Divulgación

La terapia EMDR es una terapia que recurre a la estimulación de los dos hemisferios laterales

EMDR (I): Bases de la Terapia de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares

EMDR (I): Bases de la Terapia de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares 1620 1080 BELÉN PICADO

(La terapia EMDR es un enfoque relativamente moderno y todavía desconocido para muchos. Por ello, voy a dedicarle dos posts para tratar de solventar algunas de las dudas que me consultáis).

EMDR es el acrónimo en inglés de Eye Movement Desensitization and Reprocessing (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares). Se trata de una terapia que recurre a la estimulación de los dos hemisferios cerebrales. Su objetivo: desensibilizar una situación traumática almacenada de modo disfuncional en la memoria e integrarla dentro de los recuerdos de una forma adaptativa.

Para llevar a cabo dicha estimulación se recurre generalmente a movimientos oculares (el paciente sigue con los ojos los movimientos de los dedos del terapeuta). No obstante, también puede hacerse con estímulos auditivos (sonidos alternos en un oído y otro) y tapping (golpecitos con los dedos en las rodillas del paciente o en las manos).

Enn EMDR el reprocesamiento se realiza habitualmente a través de movimientos oculares

El descubrimiento casual de Francine Shapiro

En 1987, la psicóloga estadounidense Francine Shapiro hizo un descubrimiento casual mientras paseaba por un parque. Cuando movía los ojos de un lado a otro y en dirección horizontal disminuían las emociones negativas asociadas a sus propios recuerdos dolorosos.

Entonces, empezó a estudiar el fenómeno. Primero con la colaboración de amigos y conocidos y luego aplicándolo en pacientes, concretamente en víctimas de abuso sexual y veteranos de la guerra del Vietnam. Enseguida confirmó que su método disminuía los síntomas de trastorno por estrés postraumático en estas personas. Dicho método consistía en pedir al paciente que pensara en una idea o recuerdo molesto mientras seguía con los ojos el movimiento de los dedos del terapeuta.

Redes de memoria

Todos hemos pasado por momentos complicados y no siempre es necesario acudir al psicólogo para volver a sentirnos bien. A menudo, basta con acordarnos de cómo superamos otras situaciones similares o hablar con alguien de confianza. Sin embargo, algunas experiencias dolorosas nos afectan mucho emocionalmente. Tanto, que no somos capaces de hablar de ellas sin angustiarnos. Incluso, revivimos el recuerdo una y otra vez como si estuviese sucediendo en este momento. Otras veces la experiencia fue tan traumática que quedó oculta en algún lugar de la mente. Hasta que un día, de repente, ante un hecho aparentemente insignificante se disparan aquellos recuerdos, emociones y sensaciones físicas y reaccionamos involuntariamente como si estuviéramos ante una amenaza vital.

Según la teoría del Procesamiento Adaptativo de la Información formulada por Shapiro, las personas contamos con un sistema de procesamiento innato. Este va asimilando las experiencias que vivimos y las deposita en redes de memoria interconectadas. Esa información se almacena en forma de sensaciones (imágenes, sonidos, olores, tacto, gusto), pensamientos (en el momento del suceso), emociones y creencias, que luego nos servirán como base para futuras percepciones, actitudes y conductas a lo largo de nuestra vida.

Los problemas aparecen cuando la nueva información se procesa inadecuadamente y queda almacenada de modo disfuncional en una red de memoria que no está conectada con el resto. Cuando ocurre esto, los recuerdos del suceso pueden activarse posteriormente de manera automática en forma de pensamientos desagradables, pesadillas recurrentes, miedo sin causa aparente… Incluso pueden llegar a condicionar nuestra conducta. Es como si el sistema de alarma de nuestra casa estuviese estropeado y saltase continuamente y sin motivo.

Los hechos vividos durante el día se van acoplando en redes de memoria interconectadas

La amígdala y las emociones

Además de saber cómo actúan las redes de memoria, para comprender cómo funciona la terapia EMDR debemos conocer tres zonas del cerebro: la amígdala, el hipocampo y el córtex prefrontal. Concretamente tres relacionadas con las emociones, la memoria y el aprendizaje y el procesamiento de la información. La amígdala es un sistema de alerta temprana que genera la emoción antes de que la corteza cerebral reciba el mensaje de que algo sucede. El hipocampo contextualiza la situación y ayuda a transferir la información inicial a la zona prefrontal de la corteza cerebral, donde se procesa. Normalmente, cuando vivimos un hecho con un componente emocional la información llega a la amígdala, de aquí al hipocampo y a continuación viaja al córtex prefrontal donde es procesado.

Si la experiencia es muy traumática se produce una excesiva estimulación de la amígdala y la información queda atrapada sin que pueda pasar a una red neuronal. En esta situación, el hipocampo no puede consolidar adecuadamente los recuerdos ni el contexto. Ni tampoco transferirlos a la corteza para que sean elaborados.

Vamos a verlo con un ejemplo: Imagina que estás sentado en el salón de tu casa viendo tu serie favorita y empieza a oler a humo. Tu amígdala es la primera en dar el aviso de “peligro” en el cerebro y, automáticamente, te activas, te alteras y tu primer impulso es huir. Pero esa información enseguida pasa por el hipocampo y llega hasta la corteza prefrontal. Entonces recuerdas que tus vecinos te comentaron que iban a hacer una barbacoa en su jardín. Te tranquilizas y sigues con tu serie. Esto es lo que ocurriría en circunstancias normales.

Ahora bien, ¿qué podría ocurrir si hubieses sido víctima de un incendio y ese recuerdo hubiera quedado atascado en la amígdala sin ser elaborado? Probablemente, ante el olor a humo habrían emergido las emociones del pasado. No como un recuerdo, sino como si estuvieses reviviendo el hecho, con el consiguiente sufrimiento que esta situación generaría.

La terapia EMDR ayuda a procesar recuerdos traumáticos

Cómo funciona la terapia EMDR

Este abordaje allana el camino para que el recuerdo traumático ‘atascado’ (en nuestro ejemplo, el incendio) y almacenado disfuncionalmente en la amígdala, se desplace a la corteza y pueda conectarse a una red neuronal. Una vez esa memoria se conecta a redes más grandes con información adaptativa, la información se reelabora y la experiencia traumática se integra. El recuerdo no desaparecerá, pero la persona podrá acceder a él sin que le perturbe ni le genere sensaciones negativas. Además, al facilitarse la modificación de emociones y creencias negativas, también cambiarán las actitudes y los comportamientos. La terapia EMDR activa el sistema innato de procesamiento de la información del cerebro, es decir, la capacidad de autocuración que tiene nuestra mente.

¿Y por qué la estimulación bilateral? Todo lo que la mente recoge en estado de vigilia, el cerebro lo procesa mientras dormimos. Durante la fase REM, que es cuando estamos soñando, se archiva en la memoria lo más relevante de la jornada. Entonces, se asimila aquello que no hemos podido elaborar del todo durante el día. Lo que hace la terapia EMDR es reproducir los movimientos oculares rápidos de la fase REM y provocar el reset que el cerebro hace de manera natural por la noche.

Si quieres saber más sobre la terapia EMDR, te invito a leer EMDR (II): Preguntas frecuentes sobre la Terapia de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares.

Por qué no nos movilizamos contra el cambio climático

Cómo influyen emociones y creencias en nuestra percepción del cambio climático

Cómo influyen emociones y creencias en nuestra percepción del cambio climático 2560 1440 BELÉN PICADO

Impotencia, rabia, tristeza, miedo, depresión, culpa son algunas de las emociones que pueden emerger si nos paramos a reflexionar sobre el cambio climático. Entonces, ¿por qué no nos movilizamos para evitar que la situación empeore y llegue a un punto de no retorno?

Una encuesta realizada por el Real Instituto Elcano refleja que la mayoría de los españoles piensa que el cambio climático es la principal amenaza del mundo e, incluso, se consideran insuficientes los compromisos institucionales y políticos actuales. Sin embargo, a nivel individual somos mucho menos conscientes de nuestra cuota de responsabilidad. Nos situamos en el papel de espectadores o víctimas, pero no en el de personas responsables de la evolución del cambio climático. ¿Por qué ocurre esto?

El cambio climático es una realidad

Negando nuestra responsabilidad

La negación es un mecanismo de defensa que puede resultar adaptativo en ciertas ocasiones. Por ejemplo, ante la muerte de un ser querido la negación al principio del proceso ofrece algo de tiempo para empezar a asumir su pérdida. Por lo que respecta al ámbito del medio ambiente, la perspectiva de un cambio irrevocable del clima a nivel global es lo suficientemente aterradora como para activar defensas emocionales como la negación. Si no asumo mi responsabilidad personal y la delego en gobiernos y multinacionales, me resultará más fácil eludir la ansiedad y el sentimiento de culpa.

A esto se une, en algunas ocasiones, cierto ‘optimismo irracional‘. Según esta creencia, la solución está en manos de los científicos que, tarde o temprano, encontrarán la forma de detener los efectos del calentamiento global sin que sea necesario que como individuos realicemos ningún cambio en nuestros comportamientos cotidianos ni en nuestro modo de vida.

El psicólogo y economista noruego Per Espen Stoknes habla de una «paradoja psicológica en el cambio climático«. Dicha paradoja establece que al mismo tiempo que cada vez hay más pruebas y más consenso entre los científicos de que el ser humano es el principal responsable del calentamiento del planeta, también disminuye la preocupación y el apoyo a las políticas ambientales más ambiciosas. O lo que es lo mismo, somos conscientes de la amenaza, pero no pasamos a la acción.

En otros casos se produce una sensación de indefensión ante algo “demasiado grande y complejo” que está fuera de nuestro control como individuos. Ejemplos ilustrativos son frases como “Si los científicos y los políticos no se ponen de acuerdo, menos puedo hacer yo” o “El hecho de que yo deje de utilizar el coche a diario no va a resolver los problemas de contaminación”.

El modo en que percibimos la naturaleza también afecta al grado de inquietud ante el cambio climático. Así, percibirla como caprichosa e impredecible se asocia a una menor preocupación: si los procesos naturales no responden a una lógica específica no merece la pena preocuparse por ellos dado que son incontrolables.

Mientras no asumamos cierto grado de responsabilidad, es muy poco probable una conducta proambiental. Atribuir el calentamiento global al comportamiento individual, en lugar de hacerlo a procesos industriales globales, ayuda a percibirlo como algo más controlable desde la acción individual. Esto implica percibir el problema de forma más grave, pero a la vez aumenta la capacidad de poner en marcha acciones para solucionarlo.

Es necesario asumir nuestra responsabilidad individual en el cambio climático

Percepción del riesgo

El cambio climático es un problema ambiental global y, en cierta medida, impersonal y eso dificulta que lo veamos como una amenaza inminente. Los riesgos que son personales, concretos e inmediatos tienden a generar una mayor percepción de riesgo e indignación. Sin embargo, los que no suponen una preocupación urgente para nosotros tienden a producir más indiferencia. ¿Os habéis fijado que a menudo en los medios de comunicación se transmite información sobre escenarios futuros (2050, en los próximos 20 años…)?

Según el premio Nobel Daniel Kahneman, autor del libro Pensar rápido, pensar despacio, “para que la gente se movilice por una causa ha de existir un componente emocional. Sea lo que sea, tiene que percibirse como respuesta a un asunto inminente y prominente, que sobresalga con fuerza propia sobre todos los demás».

El hecho de que el cambio climático se considere algo inevitable también influye en nuestra pasividad. Lo mismo que no saber con certeza cómo evolucionará en un futuro o que no tenga un origen concreto. Un incendio puede surgir por dejar una colilla mal apagada, por ejemplo. Pero el cambio climático es el resultado de una suma de malas actuaciones individuales y sociales.

Cuanto más cerca, más conciencia

Muchas de las informaciones que recibimos sobre el calentamiento global hacen referencia a lugares tan lejanos como el Ártico o la Antártida. Sin embargo, si ocurre una catástrofe natural o ecológica cerca de nosotros es mucho más probable que se produzcan movilizaciones. Es el caso de las numerosas concentraciones que han tenido lugar en Murcia desde que miles de peces aparecieron muertos en 2019 en el Mar Menor.

Manifestación por el Mar Menor

Según numerosos estudios, el apego al lugar, o vínculo afectivo que se establece entre las personas y el territorio que habitan, favorece la percepción del problema y tiene un efecto movilizador en las prácticas medioambientales. Asimismo, el modelo concéntrico de responsabilidad hacia los demás establece que se genera una responsabilidad más fuerte con aquellos que están física o afectivamente más cerca de nosotros.

Lo que está claro es que Tierra solo hay una y si seguimos mirando hacia otro lado acabaremos por cargarnos nuestro propio hogar. Como individuos todavía estamos a tiempo de hacer algo. Las pequeñas acciones son las que acaban generando los grandes cambios. Este es el mensaje que busca transmitir este cuento:

-Dime, ¿cuánto pesa un copo de nieve? -preguntó un gorrión a una paloma.
-Nada de nada, le contestó la paloma.
-Entonces, si es así debo contarte una historia, dijo el gorrión:
Estaba yo posado en la rama de un abeto, cerca de su tronco, cuando empezó a nevar. No era una fuerte nevada ni una ventisca furibunda. Nada de eso.
Nevaba como si fuera un sueño, sin nada de violencia. Y como yo no tenía nada mejor que hacer, me puse a contar los copos de nieve que se iban asentando sobre los tallitos de la rama en la que yo estaba. Los copos fueron exactamente 3.741.952. Al caer el siguiente copo de nieve sobre la rama que, como tú dices, pesaba nada de nada, la rama se quebró.
Dicho esto, el gorrión se alejó volando.
Y la paloma, toda una autoridad en la materia desde la época de Noé, quedó cavilando sobre lo que el gorrión le contara y al final se dijo:
-Tal vez esté faltando la voz de una sola persona más para que la solidaridad se abra camino en el mundo.

Prosopagnosia o la incapacidad de reconocer una cara conocida

Prosopagnosia o ceguera facial: La incapacidad de reconocer una cara conocida

Prosopagnosia o ceguera facial: La incapacidad de reconocer una cara conocida 1792 1024 BELÉN PICADO

Hace unos días mi amigo Antonio se cruzó con una chica que le habían presentado recientemente y no dudó en saludarla. Ella se detuvo, le miró, se disculpó por no reconocerle y siguió su camino. Sorprendido porque solo unos días antes habían estado charlando durante horas, mi amigo se lo comentó a la persona que los había presentado. Esta le sacó de dudas: aquella chica padecía prosopagnosia, un trastorno neurológico conocido también como ceguera facial que impide reconocer los rostros a través de la vista, aunque pertenezcan a personas que conocemos.

Lo que les ocurre a estas personas es que saben que están viendo una cara y distinguen por separado las partes que la componen (nariz, ojos, boca…), pero no son capaces de relacionar estos elementos y asociarlos con una identidad. Teniendo en cuenta que los seres humanos somos eminentemente visuales y adquirimos la mayor parte de la información de nuestro entorno a través de la vista, esta circunstancia puede llegar a causar un gran malestar. Además, repercute también en las relaciones sociales, hasta el punto de que hay afectados que optan por aislarse y evitar el contacto con otras personas por miedo a no poder reconocerlas o dirigirse a ellas adecuadamente. Esto puede llegar a generar mucha ansiedad o llevar a la depresión.

Aunque esta afección se conocía ya desde el siglo XIX, fue el neurólogo alemán Joachim Bodamer quien, en 1947, lo definió por primera vez y acuñó el término «prosopagnosia» para documentar el caso de un soldado que, tras ser herido durante la II Guerra Mundial, había perdido la capacidad para reconocer a amigos y familiares viendo su rostro. Sin embargo, no tenía dificultad para identificarlos a través de su voz u otras características.

Prosopagnósicos famosos: Un famoso actor, una princesa y un respetado neurólogo

Entre los afectados por este trastorno, se encuentran personajes muy conocidos. Entre ellos, la etóloga Jane Goodall, famosa por sus estudios sobre la vida social y familiar de los chimpancés, la princesa Victoria de Suecia o el mismísimo Brad Pitt. El actor reconoció sufrir prosopagnosia en una entrevista publicada en 2013 en la revista Esquire, donde aseguró que en más de una ocasión le habían llegado a tomar por «un maleducado» a causa de esta condición.

También la padeció el neurólogo, escritor y divulgador científico Oliver Sacks, que recogió en su libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero el caso de un músico que sufría prosopagnosia y no era capaz de reconocer los rostros de las personas con las que se encontraba a diario, entre ellos el de su esposa.

Precisamente de la ceguera facial y de su propia experiencia, habla Sacks en un magnífico artículo que escribió para la revista The New Yorker: «Las fiestas, incluso mis propias fiestas de cumpleaños son todo un reto. (Más de una vez, Kate ha pedido a mis invitados que lleven etiquetas con su nombre.) Me han acusado de ‘despiste’, y sin duda es cierto. Pero creo que una parte significativa de lo que se ha dado en llamar ‘timidez’, ‘reclusión’, ‘ineptitud social’, ‘excentricidad’ e incluso ‘síndrome de Asperger’ es una consecuencia y una interpretación errónea de mi dificultad para reconocer caras».

En el mismo texto contaba este neurólogo británico que el psicólogo Ken Nakayama tenía colgado un cartel en la puerta de su despacho en el que se podía leer: «Recientes problemas oculares y una leve prosopagnosia me han dificultado reconocer a personas que debería conocer. Por favor, ayúdame diciéndome tu nombre si nos encontramos. Muchas gracias».

Brad Pitt afirma tener prosopagnosia

Brad Pitt

Una condición rara, pero no tanto

Aunque durante mucho tiempo se pensó que era una afección rara, según estudios como el publicado en 2023 en la revista especializada Cortex podría ser más frecuente de lo que se creía. Los autores de esta investigación concluyeron que la prevalencia de la prosopagnosia se sitúa en un continuo que varía tanto en gravedad como en síntomas y que afecta a entre el 1 y el 5 por ciento de los adultos.

Los investigadores han descubierto, además, que la prosopagnosia es más frecuente entre las personas con trastornos del espectro autista. Los resultados de un estudio realizado en 2020 revelaron que afecta a más del 36 % de los adultos autistas sin discapacidad intelectual.

En cuanto a su severidad, la ceguera facial no afecta en el mismo grado a quienes la padecen. Algunos prosopagnósicos, por ejemplo, pueden memorizar un determinado número de caras, mientras que otros apenas si identifican algunos rostros de sus familiares más cercanos. En los casos más graves, la persona ni siquiera es capaz de reconocerse en el espejo. Igualmente, hay afectados que tienen dificultades para recordar el aspecto de rostros familiares, pero no para ver diferencias en esos rostros cuando los ven en fotografías.

Tipos de prosopagnosia

Hay dos tipos de prosopagnosia:

  • Prosopagnosia adquirida.  Suele estar causada por una lesión cerebral provocada por un accidente cerebrovascular, un tumor cerebral, un traumatismo craneoencefálico o una infección que afecte a determinadas partes del sistema nervioso central. También puede aparecer en enfermos de alzhéimer. La mayoría de los casos documentados pertenecen a este tipo y también son los que se conocen más, probablemente porque se trata de personas que reconocían los rostros y algún accidente les impidió seguir haciéndolo. Por tanto, la incapacidad fue notoria para ellos.
  • Prosopagnosia congénita o del desarrollo. Es mucho más frecuente que la anterior, pero como en este caso los afectados no han podido reconocer bien las caras durante la mayor parte de sus vidas, en ocasiones no se dan cuenta de que padecen este desorden hasta que se les hace alguna prueba. Muchas de estas personas no confirman que lo tienen hasta los 20 ó 30 años, a veces incluso más tarde, y se culpan a sí mismas de falta de atención o de mala memoria.

Una investigación realizada en el Instituto de Genética Humana en Münster, Alemania, concluyó que la prosopagnosia, además, tiene un alto componente genético. Tras examinar a 689 estudiantes, los científicos diagnosticaron el desorden a 17. En posteriores entrevistas con las familias de 14 de estos jóvenes, todos tenían, al menos, un pariente cercano con el mismo problema. Analizando estos resultados, pudieron establecer que esta condición se transmite por un gen dominante, lo que significa que si un padre lo tiene, sus hijos tiene un 50 por ciento de probabilidades de heredarla. De hecho, hay familias enteras que la tienen. En otro estudio, los investigadores Brad Duchaine y Ken Nakayama describieron una familia en la que diez miembros la padecían: los dos padres, siete de sus ocho hijos y un tío materno (el octavo hijo no puedo ser analizado).

Prosopagnosia o ceguera facial: La incapacidad para reconocer caras conocidas

Un fichero fotográfico en el cerebro

En nuestro cerebro hay células especializadas en identificar rasgos de las caras que vemos y localizarlos rápidamente en la base de datos mental de las personas que conocemos. El cerebro cuenta con un sistema de almacenamiento, parecido a un álbum fotográfico, donde podemos guardar hasta 10.000 caras diferentes a lo largo de la vida. Según algunos estudios, cualquiera puede reconocer a gente que conoció hace diez años e identificar al 90 por ciento de los compañeros del colegio de hace 35 años.

El proceso tiene lugar en tres etapas: primero, percibimos a través del sentido de la vista los rasgos físicos de esa cara. Con esa imagen en la mente, el cerebro determina si esos rasgos son conocidos o no. En caso de que lo sean, el siguiente paso es identificar el rostro con el nombre que le corresponde.

Sin embargo, hay quienes son incapaces de reconocer rostros, incluido el de sus seres queridos y el suyo propio, pese a un funcionamiento intelectual y una capacidad visual intactos.

El problema está en que el cerebro no es capaz de interpretar la información que proviene del sentido de la vista. Hay una especie de desconexión entre el cerebro y el ojo. Las principales zonas del cerebro involucradas en el reconocimiento facial son el giro fusiforme, el lóbulo temporal y la corteza occipital. Cuando se sufre prosopagnosia, estas áreas suelen estar dañadas, tanto si es congénita como si es adquirida.

¿Cómo se las arreglan las personas con prosopagnosia?

Quienes tienen que lidiar con este trastorno recurren a diferentes ‘trucos’ para aprender a vivir con él. Algunas personas, incluso, llegan a convertirse en auténticos expertos a la hora de ocultar su condición y no resulta fácil identificarlos.

  • Desarrollan estrategias para distinguir a las personas basándose en pistas como su corte de pelo, una nariz o un rasgo inusual (cicatrices, lunares…), una forma de andar o de moverse característica, ciertos accesorios como unas gafas, vestir con un determinado tipo de ropa, etc.
  • Evitan lugares, como reuniones o fiestas, donde podrían toparse con alguien a quien conocen o fingen caminar por la calle absortos en sus pensamientos para no pasar por maleducados.
  • Dan mucha importancia al contexto y a las expectativas. Por ejemplo, si soy profesora espero ver a mis alumnos en la escuela. A muchos, aunque no tengamos prosopagnosia, nos ocurre que nos cuesta reconocer a alguien si le vemos de forma inesperada en un lugar donde no solemos interactuar. Por ejemplo, ver en la playa a un vecino de nuestro barrio.

Como explica Oliver Sacks, estas y otras estrategias, tanto conscientes como inconscientes, «se vuelven tan automáticas que las personas con prosopagnosia moderada pueden no darse cuenta de lo deficiente que es en realidad su reconocimiento facial».

Aquí os dejo un vídeo en el que Oliver Sacks habla de su prosopagnosia

¿Existe tratamiento?

Todavía no existe tratamiento para esa afección, pero sí se puede aprender a vivir con ella. Además de practicar habilidades como las mencionadas antes, algunos especialistas trabajan con los afectados entrenando el reconocimiento de caras. Para ello se utilizan fotografías de familiares o amigos cercanos: emparejando imágenes idénticas, asociando caras y nombres, identificando expresiones faciales, etc.

Hace unos años la profesora de Psicología Sherryse Corrow puso en marcha en la universidad estadounidense de Bethe un programa de entrenamiento computarizado para mejorar el reconocimiento facial. Este y otros ejercicios online de entrenamiento pueden ayudar a los afectados a concentrarse mejor en las caras y discernir las diferencias entre ellas, mejorando así su capacidad para identificarlas.

En situaciones sociales, por ejemplo, puede ser de ayuda introducir ciertas preguntas en la conversación para obtener pistas sobre la identidad del interlocutor o pedir a la pareja o a un amigo cercano que facilite el nombre de la persona con la que se esté hablando. Incluso puede facilitar mucho las cosas explicar a la gente que se tiene este trastorno.

Aunque los resultados no son determinantes y hay que seguir investigando, algunas investigaciones han comprobado que la administración intranasal de oxitocina (hormona que facilita el vínculo social y el comportamiento prosocial) podría beneficiar a las personas afectadas. En uno de estos estudios se comprobó que los participantes que habían utilizado un aerosol nasal de esta hormona había experimentado una mejora temporal en su capacidad de procesamiento y reconocimiento facial.

Otros trastornos similares

Alexia pura: Los afectados por este trastorno no pueden leer normalmente, ni siquiera lo que ellos han escrito. Esto ocurre pese a una capacidad visual normal y pese a tener habilidad para entender lo que le dicen y escribir. Leen las palabras letra a letra, deletreando cada palabra antes de identificarla.

Zooagnosia: Dificultad para reconocer animales de la misma o de distinta especie.

Simultagnosia: El paciente fija la atención en un solo detalle de la escena que hay ante él y es incapaz de apreciar los demás objetos.

Metamorfopsia: Visión distorsionada de los rostros y dificultad para discriminar características faciales y gestos. Sin embargo, la capacidad para el reconocimiento de la identidad de las personas permanece intacta.

Acromatopsia: Incapacidad para percibir los colores de los objetos. Normalmente todo se ve en blanco y negro, pero en algunos casos el afectado puede distinguir los colores primarios.

Agnosia de movimiento: En este caso, la persona no puede percibir el movimiento de los objetos de manera continua. Por ejemplo, no vería un coche circulando, sino un vehículo detenido en una esquina; luego lo vería parado junto a él y, acto seguido, detenido en otra esquina. Estaría ante una secuencia interrumpida, sin continuidad

Referencias bibliográficas

Bate, S., Cook, S. J., Duchaine, B., Tree, J. J., Burns, E. J., & Hodgson, T. L. (2014). Intranasal inhalation of oxytocin improves face processing in developmental prosopagnosia. Cortex, 50, 55–63.

DeGutis, J., Bahierathan, K., Barahona, K., Lee, E., Evans, T. C., Shin, H. M., Mishra, M., Likitlersuang, J., & Wilmer, J. B. (2023). What is the prevalence of developmental prosopagnosia? An empirical assessment of different diagnostic cutoffs. Cortex: A Journal Devoted to the Study of the Nervous System and Behavior, 161, 51–64.

Duchaine, B., Germine, L., & Nakayama, K. (2007). Family resemblance: ten family members with prosopagnosia and within-class object agnosia. Cognitive Neuropsychology, 24(4), 419–430

Kennerknecht, I., Grueter, T., Welling, B., Wentzek, S., Horst, J., Edwards, S., et al. (2006). First report of prevalence of non-syndromic hereditary prosopagnosia (HPA). American Journal of Medical Genetics Part A, 140A(15), 1617–1622.

Minio-Paluello, I., Porciello, G., Pascual-Leone, A., & Baron-Cohen, S. (2020). Face individual identity recognition: a potential endophenotype in autism. Molecular Autism, 11(1), 81.

Sacks, O. (1985). El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Barcelona: Anagrama.

Sacks, O. (2010). Face-blind. A Neurologist Notebook. The New Yorker

Gracias a la sinestesia se pueden oír los colores y ver los sonidos

Oír colores, ver sonidos o saborear palabras: un don llamado sinestesia

Oír colores, ver sonidos o saborear palabras: un don llamado sinestesia 1920 1271 BELÉN PICADO

“Tengo un día gris”, “Veo la vida de color de rosa”, “Flipo en colores” o “Tu cara me suena” son para algunas personas expresiones literales. A Norma, por ejemplo, le gustan todos los tipos de música, pero los conciertos la afectan de un modo especial. “Siento el sonido de los violines como una caricia en los tobillos y el jazz repiquetea en todo mi cuerpo como la lluvia”, asegura. Aunque su afirmación suene extraña, no sufre alucinaciones, sólo posee una facultad poco común: es sinestésica. Según el departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Granada, la sinestesia es “la posibilidad de experimentar sensaciones de una modalidad sensorial (como la auditiva) a partir de estímulos de otra modalidad distinta (como la visual)”.

En cuanto a los tipos que hay, el antropólogo Sean A. Day ha clasificado más de 60. Algunas personas distinguen sabores al tocar objetos y a otras un sonido les provoca una experiencia visual. En algunos casos, el dolor, según la intensidad, se percibe de distintos colores. Hay también quienes perciben conceptos como los meses o los días de la semana como si fueran formas con una posición determinada en el espacio. Sin embargo, la más común es ver determinados colores al observar letras o números (sinestesia grafema-color).

La causa de esta forma tan especial de sentir lo que nos rodea se debe, sobre todo, al exceso de conexiones entre neuronas. Muchos expertos que han estudiado este fenómeno opinan que todos nacemos sinestésicos, pero al crecer cada área cerebral va especializándose y dejamos de serlo. Durante los primeros meses de vida, las zonas neuronales relacionadas con los sentidos están activadas, independientemente de los estímulos sensoriales. Luego, poco a poco y de forma progresiva, van desarrollándose áreas sensoriales específicas para cada sentido y las actividades de retroalimentación entre zonas multisensoriales y monosensoriales se van inhibiendo. Sin embargo, en las personas sinestésicas las interconexiones permanecen.

En España, según la investigación llevada a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad Complutense, un 13.95 por ciento de la población posee esta característica.

La sinestesia es involuntaria, incontrolable y estable en el tiempo

La sinestesia es involuntaria, incontrolable y estable en el tiempo

Algunas características de la sinestesia:

  • Tiene carácter hereditario. Este extraño fenómeno de la percepción parece tener un componente genético, ya que suele repetirse en varios miembros de una familia. Además, es más común en las mujeres que en los hombres, en una proporción de seis a uno.
  • Permanece en el tiempo. Simon Baron-Cohen, psicólogo de la Universidad británica de Cambridge, ha comprobado que las percepciones no varían con el tiempo. Para llegar a esta conclusión, dio a un grupo de sinestésicos y no sinestésicos una lista de letras, palabras y frases para que describieran el color o la forma que cada uno le evocaba. Una semana después, el 37 por ciento de los que no poseían esta característica respondieron igual que la vez anterior, mientras que al año las asociaciones del 92 por ciento de los sinestésicos fueron iguales.
  • Es automática e involuntaria. La persona que tiene estas percepciones no puede reprimirlas ni manipularlas a voluntad.
  • Es de carácter subjetivo, por lo que cada persona la experimenta de manera diferente. Por ejemplo, es muy posible que dos personas con audición cromática no coincidan en el color que atribuyen al mismo sonido.
  • Tiene connotación emocional. Esta facultad también influye en el estado de ánimo de la persona que la posee. A menudo, los sinestésicos experimentan una emoción positiva durante la percepción. Pero también pueden sentirse contrariados, tristes o molestos si un estímulo (una letra E o un número 8, por ejemplo) está de un color diferente al que ellos lo ven.

En cuanto a las desventajas, a veces hay problemas al centrar la atención durante la lectura, dificultad para diferenciar la izquierda y la derecha, discalculia o problemas con las matemáticas. Asimismo, puede haber alteraciones anímicas por el exceso de estímulos o, como se ha indicado, si los estímulos son incongruentes con la percepción del sinestésico.

Los sinestésicos tienen mayor sensibilidad artística

Lejos de suponer un problema, Richard E. Cytowic, especialista estadounidense en este fenómeno, opina que la sinestesia “ayuda a ser más consciente de lo que pasa a nuestro alrededor. Relacionar los diferentes sentidos hace que percibamos la realidad con mayor intensidad”. Es más, en ocasiones va unida a un mayor desarrollo de la memoria visual temprana, a un alto nivel intelectual y a una destacada calidad artística. Los escritores Vladimir Nabokov y Baudelaire, los pintores Van Gogh, Kandinsky y Paul Klee o el compositor Rimsky-Korsakov poseían esta alteración sensorial. También lo poseen personajes más actuales, como Pharrell Williams, Lady Gaga o Stevie Wonder, entre otros.

La sinestesia influyó en la obra de Kandinsky

Wassily Kandinsky, composición VIII.

Ver el aura, un fenómeno no tan sobrenatural

La percepción del aura que ciertas personas aseguran ver rodeando cuerpos y objetos no es resultado de un campo energético particular, sino de la sinestesia. Una investigación del University College de Londres describe el caso de una joven que veía diferentes colores como reacción a personas que conocía. De hecho, oír sus nombres ya era suficiente para tener esa sensación. Los nombres provocaban la aparición de un color que cubría todo su campo de visión y las personas en cuestión parecían irradiar un aura coloreada. Las palabras asociadas a emociones positivas suscitaban la aparición de colores (rosa, naranja o verde) diferentes a las que evocaban algo negativo (negro, marrón o gris).

Según los investigadores, esos colores no reflejan los supuestos campos energéticos que emiten los organismos, sino que son creados por el cerebro de la persona que ve el halo.

La percepción del aura es resultado de la sinestesia

En otro estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Granada, se analizó el caso de un curandero que decía ver el aura de las personas, entre otras habilidades. Se observó que mostraba un alto grado de empatía y esquizotipia (tendencia a la paranoia y a la alucinación en algunas personas sanas). Pero también se comprobó que presentaba dos tipos de sinestesia: color-rostro y tacto-espejo. La primera consiste en asociar cada persona con un color. La segunda se produce cuando el sinestésico observa a una persona que está siendo tocada o que está sintiendo dolor y él experimenta lo mismo.

Puede interesarte:

En el libro “Sinestesia: El color de las palabras, el sabor de la música, el lugar del tiempo…”, los expertos en neurociencia cognitiva Alicia Callejas y Juan Lupiáñez explican, entre otras cosas, por qué se produce la sinestesia y cómo afecta al cerebro.

“Flipar en colores” es el título de un interesante episodio del programa de TVE Redes en el que se analiza este fenómeno.

Los zurdos son sensibles y creativos

Los zurdos son imaginativos, sensibles, proclives al enfado y hábiles para la lucha

Los zurdos son imaginativos, sensibles, proclives al enfado y hábiles para la lucha 5760 3840 BELÉN PICADO

Sobre las personas zurdas ya se ha dicho de todo, que viven una media de nueve años menos que los diestros, que son torpes e ineptas, etc. Sin embargo, solo hay que echar una ojeada a algunos personajes famosos para demostrar que esto es falso: Leonardo Da Vinci, Mozart, Einstein, Picasso, David Bowie, Jimi Hendrix… El neurólogo Jorge Nagel asegura que “la proporción de zurdos es notablemente mayor entre artistas, dotados en matemáticas y deportistas”.

Curiosamente el porcentaje de zurdos se ha mantenido estable a lo largo de la historia, oscilando entre el 10 y el 15 por ciento de la población en general, en todos los continentes, razas y culturas. Así que es posible que este rasgo tenga claras ventajas evolutivas.

“¿Por qué soy zurdo?”

Hay varios factores que influyen a la hora de poseer esta característica.

  • Desarrollo mayor del hemisferio cerebral derecho. El hemisferio derecho rige el lado izquierdo del cuerpo y se ocupa de las funciones emocionales y creativas, por lo que los zurdos son considerados más sensibles e imaginativos. Esto también puede deberse a su necesidad de improvisar y adaptarse continuamente a un mundo diseñado para diestros. Además, manejan mejor las funciones motoras, de atención y de percepción del espacio que los diestros. También pueden procesar la información más rápido debido a que hay una mayor interconexión entre ambos hemisferios.

Los zurdos tienen el hemisferio derecho más desarrollado

  • Genética. Un niño de padre zurdo tiene alrededor del 10 por ciento de posibilidades de serlo, si lo es la madre estas probabilidades aumentan al 20 por ciento y si ambos progenitores lo son, las probabilidades suben al 50 por ciento. El porcentaje baja a un 4 por ciento si los padres son diestros.
  • Edad de la madre. Las mujeres que tienen un hijo con 30 ó 35 años tienen un 25 por ciento de posibilidades más de tener hijos zurdos.
  • Hormonas. Tener los niveles altos de testosterona durante el embarazo también influye. Esta hormona suele ser mucho mayor en los hombres, por lo que los varones tienen más probabilidades de utilizar más su izquierda.

Entre izquierda y derecha

El ser humano nace con una organización cerebral establecida. Hacia los 3 años el niño ya muestra una mano preferente, aunque suele probar ambas en numerosas ocasiones; de hecho, a esta edad la mayoría de los críos suelen ser ambidiestros. A los 4 años se empieza a utilizar una mitad del cuerpo más que la otra y a los 7 ya se opta por una mano para escribir, una pierna y un pie para jugar al fútbol y se utiliza un ojo y un oído más que el otro. También existe la posibilidad de que el niño utilice el ojo y oído derechos, pero chute con el pie izquierdo; es la lateralidad cruzada.

El psicólogo Bernabé Tierno asegura que forzar a un niño a utilizar la mano derecha puede acarrearle “trastornos del lenguaje (dislexia y tartamudez), motores (torpeza y lentitud gráfica y mental) y emocionales (enuresis)”.

Una buena forma de saber si tu hijo es zurdo o diestro es observar qué mano, ojo o pie utiliza en acciones espontáneas como abrir una botella, chutar la pelota o saltar sobre un pie.

Pero no solo los seres humanos utilizamos más un lado del cuerpo que otro; con los animales ocurre lo mismo. En las aves, por ejemplo, muchos loros y cacatúas usan preferentemente la pata izquierda para sostener el alimento o para llevárselo a la boca. Los canguros también prefieren utilizar sus patas izquierdas. En cambio, las ballenas jorobadas tienen preferencia por su lado derecho y así lo manifiestan cuando capturan a sus presas o cuando dan coletazos sobre la superficie del agua.

Hacia los 3 años, el niño ya muestra una mano preferente

Los zurdos y las emociones

El hecho de que haya más interconexión entre los hemisferios cerebrales también conlleva que procesen las emociones de forma diferente. Por ejemplo, hay una mayor actividad en las áreas de la corteza cerebral que procesan emociones como la ira y la hostilidad, lo que les hace más proclives al enfado.

Asimismo, toleran peor el miedo y las situaciones de estrés y suelen presentar más síntomas derivados del trastorno por estrés postraumático. En un estudio de la Universidad escocesa Queen Margaret varias personas vieron la película «El silencio de los corderos» y luego tuvieron que señalar las escenas que más les habían asustado. Muchos zurdos mostraron signos de estrés postraumático, memoria fragmentada y frecuentes repeticiones en el habla.

Los zurdos también son más tímidos y suelen mostrarse más inseguros y vacilantes a la hora de tomar decisiones difíciles.

Buenos en la lucha y en los deportes de contacto

Enfrentarse a un zurdo no parece una buena idea si hacemos caso de un estudio realizado en la Universidad francesa de Montpellier. Allí, un equipo de investigadores se preguntó por qué han seguido existiendo personas zurdas desde que se detectaron los primeros casos, hace 40.000 años, pese a que suelen nacer con peso más bajo, su tamaño corporal es menor y están más predispuestos a sufrir ciertas enfermedades.

La respuesta parece estar en su mayor habilidad para la lucha. Al parecer en las sociedades primitivas más violentas su número era superior. También compararon la tasa de homicidios y ejecuciones en ocho pueblos indígenas actuales, desde los Inuit del Ártico hasta los indios yanomami del Amazonas, y descubrieron que a medida que aumentan estos actos de violencia, el número de zurdos sube.

“Antes de que aparecieran las industrias del mundo moderno, las diferencias se arreglaban peleando. Y en este escenario los zurdos, siendo minoría, lograban sorprender a sus rivales, mayoritariamente diestros”, explica Charlotte Faurie, una de las autoras del informe.

Los zurdos, como Muhammad Alí, son buenos en deportes de contacto

La prueba de esta afirmación está en que los zurdos suelen sobresalir en deportes de contacto (Manny Pacquiao, Conor McGregor, Muhammad Alí) y también en los que se requiere una mayor rapidez de reflejos, como el tenis, el tenis de mesa, la esgrima o béisbol. Algunos ejemplos son Martina Navratilova, John McEnroe o Rafa Nadal, que siendo diestro de nacimiento ejercitó la izquierda hasta convertirse en un tenista zurdo. En cuanto al fútbol, aunque no hay estudios que demuestren la superioridad de los futbolistas, lo cierto es que algunos de los mejores utilizan su pierna izquierda, como Messi, Maradona o Pelé.

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«Mi hijo es zurdo», Juan Manuel Ortigosa. Se trata de una guía muy útil e interesante para padres de niños zurdos.

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