Los cuentos siempre han formado una parte muy importante de mi vida. De niña, me ayudaron a estrechar el vínculo con mi abuela, que era quien me los contaba, y gracias a ellos se despertó en mí el amor por la lectura. A medida que fui haciéndome adulta siguieron acompañándome y ahora, como psicóloga, son una herramienta terapéutica esencial en mi consulta. Porque su función va mucho allá de divertir y entretener.
Todas esas historias no solo dan alas a la imaginación y nos acarician el corazón. También entran a hurtadillas en nuestro subconsciente para ayudarnos a tomar decisiones y a enfrentarnos a los retos más complicados y para transmitirnos sabios mensajes destinados a mejorar nuestra vida. Dice el psiquiatra Bruno Bettelheim en su libro Psicoanálisis de los cuentos de hadas: “Para que una historia mantenga de verdad la atención del niño ha de divertirle y excitar su curiosidad. Pero para enriquecer su vida ha de estimular su imaginación, ayudarle a desarrollar su intelecto y a clarificar sus emociones; ha de estar de acuerdo con sus ansiedades y aspiraciones; hacerle reconocer plenamente sus dificultades, al mismo tiempo que le sugiere soluciones a los problemas que le inquietan”.
1. Mejoran la comunicación entre padres e hijos
Aunque el momento más habitual para leer una historia a nuestros hijos es la hora de ir a dormir, cualquier instante del día es perfecto. Aprovecha la historia elegida para sacar algún tema e interesarte por sus cosas: qué les preocupa, qué les interesa… También puedes utilizar el cuento para jugar, cambiando alguna escena, animándoles a hablar sobre los dibujos o inventando finales alternativos. Incluso te vendrán bien para sacar temas ‘espinosos’ como el sexo. Existen libros destinados a diferentes edades que te ayudarán a responder a las preguntas más incómodas y, de paso, les proporcionarás una buena educación sexual.
Eso sí, para reforzar la confianza y estrechar el vínculo entre vosotros, es necesario que te sientes con ellos y te impliques en la lectura. No basta con comprarles libros y animarles a que los lean mientras tú estás mirando el móvil.
2. Aportan nuevos modos de resolver problemas
En su día a día, el niño va encontrándose con nuevos problemas y retos en diferentes ámbitos y los cuentos les muestran distintos caminos para vencer esas dificultades de una forma lúdica y creativa. Al ver cómo se enfrenta otro a la misma situación que le preocupa a él, al niño le será mucho más fácil encontrar su propia solución. Hay historias para dejar el pañal, para encarar los cambios sin miedos, para resolver posibles conflictos en el aula o para establecer pautas de sueños, entre muchas otras.
3. Estimulan el desarrollo cognitivo
El hecho de prestar atención mientras se lee, ayuda al niño a crear sus propias imágenes mentales, estimulando así no solo la escucha y la concentración sino también la creatividad e imaginación. Además, se desarrolla la memoria, aumenta el vocabulario y mejora la capacidad de expresarse. Estos beneficios pueden observarse nada menos que desde los seis meses, como se explica en este artículo de El País. Y, volviendo a la repetición de las historias, según un estudio de la Universidad británica de Sussex leer una y otra vez los mismos cuentos a los niños acelera su aprendizaje.
4. Ayudan a gestionar las emociones
A veces el niño no es capaz de expresar verbalmente lo que siente (posiblemente ni siquiera puede identificarlo) y lo manifiesta a través de rabietas, pesadillas, dolores… En estos casos, a través del cuento adecuado puede comprender qué le está pasando y aprender a manejarlo. Por ejemplo, ¡Vaya rabieta!, de la autora Mireille D’Allancé, ayuda al niño a modular su enfado y le enseña a tranquilizarse antes de exteriorizar la ira de forma descontrolada.
Por otro lado, los cuentos permiten al niño entrar en contacto con emociones que él siente como “malas” y teme expresar por temor a ser rechazado o castigado. No está bien enfadarse con mamá o papá, pero sí puedo odiar a la bruja, el ogro o la madrastra malvada. Asimismo, son una herramienta muy útil a la hora de asimilar acontecimientos vitales complicados, como el nacimiento de un hermanito, la muerte de un ser querido o la separación de los padres.
5. Facilitan la resolución de conflictos internos
Cuando el niño se identifica con el protagonista de la historia, vive sus aventuras, sortea con él los obstáculos del camino y, sin darse cuenta, encuentra la salida a sus propios conflictos inconscientes. Por eso muchas veces los niños quieren escuchar una y otra vez el mismo cuento. La repetición les ayuda a dar sentido y a elaborar el mensaje que están recibiendo hasta extraer sus propias conclusiones. Además, cada vez que se elimina al personaje que ejerce de malvado en la historia, se restaura la confianza del niño en su propia habilidad para vencer sus dudas y superar sentimientos indeseados como la envidia, la vanidad, etc.
En el libro La bruja debe morir, Sheldon Cashdan pone el ejemplo de Blancanieves para explicar cómo el niño proyecta en los distintos personajes partes de sí mismo que están en conflicto: “La reina diabólica en Blancanieves encarna el narcisismo y la joven princesa, con quien se identifican los lectores, personifica aquellas partes del yo que luchan por superar la inclinación al narcisismo. Derrotar a la reina representa el triunfo de las fuerzas positivas internas sobre los impulsos hacia la vanidad. De este modo, los niños pueden resolver las tensiones que afectan al modo en que se perciben a sí mismos”. Precisamente, este es uno de los motivos por los que en esos cuentos siempre hay brujas y ogros acechando. “Una vez que la bruja ha sido eliminada y que las partes del yo que ella encarna han sido derrotadas, el niño deja de estar atormentado por autoinculpaciones y dudas”.
6. Hay cuentos para todas las edades y situaciones
Todas las ventajas que he enumerado son extensibles también a los adultos. Independientemente de la edad, siempre hay una historia para cada persona y cada momento que ayuda a reinterpretar la realidad y encontrar una nueva perspectiva. El lenguaje metafórico de los cuentos va directo a nuestro niño interior y a nuestra intuición. Nos pone en contacto con emociones, sueños y temores que de otro modo mantendríamos ocultos e ignorados. Al fin y al cabo, ¿quién no espera un final de cuento de hadas, ya sea en el terreno sentimental, laboral o en cualquier otro ámbito?