendo en todo caso estas comunicaciones realizadas por parte de este sitio web, y siempre sobre productos y servicios relacionados con nuestro sector.
  4. Elaborar perfiles de mercado con fines publicitarios o estadísticos.
  5. Esa misma información podrá ofrecérsele o remitírsele al hacerse seguidor de los perfiles de este sitio web en las redes sociales que se enlazan, por lo que al hacerte seguidor de cualquiera de los dos consientes expresamente el tratamiento de tus datos personales dentro del entorno de estas redes sociales, en cumplimiento de las presentes, así como de las condiciones particulares y políticas de privacidad de las mismas. Si desean dejar de recibir dicha información o que esos datos sean cancelados, puedes darte de baja como seguidor de nuestros perfiles en estas redes. Además, los seguidores en redes sociales podrán ejercer los derechos que la Ley les confiere, si bien, puesto que dichas plataformas pertenecen a terceros, las respuestas a los ejercicios de derechos por parte de este sitio web quedarán limitadas por las funcionalidades que permita la red social de que se trate, por lo que recomendamos que antes de seguir nuestros perfiles en redes sociales revises las condiciones de uso y políticas de privacidad de las mismas.

BAJA EN SUSCRIPCIÓN A NEWSLETTER Y ENVÍO DE COMUNICACIONES COMERCIALES

En relación a la baja en la suscripción de los emails enviados, le informamos que podrá en cualquier momento revocar el consentimiento prestado para el envío de comunicaciones comerciales, o para causar baja en nuestros servicios de suscripción, tan solo enviando un correo electrónico indicando su solicitud a: belen@belenpicadopsicologia.com indicando: BAJA SUSCRIPCIÓN.

DATOS DE TERCEROS

En el supuesto de que nos facilites datos de carácter personal de terceras personas, en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 5.4. LOPD, declaras haber informado a dichas personas con carácter previo, del contenido de los datos facilitados, de la procedencia de los mismos, de la existencia y finalidad del fichero donde se contienen sus datos, de los destinatarios de dicha información, de la posibilidad de ejercitar los derechos de acceso, rectificación, cancelación u oposición, así como de los datos identificativos de este sitio web. En este sentido, es de su exclusiva responsabilidad informar de tal circunstancia a los terceros cuyos datos nos va a ceder, no asumiendo a este sitio web ninguna responsabilidad por el incumplimiento de este precepto por parte del usuario.

EJERCICIO DE DERECHOS

El titular de los datos podrá ejercer sus derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición dirigiéndose a la dirección de email: belen@belenpicadopsicologia.com. Dicha solicitud deberá contener los siguientes datos: nombre y apellidos, domicilio a efecto de notificaciones, fotocopia del DNI I o Pasaporte.

MEDIDAS DE SEGURIDAD

Este sitio web ha adoptado todas las medidas técnicas y de organización necesaria para garantizar la seguridad e integridad de los datos de carácter personal que trate, así como para evitar su pérdida, alteración y/o acceso por parte de terceros no autorizados. No obstante lo anterior, el usuario reconoce y acepta que las medidas de seguridad en Internet no son inexpugnables.

CAMBIOS Y ACTUALIZACIONES DE ESTA POLÍTICA DE PRIVACIDAD

Ocasionalmente esta política de privacidad puede ser actualizada. Si lo hacemos, actualizaremos la “fecha efectiva” presente al principio de esta página de política de privacidad. Si realizamos una actualización de esta política de privacidad que sea menos restrictiva en nuestro uso o que implique un tratamiento diferente de los datos previamente recolectados, te notificaremos previamente a la modificación y te pediremos de nuevo tu consentimiento en la página https://www.belenpicadopsicologia.com o contactando contigo utilizando la dirección de email que nos proporcionaste. Te animamos a que revises periódicamente esta política de privacidad con el fin de estar informado acerca del uso que damos a los datos recopilados. Si continúas utilizando esta página web entendemos que das tu consentimiento a esta política de privacidad y a cualquier actualización de la misma.

 

 
Nuestro sitio web utiliza cookies, principalmente de servicios de terceros. Defina sus preferencias de privacidad y / o acepte nuestro uso de cookies.