¿Te has parado a pensar por qué no soportas que tu compañero de trabajo sea tan arrogante mientras que otras personas no dan tanta importancia a esa característica de su personalidad? Lo que nos saca de quicio de otros está directamente relacionado con lo que nos negamos a aceptar en nosotros mismos. O con aquello que no nos permitimos mostrar. En la terapia Gestalt se conoce este mecanismo inconsciente como proyección psicológica. Consiste en atribuir a otras personas sentimientos, pensamientos, impulsos y deseos que son nuestros, pero que, al percibirlos como inconfesables e inaceptables, permanecen en nuestro subconsciente.
Una proyección sería reprochar que el otro no confíe en mí cuando yo soy desconfiado o, como dice el refrán, «Ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio». En general, la persona proyecta fuera las emociones, pensamientos o acciones de las que no se responsabiliza, pero en contrapartida pierde aspectos de sí mismo que son genuinos y auténticos. A la proyección también se la conoce como teoría o ley del espejo.
Mecanismos de defensa
Los mecanismos de defensa, entre los que se encuentra la proyección, son estrategias psicológicas inconscientes cuyo objetivo es ayudarnos a mantener el equilibrio interior. Nos ayudan a defendernos de pensamientos y sentimientos negativos que pueden generarnos dolor y angustia y amenazar nuestra autoimagen. El problema que ocasiona todo esto es que, si siempre culpamos a los demás y ‘echamos balones fuera’, los conflictos se repetirán una y otra vez sin que seamos capaces de resolverlos. Esto irá generando un malestar e insatisfacción constantes.
Si, por ejemplo, me enseñaron que hay que ser trabajador y productivo, tenderé a proyectar mi parte perezosa fuera de mí para evitar el conflicto interno. ¿Cómo? Criticando a quienes considero vagos o no cumplidores. Así, juzgando al otro consigo varias cosas:
- Me libero de la carga interna de reconocer esa parte perezosa en mí.
- Genero culpa en el otro y de paso yo me pongo en una situación de poder («Yo no tengo el problema; lo tienes tú»).
- Mantengo mi autoconcepto a salvo («Yo siempre cumplo con mi trabajo»).
- Al interpretar que son los demás quienes actúan mal, distorsiono mi propia realidad negando mis verdaderas carencias.
- Pongo fuera lo que considero malo, indeseable, prohibido…
Lo que más odiamos en el otro nos dice mucho de nosotros
La proyección psicológica se produce, sobre todo, con aquello que odiamos con todas nuestras fuerzas. Lo que más detestamos en el otro es también lo que más detestamos en nosotros mismos. Volviendo a la situación anterior, es lógico que me moleste que otro no haga su trabajo si eso me afecta a mí directamente. Pero si ese modo de actuar, me afecte o no, me saca de mis casillas de un modo visceral y desproporcionado, se trata claramente de una proyección. En estos casos, la persona está atenta a cualquier señal relacionada con esa acción o actitud que aborrece para señalarla y censurarla. En ocasiones, incluso llega a imaginar dicha conducta en los demás, aunque no se haya producido.
Un ejemplo muy claro de esto último se ve en la infidelidad. A menudo, la persona que está teniendo una aventura, la ha tenido o se ha planteado tenerla, acusa a su pareja de ser infiel. Es más, muy probablemente ‘acumulará’ evidencias de ello, aunque no sea cierto. De este modo se justifica el propio engaño, con la excusa de que el otro está haciendo lo mismo.
Ahora bien, no siempre la persona en la que vemos reflejado algo que nos desagrada es con la que actuamos de ese modo. Me explico: Puede que mi jefe sea un déspota conmigo y yo me comporte de forma sumisa y cumplidora en el trabajo, y sin embargo con mis amigos actúe de forma autoritaria.
Dime de qué te quejas…
Hay muchas situaciones en el día a día que son proyecciones psicológicas e identificarlas nos ayudará a tomar conciencia de ellas:
- Los sueños. Cuando soñamos proyectamos esas partes de nosotros que no hemos integrado o que no tenemos resueltas todavía. Los sueños nos pueden dar muchas pistas sobre lo que somos, lo que nos preocupa o qué necesitamos solucionar en cada momento. Según el paradigma de la Gestalt, detrás de gran parte de las críticas a los demás hay mecanismos psicológicos muy profundos que nos afectan incluso cuando nuestra mente ha «desconectado» del entorno inmediato del presente.
- Quejas. Cuando me lamento de que alguien no me hace el caso que merezco, que a nadie parece importarle cómo me siento o que no respetan mis sentimientos, es posible que esté proyectando mi propia falta de autocuidado. A menudo pretendemos que los demás hagan por nosotros lo que no hacemos por nosotros mismos. De vez en cuando conviene detenerse un momento y preguntarse: ¿Me hago caso y me ocupo de mí o siempre espero que me lo hagan todo los demás? ¿Me ocupo de lo que siento y hago yo o me torturo pensando en lo que hacen o dejan de hacer los demás? ¿Pienso en cómo hacerme feliz a mí mismo o más bien en qué deberían hacer otros para hacerme feliz? ¿Respeto mis sentimientos o me obligo a hacer cosas por temor al que dirán o por evitar un enfrentamiento?
- Idealización. Consiste en poner en el otro características que creo que yo no tengo. Al principio del enamoramiento es común idealizar a la pareja en un intento de llenar los propios vacíos emocionales.
Proyección psicológica en la pareja: un camino de aprendizaje
El mecanismo de proyección también tiene un papel importante en las relaciones de pareja. Cuando conocemos a alguien y nos gusta, lo habitual es idealizarle. Luego muchas de esas cosas que nos encantaban, empiezan a molestarnos y aquí es donde entra en juego la proyección. Con un ejemplo se ve mucho mejor. Luis y Sonia llevan ya un tiempo como pareja y ella se queja de que él, en vez de pasar más tiempo con ella, prefiere dedicarlo a los videojuegos con los amigos o a ir al gimnasio. «Luis no me tiene en cuenta», se lamenta. Él, por su parte, no ve nada extraño ni reprochable en su conducta. Es más, a veces le cansa que su novia siempre esté encima de él. «Sonia depende demasiado de mí y se descuida ella misma», se queja.
Lo que está ocurriendo en esta pareja es que ambos están proyectando en el otro sus propias carencias. Y los dos hacen lo que están reprochando al otro.
Si cada uno se aplicara sus propias quejas y cambiase el punto de vista resultaría que Sonia no pasa tiempo suficiente con ella misma, lo que pasa es que en su caso a lo que le da demasiada importancia no es al gimnasio sino a la relación con Luis. Y, además, no tiene en cuenta sus propias aficiones. Luis, por su parte, también es dependiente, aunque en su caso depende del gimnasio y de su afición a los videojuegos y les presta demasiada atención, mientras que descuida su vida emocional (con su pareja).
Si ambos son capaces de ver esto, tendrán la oportunidad de equilibrar su relación. Sonia, estando menos pendiente de su pareja y dando más espacio al cuidado de ella misma y Luis, dedicando menos horas al gimnasio y a los videojuegos y más tiempo a cultivar la parcela emocional junto a su novia.
Cuando no somos conscientes del mecanismo de proyección psicológica, lo habitual es que busquemos que la otra persona cambie. Sin embargo, si tenemos en cuenta que lo que vemos fuera es el reflejo de cómo somos por dentro, comprenderemos que somos nosotros quienes tenemos que realizar cambios en nuestro interior. Si me pongo delante de un espejo con un vestido y no me gusta cómo me veo, para ver otra imagen lo lógico será que yo me cambie de ropa. Sería una tontería empeñarme en cambiar la imagen del espejo. Pues lo mismo ocurre con las relaciones.
En realidad, la pareja nos puede brindar un enorme aprendizaje si estamos abiertos a ello. Por un lado, compartimos lo positivo. Por el otro, podemos ser para la otra persona el modelo a través del que aprender a superar lo negativo. Y, de paso, en el camino descubrir facetas desconocidas para ambos.
La importancia de tomar conciencia y aceptar lo que es nuestro
El antídoto contra la proyección psicológica está en el autoconocimiento. Si estoy atento y, en lugar de juzgar al de enfrente, observo y busco qué parte de eso que me causa rechazo es mía podré darme cuenta de algo de mí mismo que no acepto, y así modificarlo. Esto nos ayuda a comprender que, dentro de una misma realidad, cada uno de nosotros vivimos una diferente. Si pedimos a diez personas que observen un cuadro con muchos elementos durante un minuto y anoten lo que perciban, cada uno seleccionará diferentes detalles. Esto ocurre porque cada persona prestará atención a aspectos relacionados con su propio sistema de creencias y con las emociones que predominan en este.
Tomar conciencia de nuestras proyecciones nos ayuda a recuperar el control sobre lo que nos está sucediendo y a hacernos responsables de ello. Al principio nos resultará incómodo e, incluso, perturbador. Pero, si comprendemos que aquello que proyectamos en los demás dice más de nosotros mismos que del otro, acabaremos dándonos cuenta de que al cambiar nosotros también se modificará cómo vivimos las cosas. En vez de alterarnos ante alguien que nos produce rechazo, le veremos como alguien que nos está mostrando eso que tenemos que modificar, sanar o aceptar.
Volviendo al ejemplo del jefe déspota, si consigo aceptar que a veces yo también me comporto de forma autoritaria con mis amigos, podré entender cómo se sienten los demás cuando actúo así y replantearme si debo corregir mi actitud. De este modo, seré más comprensivo y empático con lo que dicen o hacen otras personas.
Otra opción es que detrás de mi animadversión hacia el talante arrogante de mi jefe se oculte el deseo inconsciente de tener un poco de su seguridad en sí mismo. En este caso, al tomar conciencia de ello, esta persona me estaría ayudando en cierto modo a darme cuenta de mi necesidad de aumentar esa cualidad.
Además, veremos que al cambiar nosotros también se modificará el modo en que percibimos a esa persona que tanto nos ‘alteraba’. No es que nuestro jefe deje de ser engreído, sino que a nosotros nos lo parecerá menos y ya no nos molestará porque ese tema ya lo tenemos resuelto.
Ejercicio para descubrir tus propias proyecciones
Escribe algunos pensamientos o juicios acerca de alguien cuyos comportamientos o actitudes te molesten. Piensa especialmente en los que más te irriten. ¿Qué es lo más odias de esas conductas o actitudes? ¿Qué te gustaría que la otra persona cambiara? Nadie va a leer lo que escribas, así que no te preocupes por ser políticamente correcto. Algunos ejemplos podrían ser: «Odio cuando Roberto se pone en plan víctima», «Elisa es una criticona» o «Me saca de quicio que María vaya a lo suyo y no respete a los demás».
Ahora, escribe esas frases nuevamente, pero en primera persona. Por ejemplo, «Odio cuando me pongo en plan víctima», «Soy un criticón (o una criticona)» o «Voy a lo mío y no respeto a los demás». Léelas en voz alta. Escúchate. Intenta buscar en qué forma, en qué grado, con quién, cuándo o dónde te comportas así o muestras esa actitud. Es importante que seas muy honesto/a contigo. Es posible que tengas ciertas actitudes de víctima con algunas personas, aunque no con otras; quizás criticas, aunque lo hagas de manera muy sutil; es posible que colabores en tu lugar de trabajo y muestres respeto a tu jefe, pero luego no actúas así cuando estás en casa con tu pareja. Párate unos minutos a reflexionar y solo considera la posibilidad de que, solo quizás, estás poniendo fuera lo que hay dentro.
De cualquier manera, si quieres iniciar un proceso terapéutico de crecimiento personal que te ayude a hacerte consciente de esas proyecciones y a trabajar con ellas, no dudes en ponerte en contacto conmigo. Me encantaría acompañarte en el camino.
«Todo lo que te molesta de otros seres es una proyección de lo que no has resuelto en ti mismo» (Buda)
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Película. Historia de un matrimonio. Scarlett Johansson y Adam Driver protagonizan esta película, nominada a los Oscar de 2020 y muy interesante desde el punto de vista psicológico. En relación al tema de las proyecciones, la historia muestra con mucha claridad cómo una pareja pasa de idealizarse mutuamente a proyectar en el otro sus propias carencias y transformar en defectos y resentimiento aquello que les enamoró. Encontraréis un análisis muy interesante en este artículo.