“Tengo un día gris”, “Veo la vida de color de rosa”, “Flipo en colores” o “Tu cara me suena” son para algunas personas expresiones literales. A Norma, por ejemplo, le gustan todos los tipos de música, pero los conciertos la afectan de un modo especial. “Siento el sonido de los violines como una caricia en los tobillos y el jazz repiquetea en todo mi cuerpo como la lluvia”, asegura. Aunque su afirmación suene extraña, no sufre alucinaciones, sólo posee una facultad poco común: es sinestésica. Según el departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Granada, la sinestesia es “la posibilidad de experimentar sensaciones de una modalidad sensorial (como la auditiva) a partir de estímulos de otra modalidad distinta (como la visual)”.
En cuanto a los tipos que hay, el antropólogo Sean A. Day ha clasificado más de 60. Algunas personas distinguen sabores al tocar objetos y a otras un sonido les provoca una experiencia visual. En algunos casos, el dolor, según la intensidad, se percibe de distintos colores. Hay también quienes perciben conceptos como los meses o los días de la semana como si fueran formas con una posición determinada en el espacio. Sin embargo, la más común es ver determinados colores al observar letras o números (sinestesia grafema-color).
La causa de esta forma tan especial de sentir lo que nos rodea se debe, sobre todo, al exceso de conexiones entre neuronas. Muchos expertos que han estudiado este fenómeno opinan que todos nacemos sinestésicos, pero al crecer cada área cerebral va especializándose y dejamos de serlo. Durante los primeros meses de vida, las zonas neuronales relacionadas con los sentidos están activadas, independientemente de los estímulos sensoriales. Luego, poco a poco y de forma progresiva, van desarrollándose áreas sensoriales específicas para cada sentido y las actividades de retroalimentación entre zonas multisensoriales y monosensoriales se van inhibiendo. Sin embargo, en las personas sinestésicas las interconexiones permanecen.
En España, según la investigación llevada a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad Complutense, un 13.95 por ciento de la población posee esta característica.
La sinestesia es involuntaria, incontrolable y estable en el tiempo
Algunas características de la sinestesia:
- Tiene carácter hereditario. Este extraño fenómeno de la percepción parece tener un componente genético, ya que suele repetirse en varios miembros de una familia. Además, es más común en las mujeres que en los hombres, en una proporción de seis a uno.
- Permanece en el tiempo. Simon Baron-Cohen, psicólogo de la Universidad británica de Cambridge, ha comprobado que las percepciones no varían con el tiempo. Para llegar a esta conclusión, dio a un grupo de sinestésicos y no sinestésicos una lista de letras, palabras y frases para que describieran el color o la forma que cada uno le evocaba. Una semana después, el 37 por ciento de los que no poseían esta característica respondieron igual que la vez anterior, mientras que al año las asociaciones del 92 por ciento de los sinestésicos fueron iguales.
- Es automática e involuntaria. La persona que tiene estas percepciones no puede reprimirlas ni manipularlas a voluntad.
- Es de carácter subjetivo, por lo que cada persona la experimenta de manera diferente. Por ejemplo, es muy posible que dos personas con audición cromática no coincidan en el color que atribuyen al mismo sonido.
- Tiene connotación emocional. Esta facultad también influye en el estado de ánimo de la persona que la posee. A menudo, los sinestésicos experimentan una emoción positiva durante la percepción. Pero también pueden sentirse contrariados, tristes o molestos si un estímulo (una letra E o un número 8, por ejemplo) está de un color diferente al que ellos lo ven.
En cuanto a las desventajas, a veces hay problemas al centrar la atención durante la lectura, dificultad para diferenciar la izquierda y la derecha, discalculia o problemas con las matemáticas. Asimismo, puede haber alteraciones anímicas por el exceso de estímulos o, como se ha indicado, si los estímulos son incongruentes con la percepción del sinestésico.
Los sinestésicos tienen mayor sensibilidad artística
Lejos de suponer un problema, Richard E. Cytowic, especialista estadounidense en este fenómeno, opina que la sinestesia “ayuda a ser más consciente de lo que pasa a nuestro alrededor. Relacionar los diferentes sentidos hace que percibamos la realidad con mayor intensidad”. Es más, en ocasiones va unida a un mayor desarrollo de la memoria visual temprana, a un alto nivel intelectual y a una destacada calidad artística. Los escritores Vladimir Nabokov y Baudelaire, los pintores Van Gogh, Kandinsky y Paul Klee o el compositor Rimsky-Korsakov poseían esta alteración sensorial. También lo poseen personajes más actuales, como Pharrell Williams, Lady Gaga o Stevie Wonder, entre otros.
Ver el aura, un fenómeno no tan sobrenatural
La percepción del aura que ciertas personas aseguran ver rodeando cuerpos y objetos no es resultado de un campo energético particular, sino de la sinestesia. Una investigación del University College de Londres describe el caso de una joven que veía diferentes colores como reacción a personas que conocía. De hecho, oír sus nombres ya era suficiente para tener esa sensación. Los nombres provocaban la aparición de un color que cubría todo su campo de visión y las personas en cuestión parecían irradiar un aura coloreada. Las palabras asociadas a emociones positivas suscitaban la aparición de colores (rosa, naranja o verde) diferentes a las que evocaban algo negativo (negro, marrón o gris).
Según los investigadores, esos colores no reflejan los supuestos campos energéticos que emiten los organismos, sino que son creados por el cerebro de la persona que ve el halo.
En otro estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Granada, se analizó el caso de un curandero que decía ver el aura de las personas, entre otras habilidades. Se observó que mostraba un alto grado de empatía y esquizotipia (tendencia a la paranoia y a la alucinación en algunas personas sanas). Pero también se comprobó que presentaba dos tipos de sinestesia: color-rostro y tacto-espejo. La primera consiste en asociar cada persona con un color. La segunda se produce cuando el sinestésico observa a una persona que está siendo tocada o que está sintiendo dolor y él experimenta lo mismo.
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En el libro “Sinestesia: El color de las palabras, el sabor de la música, el lugar del tiempo…”, los expertos en neurociencia cognitiva Alicia Callejas y Juan Lupiáñez explican, entre otras cosas, por qué se produce la sinestesia y cómo afecta al cerebro.
“Flipar en colores” es el título de un interesante episodio del programa de TVE Redes en el que se analiza este fenómeno.