Actualmente hay pocos personajes públicos que despierten tanta admiración, y de forma tan unánime, como Rafa Nadal. Y no solo es debido a su humildad (que también). Uno de los motivos por los que este tenista, que acaba de ganar el Open de Australia, genera tanta simpatía es porque, de la forma más natural y sin proponérselo, consigue que nos sintamos identificados con él. Comprobar que los héroes también tienen momentos bajos nos acerca a ellos. Y ver cómo se sobreponen a las adversidades, más aún.
En definitiva, ganar trofeos es importante, pero no lo es todo en la vida. Lo que marca la diferencia es la actitud con la que cada uno afronta sus retos del día a día. Jugar un torneo internacional de tenis, gestionar la presión que implica protagonizar la serie del momento o tener que lidiar con el estrés diario de compaginar el cuidado de los hijos con ocho horas de jornada laboral no son circunstancias tan diferentes.
Asumiendo que para cada actividad se requieren unas habilidades determinadas, una vez que las hemos alcanzado no nos servirán de nada si no aprendemos a gestionar las situaciones adversas que surjan o las emociones que experimentemos ante esas adversidades. La actitud no es la lámpara de Aladino, pero sí es un elemento clave para conseguir lo que queremos.
A lo largo de los años, Rafa Nadal no solo ha mostrado una inquebrantable fortaleza y perseverancia a nivel deportivo, sino también una estabilidad a nivel emocional que ha quedado reflejada en muchas de las entrevistas que ha concedido. Con esto no estoy diciendo que todos tengamos que adoptar su forma de ver la vida para lograr nuestros objetivos. Pero sí creo que muchas de sus declaraciones pueden servirnos para reflexionar. A continuación, recojo algunas de las que ha dado en los medios de comunicación:
“Las pequeñas cosas y la pasión son las que te hacen seguir adelante”
Si Rafa Nadal, uno de los mejores deportistas del mundo, da tanta importancia a las pequeñas cosas y a la pasión, será por algo… Al fin y al cabo, un día cualquiera está compuesto de multitud de momentos que pueden ser deliciosos: el olor del café por la mañana, tomar una ducha con conciencia plena y disfrutando del agua cayendo por nuestro cuerpo, el agradecimiento de un compañero a quien has echado una mano en su tarea, la alegría de tu hijo cuando le ves después de una dura jornada de trabajo… Solo tenemos que detenernos a saborearlos.
Rafa Nadal también habla a menudo de la pasión que siente por lo que hace. Y es que hacer algo que nos entusiasma y nos emociona nos llena de energía para seguir adelante. Cuando nos apasiona lo que hacemos vemos retos donde otros ven sacrificios, motivación donde otros ven fuerza de voluntad.
“Puedes estar todo el día frustrado, pensando que tu vecino tiene una tele o un jardín más grande, pero yo soy muy afortunado por todo lo que me ha pasado”
Estamos siempre tan pendientes de lo que posee o consigue el otro, que ni siquiera somos capaces de darnos cuenta de todo lo que tenemos nosotros. Divagando sobre todo lo que podríamos conseguir en el futuro, se nos escapa lo que podemos disfrutar en el presente.
“Él (Roger Federer) me motiva, pero no me obsesiona. No es por lo que me levanto cada día. Mi método consiste en hacer mi camino y si eso me lleva a esta situación, perfecto. No creo que mi futuro vaya a cambiar un pelo por conseguir igualar a Federer”
No se trata tanto de ser superior a los demás como de superarnos a nosotros mismos, de convertirnos en nuestra mejor versión. En vez de ver al otro como rival para competir con él, vamos a verlo como inspiración para que nos sirva de empuje. Además, seamos realistas… Siempre va a haber alguien más bueno, más rico, más listo, más guapo…
“Necesito la ayuda de la gente que me conoce bien y me quiere”
En general, nos cuesta mucho aceptar la ayuda de otros, no sea que vayan a pensar que somos unos blandos… El orgullo, la vergüenza o el temor a que nos digan que no nos impide admitir nuestras limitaciones. Rafa Nadal también nos da una lección en ese sentido, aceptando el apoyo y el cariño de los que tiene a su alrededor. Porque la verdadera fuerza emana de conocernos a nosotros mismos y saber cuándo es el momento de coger la mano que nos tienden.
“Yo nunca me he sentido solo en ningún lado. Tengo a mis amigos de toda la vida (…) También tengo contacto con mi familia a diario”
Aristóteles ya lo dijo en su momento: «El hombre es un animal social por naturaleza». Y la psicología positiva le da la razón, al aseverar que la calidad de las relaciones afectivas está directamente relacionada con la felicidad de las personas. Tener a nuestros seres queridos cerca en los malos momentos no nos solucionará nuestros problemas, pero los harán mucho más llevaderos.
“Ni cuando gano soy increíble, ni cuando pierdo soy nefasto”
Ni el éxito ni el fracaso definen qué tipo de personas somos. Cometer un error no me convierte en un peor ser humano ni lograr un éxito me hace estar por encima de los demás. Todos tenemos el mismo valor, independientemente de nuestras cualidades y nuestros defectos.
“Mi vida sin el tenis también es feliz, va mucho más allá. Es y ha sido importante en mi vida, pero no es lo único ni lo principal”
Poner todo nuestro esfuerzo y nuestras ganas en una sola faceta de nuestra vida, ya sea una afición, el trabajo o la pareja, es muy arriesgado. Por ejemplo, si dedicamos todo nuestro tiempo a nuestra pareja, nos apartamos de nuestros amigos y la relación se rompe, será mucho más difícil reponernos que si hemos cuidado nuestra vida social.
“Intento no pensar en cuánto tiempo me queda porque eso es el principio del fin. Disfruto del día a día”
Vivir con temor a qué ocurrirá nos impide disfrutar del «aquí y ahora» y, además, es un pasaporte seguro a la ansiedad. El futuro es imprevisible, pero sí podemos tomar decisiones respecto al presente.
Hola Belén,
Las reflexiones que haces son muy acertadas.
No hay que obsesionarse por nada, hay que disfrutar de todo y hacerlo ya!
Gracias por este articulo! Me ha encantando! 😀