Con el aumento de horas de luz y la subida de temperaturas, entre otros factores, es lógico asociar la llegada de la primavera y el comienzo de los meses más cálidos con un incremento de nuestra energía, una mayor disposición para las relaciones sociales e, incluso, un aumento de la libido. Sin embargo, no siempre es así. Con la llegada de esta estación algunas personas experimentan desajustes emocionales importantes. También hay quienes sufren cansancio, falta de energía o un estado de ánimo más decaído de lo habitual, síntomas que se engloban dentro de un trastorno estacional conocido como astenia primaveral. Y es que la primavera la sangre altera… y el cerebro también.
Los cambios estacionales nos afectan tanto física como psicológicamente y es necesario un proceso de reajuste y readaptación. Una adaptación que para las personas más sensibles y para quienes sufren algún tipo de trastorno mental puede resultar más complicada y llevar más tiempo.
Pero, ¿por qué nos altera tanto la primavera? Hay varios factores que confluyen para que esta estación influya en nuestra salud física y mental.
Cambio de hora
Los seres humanos seguimos patrones cíclicos de actividad, o ritmos circadianos, que se repiten cada 24 horas. Aunque lo habitual es que el organismo vaya ajustándose a las variaciones que se producen a lo largo del día, a veces esos ritmos se desajustan afectando a nuestra salud física y mental. Esto es lo que ocurre con el cambio de hora que se produce a finales de marzo. Por lo general, bastan unos días para que nos adaptemos al horario verano o al de invierno, según el caso. Sin embargo, a unos nos cuesta más que a otros. Es el caso de las personas mayores, bebés, individuos más sensibles a los ciclos de luz/oscuridad o personas con ciertas psicopatologías (trastorno bipolar, por ejemplo). Entre los posibles efectos que puede traer el cambio de hora están la falta de concentración, alteraciones del apetito, bajo estado de ánimo, irritabilidad, problemas de sueño, etc.
En 2019, un equipo de investigadores de la Universidad estadounidense de Michigan llevó a cabo un estudio con 831 participantes para comprobar los efectos producidos en el organismo por el cambio al horario de verano, según la predisposición genética. Encontraron, por un lado, que los voluntarios con cronotipo matutino (los más madrugadores) se adaptaban más rápidamente que aquellos con cronotipo vespertino. Además, descubrieron que «la semana posterior al horario de verano el jet lag social era más exagerado en sujetos con tendencia vespertina» (se llama jet lag social al retraso nuestro reloj interno cuando hay grandes diferencias entre los horarios del sueño de los fines de semana y los de los días laborables; o lo que es lo mismo, cuando te quedas despierto hasta tarde los viernes y sábados por la noche y luego duermes más durante el día para recuperar el sueño).
Condiciones meteorológicas
Meteorológicamente hablando, la primavera supone la transición del invierno al verano y es un periodo en el que «hay mucha circulación de masas de aire de diferentes características», como señala Mar Gómez, doctora en Ciencias Físicas y autora del libro Meteorosensibles. Esta inestabilidad, según la divulgadora, además de conducir a cambios bruscos de tiempo en cuanto a temperatura, humedad o viento, también puede causarnos malestar y síntomas de diferente naturaleza.
De hecho, cada vez más investigaciones abordan la relación entre las condiciones meteorológicas y la salud mental. Según uno de estos estudios, «cuando el tiempo cambia repentinamente o las condiciones meteorológicas adversas duran más tiempo, como durante las olas de frío o de calor, en días de mayor humedad y, en consecuencia, menor presión atmosférica, la hipófisis aumenta la secreción de la hormona del estrés, la hormona adrenocorticotrópica (ACTH) que provoca ansiedad e irritación».
En otro estudio realizado en el Hospital del Mar de Barcelona, el psiquiatra Antonio Bulbena y un equipo de investigadores comprobaron que los ataques de pánico atendidos en Urgencias durante todo un año fueron tres veces más frecuentes en días con viento de Poniente.
Revolución hormonal
El aumento de la luz y la subida de temperaturas favorece que haya una mayor liberación de ciertas hormonas y neurotransmisores. Las primeras se ocupan de regular las actividades de los distintos órganos de nuestro cuerpo y procesos tan importantes como la alimentación o el sueño. Los segundos, por su parte, son una especie de mensajeros que se ocupan de transmitir información entre las neuronas y las células.
Entre las hormonas que aumentan su liberación en esta época del año está la oxitocina u hormona del amor; la dopamina, también conocida como hormona del placer; y la serotonina u hormona de la felicidad. Con este ‘cóctel’ es fácil comprender por qué muchos sentimos un aumento del deseo sexual en primavera y una mayor sensación de bienestar.
Y mientras unas hormonas suben… otras bajan. Es el caso de la melatonina. Y es que, cuanta más luz solar recibimos, menos melatonina generamos. Esto se traduce en que dormimos menos y estamos más activos.
Astenia primaveral
Hay personas más sensibles a los cambios estacionales o al cambio de hora, que no solo no están de mejor ánimo o con más energía, sino todo lo contrario. Este malestar se debe principalmente a la concurrencia de varios factores:
- Alteraciones meteorológicas en cuanto a temperatura, humedad o presión atmosférica.
- Aumento de horas de luz diurna.
- Cambio horario.
- Alteración de la rutina diaria.
- Dificultad para adaptarse a las alteraciones que los anteriores factores generan a nivel orgánico.
La astenia primaveral no es tanto una enfermedad como un conjunto de síntomas que suelen remitir tras un periodo que oscila entre unos días y una o dos semanas, más o menos. Además del cansancio generalizado, pueden aparecer: trastornos del sueño, problemas de memoria y concentración, bajo estado de ánimo, alteraciones del apetito, reducción de la libido, irritabilidad, nerviosismo, cambios de humor, falta de motivación, etc. También es habitual que se produzcan síntomas físicos como dolor muscular, problemas digestivos, mareos, hipotensión o cefaleas. En realidad, se trata de una situación transitoria similar a un pequeño jet lag. Y lo que necesita el cuerpo es un periodo de tiempo algo mayor para ‘resetearse’ y adaptarse a los nuevos horarios y al aumento de horas de luz.
Más ansiedad, más suicidios y más episodios de manía en el trastorno bipolar
Las personas sensibles a la ansiedad tienen una mayor predisposición a sufrirla en primavera. De hecho, Antonio Bulbena explica en una entrevista publicada por El Mundo que «la ansiedad es el trastorno más meteorosensible, es decir, es el más sensible a los cambios de tiempo». Pero no son las únicas psicopatologías cuya incidencia es mayor en esta ápoca del año. «También sabemos que en los meses de primavera y otoño aumentan los casos de depresión y son más comunes los ataques de pánico, angustia, e incluso los suicidios cuando son de naturaleza violenta», añade este especialista.
En el caso del trastorno bipolar, los episodios de manía son más habituales en los meses de primavera-verano, mientras que los cuadros depresivos son más comunes en la época de otoño-invierno. Según diversos estudios, la temperatura parece ser un vínculo clave entre estacionalidad y síntomas bipolares.
También la tasa de suicidios es mayor en los meses de primavera y verano. Un equipo de investigadores llevó a cabo una revisión de estudios sobre la estacionalidad del suicidio y observó que la intensidad de la luz solar puede desempeñar un papel importante en el incremento de casos. En uno de estos estudios, por ejemplo, se encontró un aumento de la mortalidad por suicidio en el período entre mayo y julio, es decir, finales de primavera y principios de verano. Precisamente, en 2022, julio fue el mes que más muertes por este motivo se produjeron en nuestro país (según datos del Instituto Nacional de Estadística).
Esto no significa que los cambios meteorológicos por sí solos lleven a nadie a quitarse la vida, pero sí pueden ser un factor adicional para alguien que ya esté en riesgo.
Qué hacer para que la primavera nos altere lo menos posible
Hay varias pautas que pueden ayudarnos a sobrellevar mejor el cambio de estación:
- Infórmate. Si eres sensible a los cambios estacionales, haz un seguimiento de las variaciones meteorológicas en tu zona. Esto te ayudará a estar prevenido y a minimizar sus efectos en tu estado emocional. En caso de que no tengas muy claro hasta qué punto eres meteorosensible, puedes llevar un diario de tu estado de ánimo según los diferentes cambios de tiempo y establecer un patrón.
- Crea un microclima en casa en la medida de lo posible. Por ejemplo, puedes colocar purificadores de aire, humidificadores o deshumidificadores según la zona donde vivas. Un ambiente agradable en tu hogar, no solo te permitirá descansar mejor, sino que te ayudará a equilibrar tu estado de ánimo.
- Ten paciencia. Por lo general, el malestar que llega con el cambio de estación suele ser pasajero y pasará en unos días. Pero si la primavera se te hace muy cuesta arriba o los síntomas de la astenia primaveral no se han ido en un par de semanas, no dudes en pedir ayuda profesional.
- Haz de las actividades al aire libre una costumbre, sobre todo si te producen placer y satisfacción (y las alergias te lo permiten). El ejercicio moderado y regular, por ejemplo, favorece la liberación de endorfinas y, en consecuencia, mejora el estado de ánimo. Incluso caminar a diario te beneficiará.
- Recárgate de vitamina D. Otra de las ventajas de exponerte al sol, es que aumentarás tus reservas de vitamina D. Esta sustancia no solo tiene un impacto positivo en el cuerpo al favorecer la absorción del calcio y el fósforo; también es muy beneficiosa para nuestra mente, ya que está involucrada en la producción de serotonina.
- Anticípate para que el cambio al horario de verano no sea tan brusco. Será suficiente con que la semana previa al cambio de hora vayas adelantando tus actividades diarias (cenas, tareas, ejercicio, etc.). También puedes acostarte unos quince minutos antes cada día y poner el despertador un poco antes por la mañana.
- Mantén una dieta equilibrada en la que no falte ningún nutriente. Los hidratos de carbono, por ejemplo, te aportarán más energía y te ayudarán a combatir los síntomas propios de la astenia primaveral. Si, además, haces cinco comidas al día mantendrás el nivel de glucosa y no sentirás tanto cansancio. No olvides tampoco mantener un adecuado nivel de hidratación, bebiendo unos dos litros de agua diarios.
Referencias bibliográficas
Bulbena A, Pailhez G, Acena R, et al. (2005) Panic anxiety, under the weather? International Journal of Biometeorology 49: 238–243
Gómez, M. (2023). Meteorosensibles. Ed. Península
Tyler, J., Fang, Y., Goldstein, C., Forger, D., Sen, S. & Burmeister, M. (2021). Genomic heterogeneity affects the response to Daylight Saving Time. Scientific Reports, 11(14792)
Woo, J.M., Okusaga, O. & Postolache, T.T. (2012). Seasonality of suicidal behavior. International Journal of Environmental Research and Public Health 9, 531–547
Žikić, M. & Rabi-Žikić, T. (2018). Meteoropathy and Meteorosensitive Persons. Medicinski Pregled, 71 (3-4), 131-135