Los rebrotes en diferentes puntos de España han hecho saltar las alarmas y han agravado el temor de muchos a un segundo confinamiento por coronavirus. En realidad, desde que comenzó la desescalada la mayoría contemplamos esa posibilidad, la diferencia está en cómo cada uno se enfrenta a esa amenaza. Hay personas a quienes el sentirse vulnerables les genera pánico y otras a las que el miedo les ayuda a ser prudentes, sin bloquearse.
La incertidumbre es uno de los elementos que más afectan a nuestra salud mental. No saber si habrá otra cuarentena supone para muchos estar bajo una especie de ‘espada de Damocles’ con la que es muy difícil convivir. Pero es necesario asumir cierto grado de riesgo como parte de la vida y aceptar que no podemos controlarlo todo.
Debido al primer confinamiento, han aumentado los casos de ansiedad y depresión y el sentir que no se tiene el control sobre la propia vida puede hacer que se incrementen más. El modo en que se vivió el primer encierro sería uno de los factores que más influirían a la hora de enfrentarse a uno nuevo. Es muy posible que quienes contaron con estrategias adaptativas y recursos de afrontamiento en el primero también lleven mejor el segundo. Por el contrario, en caso de carecer de herramientas suficientes, sufrir alguna psicopatología o haber perdido a alguien, una segunda ola de coronavirus podría generar más miedo y desesperanza y agravar los síntomas previos.
Sin embargo, también es cierto que los seres humanos tenemos una enorme capacidad de adaptación de la que muchas veces no somos totalmente conscientes. Y está en nuestras manos decidir cómo gestionar nuestra actitud hacia la realidad que nos toca vivir. Así que, asumiendo que un segundo confinamiento es una posibilidad nada desdeñable, veamos qué puede hacer cada uno de nosotros.
1. Recuerda lo que te enseñó el primer confinamiento
Generalmente, nuestra mente se queda más con lo negativo y, para qué vamos a engañarnos, la pandemia nos ha dejado tocados mental y emocionalmente. Pero podemos extraer enseñanzas valiosas de lo vivido. Ver la pandemia también como una fuente de aprendizaje y una oportunidad de poner a prueba nuestras fortalezas personales reducirá el miedo a un posible repunte.
Rescatar recursos y habilidades que nos fueron útiles en momentos difíciles e incorporarlos a nuestra ‘caja de herramientas’ nos ayudará a enfrentar con un ánimo más positivo futuros desafíos. Recientemente hice este ejercicio con una paciente y, aunque al principio le costó encontrar algo positivo, evocó cómo le benefició tener la posibilidad de parar un poco y retomar el contacto consigo misma y también lo bien que sentó a sus hijos tenerla solo para ellos. Otro paciente, que tiene a la mayor parte de su familia fuera de España, me comentó que hasta la llegada del coronavirus solo recurría al teléfono porque no acababa de acostumbrarse a las videollamadas y que, desde marzo, se comunica a través de Skype con sus seres queridos al menos una vez por semana.
Podemos mantener todas estas nuevas rutinas que establecimos durante el primer confinamiento y echar mano de ellas si es necesario volver a quedarnos en casa. Aprendamos de la experiencia por si hay que incorporarla a situaciones futuras (por ejemplo, ya sabemos que hay papel higiénico para todos así que no hace falta dejar los supermercados sin existencias).
2. Practica el autocuidado
Cuidarnos física, mental y emocionalmente es indispensable. Llevar una buena alimentación, mantener una adecuada higiene del sueño, hacer deporte, apoyarse en los seres queridos y mantener con ellos una comunicación fluida, buscar aficiones que nos hagan sentir bien…
Especialmente en esta época en la que muchos estamos de vacaciones, aprovecha para disfrutar de tu tiempo de ocio. Si tienes posibilidad de salir de tu ciudad, recarga pilas en la montaña, el mar o cualquier rincón donde puedas estar en contacto con la naturaleza. Si toca quedarse en casa, no renuncies a disfrutar. Conviértete en turista en tu propia ciudad y déjate sorprender, explora lugares que no conoces en los alrededores, organiza una tarde de cine y tertulia en casa…
Las emociones también hay que cuidarlas. Y mucho. Tenemos derecho tanto a quejarnos como a tener miedo. No debemos negar estas emociones sino aprender de ellas porque pueden ser una valiosa fuente de información que nos permitirá saber más sobre nuestro estado de ánimo y, por consiguiente, sobre nuestra salud mental.
3. Disfruta el presente
En lo que llega el futuro, podemos ir disfrutando del presente. La posibilidad de que las autoridades decreten un nuevo confinamiento en los próximos meses existe, pero aún no ha llegado. A menudo, cuando nos anticipamos a las circunstancias nos vienen imágenes catastróficas de un hipotético futuro y en la mayoría de las ocasiones esos desastres no llegan a ocurrir.
Si quieres comprobar esto, te propongo un ejercicio. Apunta por la mañana tus preocupaciones y los resultados temidos de cada una, puntuando de 1 a 5 lo negativos que serían en caso de que ocurriera lo que temes. Por la noche, anota los resultados reales, si han sido mejores o peores de lo esperado y en qué grado has sabido afrontar los efectos negativos si se han producido. Comprobarás que solo ocurren una mínima parte de los hechos temidos, que normalmente no son tan malos y que la mayoría se afrontan mejor de lo esperado.
Vive el ‘aquí y ahora’. Cuanto más enfoques la atención en lo que estás haciendo (comer, darte una ducha, regar una planta…), menos energía pondrás en pensar en otros temas. No podemos estar, de forma consciente y plena, en dos actividades a la vez.
4. Entrena tu tolerancia a la incertidumbre
El locus de control es un concepto muy utilizado en psicología para conocer el grado de control que las personas creen tener sobre lo que ocurre en sus vidas. Además, está muy relacionado con el nivel de tolerancia a la incertidumbre.
Tenemos locus de control interno cuando percibimos que lo que nos pasa es, en gran parte, consecuencia de nuestras propias acciones. Por consiguiente, valoramos positivamente el esfuerzo y la responsabilidad personal y esto, a su vez, hace que nos manejemos mejor con la incertidumbre.
¿Y cuando una persona tiene locus de control externo? Cuando percibe que todo lo que ocurre es resultado del azar, el destino, la suerte o el poder y decisiones de otros. Para los sujetos con este rasgo de personalidad, los eventos no tienen relación con el propio desempeño, por lo que no pueden ser controlados a través de su propio esfuerzo.
Reforzar la sensación de que hay cosas que sí controlamos y sí dependen de nosotros nos ayudará a ser responsables y prudentes, a tener un mejor autoconcepto y a mejorar nuestra tolerancia a la incertidumbre. Además, funcionará como un factor de regulación del estrés. Así, ante el temor de una segunda ola, una persona con locus de control interno tomará las medidas que estén en su mano para estar preparado y en las mejores condiciones. Sin embargo, alguien con locus de control externo simplemente no haría nada porque pensaría «Total, haga lo que haga dará igual porque la situación no depende de mí».
Puedes reforzar tu locus de control interno, por ejemplo, teniendo presentes tus fortalezas personales y repasando qué habilidades de afrontamiento te ayudaron durante la primera crisis del coronavirus.
5. Aprende técnicas de relajación
Cuando enseño alguna técnica de relajación en consulta siempre aconsejo que se practique a diario y, al principio, en momentos en los que la persona está tranquila. Aunque suene contradictorio no lo es. Si empiezo a practicar, por ejemplo, la respiración diafragmática cuando estoy empezando a sufrir una crisis de ansiedad lo más probable es que en vez de relajarme me ponga más nerviosa todavía. Sin embargo, si la practico todos los días cinco o diez minutos cuando estoy tranquilamente en casa acabaré automatizándola y cuando la necesite me saldrá sola.
Prueba diferentes técnicas, quédate con las que mejor se adapten a ti y practica hasta convertirlas en un hábito. En el caso de la respiración diafragmática, es ideal para reducir el estrés porque reduce la hiperventilación. También puede ser un buen momento para iniciarse en la práctica del mindfulness, ya que nuestro cerebro es experto en anticipar y esta técnica nos ayuda a estar en el presente. La imaginación guiada, que consiste en visualizar imágenes que nos hacen sentir bien, y la relajación muscular progresiva de Jacobson son otras opciones. Si te toca repetir cuarentena tendrás una herramienta más para sobrellevarla (y si no, será igualmente útil).
6. Busca ayuda profesional
Si, pese a poner en práctica estas u otras estrategias, observas que pasas la mayor parte del día con angustia, la ansiedad obstaculiza tus actividades diarias, no consigues concentrarte en nada o no disfrutas ni siquiera con actividades que antes te resultaban agradables, no dudes en buscar ayuda profesional. En caso de que haya que volver a confinarse, mejor que lo hagas en las mejores condiciones emocionales y mentales. (Si lo deseas, puedes ponerte en contacto conmigo y estaré encantada de ayudarte)
Si se os ocurren otras ideas para estar mejor preparados en caso de un segundo confinamiento por coronavirus estaré encantada de leeros.
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